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El poder para qué

El poder es la derecha, cualquiera haya sido su origen. La simple lucha por el poder derechiza, como hemos visto en las Farc, 49889

Antonio Caballero
11 de marzo de 2002

En la excelente entrevista que publicó SEMANA hace ocho días dice el ex alcalde Enrique Peñalosa, hablando de los guerrilleros de las Farc: “No creo que sean delincuentes comunes, son políticos comunes que quieren el poder y no saben para qué”.

Comparto la primera mitad de la frase: son políticos comunes que quieren el poder. Pero sí saben para qué. Y buena parte de ese “para qué” —como suele suceder entre políticos comunes, sean reaccionarios o revolucionarios— es un “para quién”. Quieren que el poder sea para ellos, y no para esos otros políticos comunes que lo han tenido siempre en Colombia, y lo han usado siempre… ¿para qué? Lo dice el propio Peñalosa en la misma entrevista, cuando expresa un fundado temor sobre el futuro: “Sería una lástima ganar la guerra para defender los privilegios e injusticias que hay hoy”.

Es muy posible, claro está, que si el poder pasa a manos de las Farc sirva simplemente para defender nuevos privilegios e injusticias: ese ha sido siempre uno de los usos del poder, tanto tradicional como revolucionario. Pues por lo general lo que cambia es simplemente el quién. Pero lo que ilustra la definición que Peñalosa hace de las Farc es, me parece, el desprecio de clase que ha hecho que nunca los dirigentes colombianos hayan podido entender qué es la guerrilla: creen que es una pobre gentecita ignorante que no sabría qué hacer con el poder. Una chusma. De ese desprecio viene que, más adelante en su entrevista, el ex alcalde señale con sorpresa que “lo interesante” de la guerrilla “es que lo único que solicitó en todos estos años de negociación fueron ventajas militares: la zona de distensión, que el Ejército combatiera a los paramilitares, y el canje. Cuando todo lo que esperábamos era que pidieran una sociedad más justa, pero nunca lo hicieron”.

¿“Todo lo que esperábamos”, o “lo que todos esperábamos”? Tal vez las palabras de Peñalosa estén trastocadas en la transcripción. Pero cualquiera de las fórmulas ejemplifica un error muy frecuente entre los dirigentes colombianos, que también tienen su origen en el desprecio de clase: el error de creer que los revolucionarios piden que el Establecimiento les haga la revolución. (“Solicitan”, es el término que, reveladoramente, utiliza el ex alcalde; y sólo le faltó añadir “respetuosamente”). No es así: lo que quieren los revolucionarios es hacer ellos mismos la revolución, que es cosa muy distinta de pedir que la hagan “desde arriba” precisamente aquellos a quienes no les interesa hacerla porque suyos son los privilegios y a ellos favorecen las injusticias actuales. De ese mismo error de perspectiva viene también el que carezcan de base los reproches “de izquierda” que esos mismos dirigentes les hacen a las guerrillas cuando matan policías o vuelan torres de energía o tumban puentes: gente del pueblo, infraestructuras útiles para el pueblo. ¿Pero acaso no dicen combatir por el pueblo? Sí, eso dicen: pero sólo en segundo plano. Porque en primer lugar combaten por el poder. Sólo cuando tengan el poder y hagan la revolución podrá mejorar la situación del pueblo, habrá una sociedad más justa, etc.; pero no antes. De ahí que la lógica que informa a la guerrilla y en particular a las Farc, sea una lógica de fuerza, no de negociación ni de persuasión. No están buscando —y mucho menos pidiendo— que se hagan reformas, sino buscando el poder para hacerlas.

De la misma manera, Lenin no le enviaba al Zar respetuosos memoriales por el conducto reglamentario solicitándole comedidamente que instaurara el comunismo en la Rusia de hace un siglo; sino que se dedicaba a instaurarlo él, por la fuerza y el terror, y mandaba fusilar al Zar. “¡Todo el poder para los soviets!”, era su grito de combate, como el de las Farc podría ser ahora y aquí “¡Todo el poder para las Farc!”.

Ahora bien: el poder derechiza, como es de sobra sabido: el mejor ejemplo es el propio Lenin. El poder es la derecha, cualquiera que haya sido su origen, y sean sus objetivos los que pretendan ser. La simple lucha por el poder derechiza, como podemos verlo con el ejemplo de las propias Farc.

Pero ese es un tema que no cabe en las pocas líneas que me quedan faltando de este artículo.