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Las imperecederas enseñanzas de Jesús de Nazaret

Sorprende hoy que los pastores cristianos en el plebiscito sobre la paz del año pasado, a base de mentiras y engaños, condujeran a innumerables de sus fieles a votar contra la paz pactada con las Farc.

Jesús Pérez González-Rubio , Jesús Pérez González-Rubio
13 de abril de 2017

En esta Semana Santa, las imperecederas enseñanzas de Jesús de Nazaret cobran tanta actualidad en la Colombia de nuestros días que deberían hacernos reflexionar a todos. Él fue un apóstol del amor y de la paz. Nada puede hacer realidad estos valores, como aplicar su principio de no hacer a los otros lo que no queremos que los otros nos hagan. Es decir, respetar y no agredir al prójimo, al vecino, al amigo, al enemigo, al compañero, y procurarles todo el bien que queramos para nosotros mismos. Y hay que hacerlo, no importa si el otro es Judío o Musulmán, ateo o creyente, Católico o Protestante, Cristiano Ortodoxo o Copto, pecador o virtuoso, heterosexual u homosexual. No importa si es comunista o capitalista, si es marxista o liberal, si es fachista o demócrata, si es materialista o idealista, si es campesino o citadino, si es rico o pobre, si es amigo de la propiedad privada y de la libre empresa o de la propiedad colectiva. Es que en la concepción de Cristo todos somos hijos de Dios.

El corolario natural de este principio no puede ser otro que el mandamiento que nos legó de amaos los unos a los otros. Por eso sorprende tanto que en Colombia se hubiera usado los púlpitos para predicar el odio y aún la muerte en contra de quienes profesaban creencias liberales en el siglo XIX y comienzos del XX. Y sorprende hoy que los pastores cristianos en el plebiscito sobre la paz del año pasado, a base de mentiras y engaños, condujeran a innumerables de sus fieles a votar contra la paz pactada con las Farc. Sobre la paz cristiana dice Joseph Ratzinger, Benedicto XVI:

“En un amplio arco de textos —que van desde el Libro de los Números (cap. 12), pasando por Zacarías (cap. 9), hasta las Bienaventuranzas y el relato del Domingo de Ramos— se puede reconocer esta visión de Jesús como rey de la paz que rompe las fronteras que separan a los pueblos y crea un espacio de paz «de mar a mar»”. (Jesús de Nazaret, Planeta, p.39)

También sorprende en la historia de la humanidad que la iglesia, fundada por quien predicaba: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44), terminara construyendo un aparato de muerte, de tortura, de oscurantismo, de odio y de exclusión como lo fue “La Santa Inquisición”. Pocas veces en la historia ha habido una mayor muestra de intolerancia. Me parece oportuno traer a cuento la siguiente opinión de Hans Kelsen:

“Los ideales morales más elevados se han visto comprometidos por la intolerancia de los que luchaban por ellos. En las hogueras de la Inquisición española, que defendía la religión católica, se sacrificaba no sólo a los herejes, sino también uno de los preceptos más nobles del cristianismo: ´no juzguéis y no sereís juzgados´… Si la democracia es una forma justa de gobierno, lo es porque supone libertad, y la libertad significa tolerancia. Cuando la democracia deja de ser tolerante deja de ser democracia. Pero ¿puede la democracia ser tolerante en su defensa frente a las tendencias antidemocráticas? Sí, puede en la medida en que no debe suprimir la expresión pacifica de las ideas antidemocráticas. Esta tolerancia distingue la democracia de la autocracia”. (¿Qué es justicia?, Ariel, 1.992, Págs.61 y 62)

Perdóneseme una digresión: A la luz de estos conceptos es un acto de intolerancia, de autoritarismo, la modificación que en el 2.009 mediante el A.L. No.1 de ese año se hizo del a.107 de la Constitución en el sentido de que “Los partidos y movimientos políticos se organizarán democráticamente”... En la originaria Constitución del 91 se garantizaba a sus parciales la libertad de organizarlos según su leal concepción política, saber y entender. Esta idea democrática y liberal fue reemplazada por la autoritaria que he comentado con el resultado de que aún los partidos fachistas, comunistas y nazis tienen que organizarse democráticamente. Los obligan a ser inconsecuentes con ellos mismos.

Como acabamos de verlo por las enseñanzas de Kelsen, las expresiones antidemocráticas de carácter pacífico tienen que ser toleradas en los países democráticos, so pena de ser una democracia intolerante, es decir, de no ser una democracia. Seguramente esta expresión autoritaria contó con el apoyo del partido Liberal, que ha perdido su norte ideológico como lo demuestra este hecho y su intención de aprobar el voto obligatorio y el referéndum contra la igualdad de oportunidades que impulsa la senadora Viviane Morales, paradójicamente dirigente de ese mismo partido. ¡Y después hay quien se sorprende de que este partido todos los días pierda su puesto en el ámbito nacional, a pesar de que conserva muchos puestos! Es que también ha dejado de ser “una coalición de minorías”, lo que le permitía conservar las mayorías entre todos los partidos.

Y permítaseme despedir este artículo con el siguiente comentario de Ratzinger sobre la séptima bienaventuranza que dice: «Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9)

“La paz tiende a la superación de las fronteras y a un mundo nuevo, renovado por la paz que procede de Dios. El mundo pertenece al final a los «humildes», a los pacíficos, nos dice el Señor…Cuando el hombre pierde de vista a Dios fracasa la paz y predomina la violencia, con atrocidades antes impensables, como lo vemos hoy de manera sobradamente clara”. (Ibídem, p.40)

Quienes se dicen cristianos deberían vivir la religión de Cristo.
*Constituyente 1.991
Abril 13 / 2.017

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