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Empobrecimiento cultural

En opinión de Alejandro Gaviria la cultura solo debe ser promocionada por la mano invisible del azar: un niño que se encuentra un libro en la basura

Antonio Caballero
16 de septiembre de 2006

Al circo del gobierno le han empezado a crecer al tiempo todos los enanos. El uribismo paramilitar, que de confianzudo ha pasado a respondón. El uribismo militar, al que han pillado fabricando atentados para fingir éxitos, como hacía el DAS. El uribismo de notariado y registro, que resultó extorsionista. El uribismo clientelista, que además de cobrar en puestos públicos se deja sobornar por el antiuribismo. El uribismo norteamericano, que no cumple.

Sólo permanece fiel, inasequible al desaliento, el voluntariado uribista de los columnistas de prensa. La semana pasada comenté el caso de Eduardo Posada Carbó, que sigue creyendo que al Presidente hay que creerle aunque diga mentiras porque -explica en su última columna- "las palabras de los políticos (...) sirven para juzgar sus actos". Y no al revés, como simplemente creía yo. Esta vez hablaré de Alejandro Gaviria, que nos regaña a los "exaltados columnistas" que criticamos la anunciada eliminación de las ayudas tributarias a la cultura, la cual en su opinión sólo debe ser promocionada por la mano invisible del azar: un niño que encuentra un libro en la basura.

(La única excepción sería el fútbol, cuya protección activa acaba de garantizar el vicepresidente Francisco Santos al prometer que el sueldo del nuevo técnico extranjero de la Selección -unos sesenta mil dólares mensuales, según los expertos- se pagará a cargo del erario, como en Arabia Saudita).

Decía yo que la supresión de las exenciones a las actividades culturales podía obedecer a exigencias de los Estados Unidos, como casi todo lo que hace o deja de hacer este gobierno. Y me rebate Gaviria afirmando que ese "vaticinio ominoso" sobre la "consolidación del dominio imperial" norteamericano "suena poco creíble" porque "lo mismo están diciendo los avicultores, los hoteleros, los bluyineros y los recicladores". Pero me parece a mí que esa unanimidad no le quita peso a mi diagnóstico (no es un vaticinio: se refiere al presente), sino que, por el contrario, lo fortalece. Muestra que el dominio imperial (ese sí ominoso) lo afecta todo, tanto la avicultura como la cultura, incluida la lengua: de su galopante anglificación se quejaba hace poco otro columnista de prensa, Daniel Samper. Pues somos muchos los que consideramos que esa homogeneización de todos los aspectos de la vida bajo la égida imperial es un empobrecimiento. Empobrecimiento que a Gaviria, a juzgar por lo que escribe, le acomoda, como voy a mostrar a continuación con ejemplos tomados de su columna.

"Me atrevería a predecir que la cultura que defienden los exaltados columnistas es muy diferente a la que consumen", dice Gaviria.

No. "Predecir" -como el "vaticinar" de más arriba- es anunciar por adivinación algo que ha de ocurrir en el futuro: por definición, no se predice ni se vaticina el presente. ¿Quiso decir Gaviria "I would guess"? No lo sé. Pero sí sé que es un evidente anglicismo ese "a la que" en lugar del correcto "de la que".

"Su gran suerte -prosigue Gaviria refiriéndose a García Márquez y otros- fue haberse encontrado con los libros correctos en el momento preciso".

No. Esa frase, o bien está traducida directamente del inglés -the right books in the right moment-, o bien, si la tomamos en su sentido literal en castellano, revela un claro gusto por el dirigismo cultural. Pues en castellano el adjetivo "correcto" significa "hecho según las normas". Por ejemplo, el protagonista de esa fábula sobre el totalitarismo que es Mil novecientos ochenta y cuatro de George Orwell es un funcionario dedicado a reescribir libros y periódicos correctamente: de acuerdo con las normas dictadas por las autoridades.

"Ese tipo de desigualdades no afecta su henchida conciencia social" (la de nosotros los "columnistas exaltados"). No. "Henchida", en castellano, quiere decir "llena" o "rellena". No veo cómo puede ser descrita con ese calificativo una conciencia social, ni en español ni en inglés.

"Caballero incluso dice con desfachatez que ha sido beneficiario de algunas exenciones culturales".

Tampoco. "Desfachatez" significa "descaro o desvergüenza. Comportamiento del que obra sin preocuparse de si lo que hace es lícito o no". Y las exenciones que mencionaba yo son las que (hasta ahora) explícitamente dispone la ley: o sea que acogerse a ellas es lo contrario de ilícito. Pero además me parece que no es desvergonzado haber dicho que esas exenciones que defiendo me han beneficiado personalmente, así sea en modesta escala; lo desvergonzado hubiera sido, por el contrario, ocultarlo.

Creo que la ética funciona del mismo modo en inglés.

Apuntala Gaviria su tesis sobre la generación espontánea de cultura con una cita culta del poeta ruso Joseph Brodsky, no sé si traducida del ruso o del inglés, que dice así:

"Siempre habrá un niño que pesque un libro de una pila de basura en un garaje".

Es una lástima que el libro que le tocó de niño a Alejandro Gaviria no hubiera sido un diccionario.

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