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El viudo del poder

Es tal su congoja que el ex presidente Samper anda inventándose candidaturas presidenciales todos los días, con una facilidad pasmosa

María Jimena Duzán
21 de febrero de 2009

Varias veces me he preguntado en qué aguas andará abrevando el ex presidente Ernesto Samper desde que hace tres años, una jugada suya -la de traer al ex presidente César Gaviria a que ocupara la jefatura del Partido Liberal-, concebida para consolidar su ascendencia en esa colectividad, terminó en un clásico autogol, menguando seriamente su poder de jalar los hilos en el liberalismo. Desde entonces, al ex presidente Ernesto Samper se le ve como alma en pena, añorando el bastón de mando que ya no tiene dentro del liberalismo, sin acabar de entender en qué momento se convirtió en un viudo del poder.

Un día se le ve como Rodrigo Rivera, uribista de derechas, empuñando la tesis de que el Partido Liberal no puede hacerle oposición a un Presidente que salió de las canteras del liberalismo, o más precisamente de las del Poder Popular que él mismo comandó en su gloriosa época pre-elefante y al otro, se le ve al lado del alcalde del Polo Democrático, Samuel Moreno, quien lo ha acogido como un gran consejero, dándole puestos y algo de poder; un día se declara partidario de la reelección del presidente Uribe y aspirante a embajador en Francia -bueno es recordar que Samper estuvo de acuerdo con el articulito- y al otro intenta salir en fotos con Lucho Garzón y Alfonso Gómez Méndez, insinuando una alianza de centro izquierda -que en realidad nunca existió-, y a la que él quería sumarle en el colmo de los colmos, el nombre de Germán Vargas Lleras como si el senador bogotano tuviera algo que ver con la centro izquierda. ¿Quién entiende por estos días a este Samper errático y nostálgico del poder?

Ahora bien. El hecho de que el ex mandatario vaya de un lado al otro buscando su Yin y su Yan, tratando de navegar entre la oscuridad y la luz, no significa que haya perdido del todo su poder de poner la pica en Flandes. Aunque ya no tiene la influencia de antes, aún le quedan alfiles del samperismo desde donde se ha dedicado a torpedear las iniciativas del presidente César Gaviria, sin duda su Némesis y su más grande obsesión. Ese es el caso del alcalde Samuel Moreno y del senador del Polo Democrático, Jaime Dussán. En la penosa época del 8.000, ellos fueron dos de los senadores que más lo defendieron. Tanto fue así que resultaron siendo los autores de una ley que readjudicó nuevos espacios en la televisión muy cuestionada en su momento porque castigó a los medios que lo criticaron mientras que favoreció a los que lo apoyaron, mejor conocida como la ley Marta Catalina Daniels. En una de las nuevas programadoras que fueron otorgadas, Unitv, ellos, los dos senadores, terminaron teniendo sorpresivamente una inusitada influencia.

Lo cierto es que hoy sus antiguos copartidarios le han abierto al ex presidente Samper un espacio de poder en la Alcaldía desde donde él ha conseguido ganar algunas batallas: ha logrado evitar con relativo éxito un acercamiento entre el Polo y el Partido Liberal y ha hecho hasta lo imposible para impedir que Lucho Garzón tienda puentes con César Gaviria.

Sin embargo es tal la congoja y la viudez del poder, que el ex presidente Ernesto Samper anda inventándose candidaturas presidenciales todos los días, con una facilidad pasmosa. Que sepamos en los últimos meses ha lanzado a Edgardo Maya, a Piedad Córdoba, a Juan Fernando Cristo en el liberalismo y mis fuentes dicen que hasta anda emplumando la candidatura presidencial de Iván Moreno en el Polo Democrático, acto sin duda audaz, aunque no tanto como el de haberse lanzado a sí mismo por el simple prurito de retar a César Gaviria, como lo hizo en la entrevista que le concedió a María Isabel Rueda en El Tiempo. A estas horas debe estar contento con el opinómetro que publicó ese mismo diario la semana pasada, en el que sale levemente por encima de Gaviria en materia de candidaturas y debe andar pensando en que la suya es realmente viable. Para un ex presidente que tiene sobre sí el legado de haber producido la crisis ética más grande del liberalismo en los últimos tiempos, su capacidad de mirar las cosas bajo otros prismas no deja de ser admirable. Señor ex presidente, si me lo permite: de parte de Dios, de parte del diablo, ¿qué diablos quiere usted?.

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