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¡La gran estafa!

La suerte está echada, la pista para el castro-chavismo despejada, pero no podemos callar lo que es evidente y descarado de las pasadas elecciones al Congreso.

Guillermo Rodríguez M., Guillermo Rodríguez M.
17 de marzo de 2014

Nunca antes se había cuestionado tanto el sistema electoral colombiano, nunca existieron tantas pruebas como las que hoy son de público conocimiento, en las que queda más que evidente el poder mezquino y oscuro de quienes controlan el poder electoral. La democracia ha sorteado los más difíciles acontecimientos en los últimos seis meses, no sólo por cuenta de los desparpajos del Consejo Nacional Electoral sino que ahora se suma la más vil de todas las falacias. Atrás quedaron las argucias de media noche y los tumbes soterrados, el descaro desmesurado y la conspiración del poder corruptor se hizo en frente de todos.

El viejo y conocido adagio de los caciques, “el que escruta elige”, es cosa del pasado. La trapisonda abierta a los adversarios del régimen tiene el tamaño del elefante del 8.000, ese mismo que ayuda, apoya y concierta el apaño. El adagio pasó las fronteras, las fronteras del más descarado robo a la voluntad de millones de colombianos. Basta examinar cómo cientos de formularios del preconteo electoral a lo largo y ancho del país fueron adulterados para favorecer a los nuevos “padres de la patria”, a esos que se eligen en donde solo está el 2 % del censo electoral. Pero como arte de magia esas mismas latitudes logran darle escaño a ilegítimos siete senadores.

El tema no es novedad en Colombia. Hace apenas cuatro años, las mismas denuncias florecían. Para entonces se logró establecer que existía una Registraduría paralela, se supo que se alteraron todas las cuentas del Senado elegido en el 2010, se denunció pero pocos fueron los resultados. Podemos afirmar sin temor a equívocos que los delitos más perversos son aquellos que se ejecutan contra la democracia, esa misma que ha sido tan pisoteada por bandidos de manga larga y de bota pantanera; pero más calamitoso es saber que el ratón cuida el queso. Tenemos un militante político como registrador nacional.  

Carlos Ariel Sánchez, ese hombre “honesto” y “preocupado” por la democracia, afirma que lo que se denuncia es inexistente. Cientos de E-14 adulterados en todos los departamentos de Colombia, en donde se prueba que al Centro Democrático lo estafaron, que a la mayoría de los colombianos nos estafaron por cuenta de una caterva de ayatolas que se morirían de pavor al saber que el pueblo de Colombia quiere a Uribe, que las tesis de él se identifican con el sentir de millones de colombianos. Pero lo que más molestaba a la pandilla estafadora era saber que el Centro Democrático logró interpretar lo que los colombianos quieren y conocen.

La historia se repite como el 2010, con el agravante que tenemos un militante político como registrador, tenemos un Consejo Nacional Electoral gobiernista. En el 2010, la firma Procesos Electorales S.A. ofreció a cientos de candidatos que no alcanzaron a entrar al Congreso sus servicios de “orientación a testigos electorales”, vigilancia de los escrutinios y cuanta maturranga existe para transformar la voluntad popular. Esa firma, de la cual se cuestionó al militante político por su cercanía a él, cobraba entre 500 y 1.500 millones de pesos por la asesoría y acompañamiento. Para entonces, una de tantas estipulaciones que hacían para sus servicios era que el saldito podían pagarlo contra entrega de credenciales de congresista.

Tanta vagabundería y nadie dice nada. Si eso pasó hace escasos cuatro años, no queremos pensar qué sucedió el domingo 9 de marzo, en donde la voluntad de colombianos incluida la suya y la mía fueron alteradas de manera descarada. No sólo por la sed de poder de una minoría, no sólo por mantener la estantería de quienes hoy detentan ríos de leche y mermelada, sino también por un orgullo y soberbia de la cual la historia no querrá recordar. La suerte está echada, la pista para el castro-chavismo despejada, Unasur es veedor de nuestras elecciones, pero no podemos callar lo que es evidente y descarado.   

Corolario: Las opciones del candidato presidente para que sea reelegido cada día son mínimas. Siente pasos de gigante, siente que le van a quitar lo que tanto anhela y por lo que perdió la razón, nuestra opción es cohesión y apoyo para retomar el rumbo.

En Twitter: @GuilloRodrig
*Abogado, Director Ejecutivo Gobierno Seguridad y Desarrollo.

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