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EL REMEDIO

Antonio Caballero
29 de marzo de 1999

Le dicen a uno:_Con esos satélites de observación que tienen los gringos, y esos cohetes
inteligentes, lo único que hay que hacer es localizar en la selva al 'Mono Jojoy' y a 'Tirofijo' y mandarles un
cohetazo. Y santo remedio. O si no, que nos invadan.No. Ni santo, ni remedio. Y tampoco es cierto lo del
cohete y el satélite. Pero piensan con el deseo, y no se quieren enterar. Nuestro establecimiento sigue
beatamente convencido de que, llegado el momento extremo, los Estados Unidos le van a sacar las
castañas del fuego, invadiendo a Colombia si es el caso. Pero no lo van a hacer. Y además no pueden hacerlo.
Y si por insensatez lo intentaran, sería mucho peor. El remedio, que ni es santo ni es remedio, ni siquiera
es nuevo. El establecimiento colombiano lleva medio siglo usándolo en toda clase de dosis, y lo único que
ha conseguido es convertir lo que era un modesto conflicto rural limitado a regiones apartadas en un
incendio nacional. Ha utilizado todos los medios. Bombardeos (con ayuda de los gringos); paramilitarismo
(con ayuda de los narcos, de los gringos y de los israelíes); asesinatos selectivos; desapariciones;
masacres campesinas; exterminio de organizaciones enteras (sindicatos, partidos políticos como la UP);
negociaciones de paz seguidas del asesinato de los pacificados (de Guadalupe Salcedo a Carlos Pizarro). Y
vean el resultado: Colombia arde por los cuatro costados. ¿Y todavía se empecinan en creer que matando al
'Mono Jojoy' con un cohete gringo de precisión quirúrgica se resuelve el problema? Aquí han matado a
millares de Monos Jojoyes, y sólo han conseguido multiplicarlos. Porque los Monos Jojoyes no son el
problema, sino el síntoma del problema. Tampoco es cierto lo del cohete y el satélite. Si de verdad funcionaran
así, los gringos los hubieran usado contra enemigos que, en su opinión, son más peligrosos que nuestro 'Mono
Jojoy'. Varias 'tormentas del desierto' con todos los fierros de la más avanzada tecnología bélica no han
servido para tocarle un pelo al dictador iraquí Saddan Hussein en sus palacios de Bagdad. Ningún
cohete inteligente ha sido capaz de encontrar la fortaleza del terrorista Oman bin Laden en las montañas de
Kabul. Karadzic, el criminal de guerra serbio, sigue haciendo contrabando de armas y de cigarrillos Marlboro
desde su mansión de Pale, a un tiro de piedra de las tropas de la Otan. Y no hablemos de los narcos. El
famoso satélite escudriñador y el famoso cohete buscador no existen.Y menos cierto aún es que los gringos
vayan a sacarles las castañas del fuego a los ineptos responsables del establecimiento colombiano. "Son
amigos nuestros, nosotros hablamos correctamente inglés, Andrés hizo un posgrado en Harvard. Son gente
como uno", dicen, ilusionados. Pero eso tampoco es verdad. Más amigo de ellos era el Sha de Persia, mejor
inglés hablaba Ferdinando Marcos de Filipinas, el general Mobutu del Congo había hecho un posgrado en West
Point. Y a todos los abandonaron cuando, por ineptos, ya no les servían. Y se aliaron con el ayatola Jomeini
(el tiro les salió mal: también ellos son bastante ineptos), y ayudaron a la señora Corazón Aquino, y
negociaron con el guerrillero marxista Laurent Kabila en cuanto vieron que Mobutu había dejado de controlar el
Congo. El Sha murió en el exilio, Marcos murió en el exilio, Mobutu murió en el exilio. Y los
establecimientos 'amigos de los gringos' de sus países respectivos fueron ahorcados, o están en el
exilio. Como los cubanos de Fulgencio Batista. Los imperios no tienen amigos, y los gringos no son una
excepción. No son gente como uno. Son justamente lo contrario: por eso son imperios, y no colonias.Por
añadidura, tampoco pueden sacarle a nadie las castañas del fuego cuando las cosas se ponen duras de
verdad. Recuerden aquellas fotos del embajador gringo abandonando Pnom Penh con su bandera doblada
bajo el brazo y los marines desprendiendo a culatazos las manos a los camboyanos amigos de los
gringos _hablaban inglés fluently, tenían un posgrado de Yale_ que intentaban colgarse del patín del
helicóptero. Al cabo de una guerra horrenda, Camboya quedaba en llamas, y las castañas en manos de Pol
Pot. Si intentaran hacer lo mismo aquí (esa invasión 'liberadora' _es decir, represora_ con que sueña
nuestro establecimiento, y que a pesar de todo preparan los generales del Pentágono por si los políticos los
dejan), el resultado sería el mismo: la 'guerra patriótica' de que habla 'Tirofijo', que dejaría a Colombia tan
destruida como dejó a Camboya.A la siguiente generación, los gringos les cobrarían indemnizaciones de
guerra a los hijos de 'Tirofijo', como hoy se las cobran a los herederos de Pol Pot. Pero ese ya sería problema
de ellos.No hay remedio indoloro y fácil que venga de afuera, de la tecnología gringa. El remedio sólo puede
venir de adentro, y tiene que ser para la enfermedad, no para el síntoma. Ese remedio _lento para todos,
doloroso para el establecimiento_ se llama justicia social. Es el único remedio que no se ha intentado para los
males de Colombia en estos 50 años, en estos 500 años.