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Las elecciones de los chinos

China se aleja de visiones moralistas y plantea sus relaciones con los latinoamericanos en otros términos y con la claridad de que tienen mucho por ganar llenando espacios que los Estados Unidos han abandonado o han perdido en América Latina.

Mauricio Carradini, Mauricio Carradini
7 de enero de 2018

El 2018 es un año trascendental en América Latina: se definirá el rumbo político y económico de varios países para sus próximos años y con esto se reacomodarán las fuerzas e influencias en la región.

Nuevos presidentes en Chile, Costa Rica, Cuba, Paraguay, Colombia, México, Brasil y Venezuela harán que el 72 por ciento de latinoamericanos con el 78 por ciento del PIB de la región estén definiendo su futuro en los próximos 12 meses. Bueno, en Cuba nada va a cambiar y en Venezuela con la farsa dictatorial que tienen montada los amigos de las Farc, de Piedad y de Petro, pues ni siquiera se sabe si efectuarán las elecciones.

América Latina parece importar cada vez menos a los Estados Unidos mientras que para China y Rusia es un universo de oportunidades económicas y geopolíticas y se acercan lo más posible.

En el ajedrez del poder mundial, Rusia distrae a los Estados Unidos en Europa, mientras que China se ocupa de hacer lo mismo en Asia. Pero la proyección de poder chino se extiende más allá de lo político y lo militar y para América Latina desde hace años viene implementando un plan que pasa por cambiar la percepción de su régimen y sistema, por acercarse cultural y socialmente, y por comprometer a los países en proyectos de infraestructura y desarrollo financiados por ellos.

El nuevo milenio ha traído una creciente pérdida de autoridad moral de los Estados Unidos para la promoción de sus intereses en Latinoamérica, en donde de por sí, ya no lograba las mejores relaciones debido a las aventuras contrainsurgentes. Han perdido la autoridad moral como modelos de democracia, como garantes de seguridad interna e internacional, han perdido autoridad moral en la lucha contra las drogas, en el respeto a los derechos humanos y la situación solo puede empeorar ahora con un presidente a quien no le importa América Latina -y además ha demostrado desprecio por los norteamericanos de origen latino-, y quien no infunde respeto debido a su ignorancia, fanfarronería y patanería.

China se aleja de visiones moralistas y plantea sus relaciones con los latinoamericanos en otros términos y con la claridad de que tienen mucho por ganar llenando espacios que los Estados Unidos han abandonado o han perdido en Latinoamérica. No es coincidencia que el presidente Xi Jinping haya visitado la región en varias oportunidades, pues abiertamente han dicho que planean ser el primer socio comercial, -ya lo son en varios países-, y para ello han firmado decenas de acuerdos bilaterales. Con el comercio viene la venta de armas y equipo militar, como ha ocurrido en Venezuela y Bolivia, un sector comercial donde claramente inquietan a los Estados Unidos.

En octubre pasado se efectuó el Congreso Nacional del Partido Comunista Chino, evento que ocurre cada cinco años, y en donde por primera vez China reconoce y habla de su posición como potencia mundial, aunque sea de esa manera tan discreta y cuidadosa con la que se hacen algunas declaraciones en esos congresos.

En un año de elecciones, con candidatos de todos los espectros tratando de conquistar electores en países que necesitan modernización e inversión en obras públicas, China tiene mucho qué ofrecer para ganar el favor de los candidatos y futuros presidentes. Claro, no a cualquier costo: en Venezuela, Rusia refinanció la gigante deuda hace dos meses y China se distanció y declaró confiar en que pueden seguir pagando.

En las próximas semanas se sabrá qué pasa con el Nafta, y es posible que en una de sus bravuconadas ignorantes Trump arruine el tratado, y entregue a los brazos de China a un importantísimo aliado comercial y estratégico. Se va a requerir mucho más que un muro en la frontera para contener lo que sería una buena alianza entre China y México. Trump causa dolores de cabeza a China alborotando a Corea del Norte y la retribución china puede ser llevar de la mano a un México indignado y resuelto a seguir adelante sin Nafta.

El escándalo de Odebrecht ha ensombrecido tanto los prospectos de campañas políticas con énfasis en proyectos de infraestructura, como las realidades de las financiaciones de esas campañas por parte de empresas constructoras. China no es nueva en esto de aumentar su poder a través de la infraestructura en medio de movimientos anticorrupción: durante más de una década no ha dejado de aumentar su influencia en África financiando y construyendo proyectos por todo el continente.

Como empieza 2018, no nos extrañe que pronto tengamos a China realmente de primer socio comercial de los latinoamericanos y los prospectos de los primeros coches de marca mexicana con tecnología china.