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El presidente Uribe

Son muchas las expectativas que ha despertado entre los colombianos el gobierno del presidente Uribe que apenas comienza. Adelina Covo, ex directora del Icbf y actual consultora, escribe sobre el nuevo gobierno.

Semana
19 de julio de 2002

Son muy grandes las expectativas que ha despertado dentro de los colombianos, el gobierno del presidente Uribe que apenas comienza. Muchas esperanzas entre la gente, aunque una visible incertidumbre entre otros, por ejemplo entre no pocos miembros de la clase política, que sienten seriamente amenazados los privilegios que han obtenido durante muchos años, a ciencia y paciencia de la ciudadanía, inerme ante los abusos que se vienen cometiendo desde hace muchos años por parte de algunos de los "Padres de la Patria".

El presidente Uribe ganó la elecciones, entre otras, por proponer la revocatoria del mandato al Congreso recién posesionado, arguyendo que este nos costó a los colombianos el año anterior la no despreciable suma de 600 mil millones de pesos, gastando la mitad en funcionamiento y la mitad en disfrazados auxilios parlamentarios, supuestamente prohibidos por el Constituyente del 91, pero tal parece que quedaron "vivitos y coleando".

La gente está eufórica, todavía más de la mitad de los colombianos aplauden al presidente Uribe por todo lo que hace o dice, pero vamos a ver si esto dura hasta cuando todos tengamos que hacer los grandes sacrificios que se requieren para organizar a esta Nación, porque lo que nos espera, no son precisamente "ríos de leche y miel", el reto es de tal magnitud, que cuatro años no serán suficientes para enderezar las cargas, tenemos que ser pacientes, porque así le vaya muy bien al Presidente, el camino a recorrer es mucho más largo, pero no es menos cierto que lo que si se puede hacer, es comenzar a recorrer un camino y facilitar las cosas para los que vienen detrás.

Al darse a conocer el texto del Referéndum, tal parece que el presidente Uribe no piensa desgastar su capital político contemporizando con el Congreso, por lo que allí pueden comenzar, las primeras dificultades serias.

En general me gusta el articulado, y me voy a permitir destacar algunos apartes:

Colombia necesita un Congreso fuerte y unos excelentes congresistas, por lo que me parece que es acertado reducir su número, pues hay un déficit muy grande, especialmente en lo social, lo que hace necesario una poda general en todo el funcionamiento del Estado; y la visibilidad del legislativo, no propiamente por el afortunado desempeño de la mayoría de sus miembros, hace del Congreso, un apetecido blanco de los recortes que se avecinan.

Sobra decir que a los colombianos nos gusta que se eliminen... finalmente, los auxilios parlamentarios. Lo único que yo propondría revisar sobre la reforma al Congreso, sería, que los aproximadamente 120 congresistas que se proponen elegir por las diferentes circunscripciones territoriales, lo sean creando igual numero de distritos electorales, de manera que haya una verdadera representación nacional, lógicamente teniendo en cuenta de no dejar mal representados a los Nuevos Departamentos o antiguos Territorios Nacionales.

Con esto se lograría que las zonas deprimidas económicamente, tengan representante en el Congreso, por ejemplo que los barrios del Sur de Bogotá o los núcleos mas pobres de Medellín, Cali o Barranquilla, tengan Congresista propio, lo que es justo y equitativo.

Muy buena la eliminación de la contralorías departamentales y municipales, así como los personeros y todo el personal de estas oficinas; y que estas funciones sean asumidas por una Contraloría General y una Procuraduría Nacional, ambas reformadas y bien sistematizadas para estar a la altura de las nuevas necesidades.

Fundamental la limitación de las pensiones del Estado a 20 salarios mínimos, pues los ingresos de nuestro país y los principios de la democracia no permiten el pago de pensiones mayores de ese monto. No es lógico que mientras un empleado común y corriente tiene que trabajar intensamente muchos años para tener una modesta jubilación que apenas le permite pasar su vejez con algo de dignidad, quienes se pensionan ocupando los altos cargos de la Nación, no necesariamente habiendo laborado con igual intensidad, se retiren con unas pensiones tan altas, que difícilmente pueden ser asumidas por quienes pagamos los impuestos.

Me encanta que el presidente Uribe le de prioridad a la educación, al agua potable y al saneamiento básico, destinando para ello el producto de los recortes a estos importantes rubros. Igual empeño se le debe dar a poner a funcionar la Agenda de Conectividad y el Proyecto Gobierno en Línea, ya que una adecuada sistematización de las entidades públicas, puede ser la mejor herramienta para comenzar a combatir, de verdad y por primera vez, la corrupción, mejorando notablemente los ingresos del Estado.

Los colombianos tenemos que respaldar al presidente Uribe y entregarle las facultades que necesita, para hacer de nuestro país, que aparentemente todo lo tiene, la Nación viable y amable con que todos soñamos, pero que hasta hoy, nos ha sido esquiva.

*Ex directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y ex viceministra de la juventud