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El tiempo de los nuevos

Un positivo relevo generacional se está produciendo en el Congreso de la República para beneficio de la democracia.

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
27 de diciembre de 2014

Semanas antes de las elecciones parlamentarias dije en este mismo espacio que el abanico de buenos candidatos para el Congreso era amplio y que al contrario de lo que muchos aseguraban, acudir a las urnas masivamente en esos comicios era una obligación de todos. Había, en efecto, de dónde escoger y aunque lamentablemente algunos de los nombres que mencioné en esa columna terminaron quemándose, otros lograron ser elegidos y no han sido inferiores a las expectativas de sus votantes.

En ese mismo artículo de opinión escribía que lo mejor estaba por pasar, no por cuenta de los mismos cinco dinosaurios que volvían al capitolio después de varias décadas de haber estado allí, sino gracias a la gente que por primera vez obtendría una curul en el parlamento. El vaticinio, afortunadamente, se cumplió. Los primíparos de Senado y Cámara han sacado la cara en este año que termina, mientras que los repitentes ya no provocan ninguna emoción.

Ni Gerlein, ni Serpa, ni Robledo, ni el propio Uribe han tenido actuaciones siquiera comparables con las de Claudia López, Iván Duque o Carlos Fernando Galán para nombrar sólo algunos. Por el contrario, lo que ha ocurrido en la legislatura que acaba de concluir es que los que se suponen más curtidos se han convertido curiosamente en los más irrelevantes.

A Serpa le falta poco para que lo retiren de la dirección del partido y pongan en su reemplazo a una congresista con más bríos como Viviane Morales. El senador Gerlein ha pasado, lamentablemente, más tiempo en el médico que en la comisión de la que hace parte, Uribe se obsesionó con su cuenta de twitter y Robledo ha perdido brillo mediático y para recuperar algo de esa atención no le ha quedado más remedio que sumarse a la estrategia de Benedetti o Roy y armar frasecitas efectistas que de vez en cuando generen algo de ruido.

En cambio, con la presencia de congresistas como Paloma Valencia, Iván Duque o Federico Hoyos, del Centro Democrático, Claudia López y Angélica Lozano de la Alianza Verde, Carlos Fernando Galán y Rodrigo Lara de Cambio Radical, Clara Rojas del Partido Liberal, Alirio Uribe del Polo Democrático y David Barguil del conservatismo, al Congreso han llegado temas y debates de calidad y comienzan a impulsarse reformas de hondo calado gracias al trabajo de los más nuevos.

Un positivo relevo generacional se está produciendo en el Congreso de la República para beneficio de la democracia colombiana. Sin pretensiones, sin mucho ruido, lento y progresivo pero firme y ojalá irreversible. Los mencionados y algunos más, nos pusieron este año a hablar de otros nombres, a pararle bolas a otra gente.

Pero el esfuerzo de esta nueva generación de congresistas apenas comienza y no puede ser flor de un día. Este sólo será el tiempo de los nuevos, si aquellos parlamentarios se comprometen a tomar distancia real de ese viejo país político que muchos colombianos queremos dejar atrás. Para ello tendrán que arrancar por no dejarse meter en las rencillas tontas y en la lucha de egos de la que han hecho parte sin excepción quienes les preceden. Ir por la sustancia y no apenas por la forma.

Mientras la justicia en Colombia se sigue ganando solita su 83 por ciento de descrédito, el Congreso debería ir subiendo de imagen en la medida en que los esfuerzos de esta nueva cochada de representantes y senadores se mantengan en el tiempo y generen el impacto suficiente para devolverle la fe a los ciudadanos en la política. ¡No nos defrauden, por favor, en el año que viene!


Twitter: @JoseMAcevedo

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