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El perdón del presidente Santos

El comandante de las Fuerzas Militares, general Alejandro Navas, en un acto noble y admirable, se sumó a las excusas del presidente Santos por las violaciones a los derechos humanos por parte de los uniformados.

Semana
17 de agosto de 2012

Este miércoles, el presidente de la República, Juan Manuel Santos, despojándose de cualquier hálito de orgullo, visitó la comunidad del Cauca, región que ha sido castigada irracional e injustamente por grupos delincuenciales, que sin reparos, con demenciales actos terroristas, asesinan, extorsionan y destruyen la infraestructura eléctrica y vial, afectando a la comunidad campesina y a la indígena.
 
Fue un acto de grandeza del doctor Santos, cuando por más de tres horas, trató de escuchar las quejas de los indígenas y tomar acción inmediata en busca de solucionar los problemas comunales, comprometiéndose a adoptar medidas inmediatas, con la participación de todos los entes estatales.
 
El presidente, en su conciliador discurso, le dijo al país y a la comunidad indígena que pedía perdón por todas las violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario, lo que fue entendido como un acto magnánimo y quedó en el ambiente del país que en esas palabras se encontraba la reconciliación que busca Colombia en el arduo camino hacia la paz.
 
En un acto noble y admirable, nuestro comandante general de las Fuerzas Militares, ante la pregunta de un periodista, adhiere a las palabras de perdón del Presidente de la República, expresando que se sumaba a esa voz del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas del país; inmediatamente cientos de voces conciliadoras se unen a ese respeto que debe tenerse por los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario, aplausos por doquier. Pero como nunca se está bien con todo el mundo, salieron unas voces disonantes repudiando sus palabras y criticando su pública adhesión a las palabras del primer mandatario.
 
Desde una orilla crítica y objetiva, pregunto a esas voces destempladas, llenas de odio, que tal vez no escucharon la enérgica voz del comandante general: ¿Debía mejor pronunciarse en contra de las palabras del doctor Santos, rechazando su actitud conciliadora y generosa? ¿O mejor ha debido corregir al presidente diciendo cuan equivocado estaba? No, su apoyo irrestricto al presidente de la República es el mismo que históricamente han expresado todos los comandantes generales en su momento. A manera de ejemplo: Las amnistías o indultos al M-19, Quintín Lame, EPL, CRS, etc. Es el mismo apoyo que brindaron nuestros jefes cuando exguerrilleros se vincularon a la vida civil del país y el que entre lágrimas de subalternos, aceptamos desde el más alto oficial hasta el último soldado cuando se destinó una cuarta parte del país a la llamada zona de distensión, para burla de las FARC.
 
Dejémonos de prevenciones dañinas y veintejulieras, rasgándonos las vestiduras ante la posición egregia del comandante general, y más bien recemos al Señor de los Milagros de Buga, para que jamás un soldado nuestro viole los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario.
 
* Coronel (r). Exdirectivo de la Asociación Colombiana de Oficiales Retirados (Acore).

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