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EL PRINCIPIO DEL FIN

Semana
22 de abril de 1996

La propuesta del presidente Samper de adelantar las elecciones y promover reformas en el sistema electoral, como fórmula para solucionar la crisis, es la única iniciativa que empieza a desenchipar la enredada madeja de la crisis nacional. Eso no quiere decir, sin embargo, que ese vaya a ser el mecanismo a través del cual se va a solucionar el problema.La propuesta de Samper tiene varios elementos significativos. Es la primera vez que el Presidente abre la puerta de salida de la Casa de Nariño antes del 7 de Agosto del 98, lo cual es un paso inmenso en términos de discusión del tema de la gobernabilidad. Hasta el jueves de la semana pasada, lo más lejos que había llegado el primer mandatario era hasta la insinuación de un esquema en el que estaría dispuesto a discutir el tema después de que hubiera terminado su juicio en el Congreso.No hay duda acerca de que el apretón que representó el llamamiento a indagatoria de sus tres ministros, y su eventual encarcelamiento, debió jugar un papel importante en la toma de esta decisión.Otro elemento clave es que el Presidente es el único actor de peso en este conflicto que plantea en forma clara un terreno de negociación. Hasta la fecha lo único que se ha oído por parte de personas que tienen algún significado en la política nacional es la exigencia de renuncia sin condiciones, con el ofrecimiento abstracto de permitirle una salida digna.De manera que si hay algún olfato entre sus adversarios, la lectura de la serie de reuniones que tuvo Samper la semana pasada tiene que ser la de que se trata de la primera movida del juego, y no la última.La posición negociadora del Presidente es variable. Se podría decir que hoy pesa sobre sus hombros la incertidumbre de lo que pueda ocurrir con su proceso en el Congreso. Pero en la medida en que el juicio avance hacia una absolución, el campo de maniobra de Samper va a ganar un par de metros.Por el contrario, si en el juicio en la Cámara se le pone dura la mano, Samper va a tener que ir cediendo para tratar de comprometer a las fuerzas políticas en un acuerdo antes del desenlace.Hay un toque de habilidad en el planteamiento del Presidente. Muchas personas pensaban que la propuesta presidencial se limitaría a convocar a elecciones anticipadas, puesto que ese había sido el mensaje enviado por el Fiscal en sus cuidadosas declaraciones sobre el tema.Sin embargo Samper le metió a la propuesta una reforma profunda al sistema electoral y al régimen de los partidos. A mi juicio, el ingenio del Presidente consiste en ponerse el rótulo de reformador para intentar cambiar su papel en esta obra. Saltaría así, en una voltereta, de ser un Marco Fidel Suárez acorralado a un Rafael Núñez reformador.A partir de ahora los demás jugadores van a empezar a mostrar sus cartas. Humberto de la Calle verá que esa fórmula lo saca del partido, y tendrá que hacer valer su derecho constitucional a llenar el vacío que se insinúa o pedir que se incluya un mecanismo que compense su sacrificio. Como el de ser candidato en esas elecciones, por ejemplo.Los precandidatos liberales y conservadores cerrarán filas alrededor de la opción de De la Calle, pues con esto eliminan a un opositor y se brincan un período de espera de cuatro años.También saldrán al escenario personajes como Antanas Mockus y el cura Hoyos, a quienes les tiene que producir mucha saliva la perspectiva de unas elecciones presidenciales en momentos en que su popularidad sube y el desprestigio de los partidos tradicionales cae.Y falta ver qué piensa el Fiscal. Detrás de la fachada de juez imperturbable, Alfonso Valdivieso tiene el empaque de un político de toda la vida que también hace cálculos para el futuro. El tiene la discreción, la decencia, la inteligencia y la serenidad para saber que no puede tumbar a Samper y a la vez reemplazarlo. Pero también ve la oportunidad histórica de capitalizar su labor moralizadora en beneficio de sus anhelos políticos. De todas formas faltan muchos metros de carrera en esta crisis política, y es imposible saber desde ya cómo terminará todo. Lo que sí es un hecho es que la propuesta del presidente Samper es el principio del fin.

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