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Encuestas y candidatos

Las encuestas de opinión y de intención de voto no tienen solo un efecto informativo. El diseño de las encuestas y la difusión de los resultados tienen efecto en la misma opinión e intenciones de voto. Es importante ocuparse de esto porque con decenas de precandidatos presidenciales realmente cualquiera puede ganar, y hasta la variable más insignificante va a acabar pesando en la evolución de las campañas políticas.

Mauricio Carradini, Mauricio Carradini
16 de septiembre de 2017

Lo que no es insignificante es que periódicamente aparece punteando las encuestas alguien que no se puede posesionar en cargo público alguno. Petro, una vez más jugando a burlar las leyes y normas colombianas, se candidatiza sabiendo que solamente una medida cautelar de la Corte Interamericana de Derechos Humanos le permitiría asumir el cargo.

Petro tiene derecho de ver hasta dónde puede violar las normas y hasta dónde le alcanza la ayuda internacional para imponerse sobre las leyes colombianas. Lo que no es claro es el derecho -y el fundamento ético-, de las encuestadoras y los medios para incluirlo dentro de las opciones para el cargo de presidente de la república si legalmente no se puede posesionar.

Es cierto que en varias democracias existen los candidatos de protesta y de sátira como desarrollo de la libertad de expresión y de las libertades políticas. Ejemplo el Reino Unido, que en las pasadas elecciones generales tuvo como candidatos a Deditos de Pescado, Elmo y Lord Cabeza de Balde -estos dos últimos en la misma circunscripción de la primer ministro-.  Sí causa gracia, y a la vez confianza en la democracia, ver en la misma foto a estos candidatos compitiendo por los votos (http://tinyurl.com/yblug872).

Es más, existen decenas de casos de animales candidatos -y en casos ganando elecciones-, alrededor del mundo.  Mulas, perros y gatos en Estados Unidos, un perro a la Alcaldía de Marsella en Francia, un Rinoceronte en Sao Paolo en 1958 y un chimpancé en Río de Janeiro 30 años después. Sobresale entre todos ellos el gato Stubbs, alcalde de Talkeetna en Alaska durante 20 años y el cual murió hace apenas dos meses todavía ejerciendo el cargo (http://tinyurl.com/a8l6u4u).

Pero más allá de lo anecdótico de estos casos y la protesta que en casos representan, lo de Petro no tiene nada de ello. Por eso es curioso que lo sigan presentando como opción cuando su candidatura es un despropósito, tanto por el procedimiento como por la persona en sí misma.

Petro sirvió -y serviría-, en el Legislativo pero ha demostrado ser un desastre en el Ejecutivo. En el Congreso fue disciplinado y consistente. Algunos de sus debates e intervenciones fueron interesantes, rigurosos, sólidos, coherentes, con flujo lógico y con sustento tanto teórico como de evidencia. Nótese como todas estas cualidades faltaron en la mayoría de sus ejecutorias como alcalde y esa falta también explica la gran deuda que dejó en cumplimiento de ejecución.

El problema de Petro en el Ejecutivo no es de ideología. Varias personas que tienen su mismo origen lo hacen bien. Muy bien, como Navarro Wolf. Con una buena parte de ellos se puede conversar y debatir, como con Otty Patiño. No hay que hacer esfuerzo alguno para respetarlos y considerar el aporte que hacen a la democracia, al debate político y a la implementación de políticas públicas desde el Ejecutivo. El caso de Petro no puede ser más distinto. Su problema  en el Ejecutivo es de ejecución. Abandonado rápidamente hasta por sus compañeros de lucha en el M-19, simplemente demostró ser incompetente.

Adicional a su incompetencia, falta de formación y experiencia administrativa, su estilo pendenciero y  el discurso de resentimiento social y de clase hace que los problemas sean simplificados a una lucha entre ricos y pobres. Y ahora que se tiene evidencia de su incompetencia busca escudarse en fantasías de conspiraciones de poderosos para explicar el rechazo que genera y los reclamos de diferentes funcionarios para que cumpla la ley y pague las sanciones que se le han impuesto por sus desastres administrativos.

Petro no se puede posesionar mientras no cumpla con las sanciones disciplinarias y fiscales que le han sido impuestas, pero claro, ya debe estar listo el concepto leguleyo por el cual no se le prohíbe ser candidato y si gana, "ya veremos". Si las encuestadoras y los medios se prestan al juego de la brecha entre candidato y funcionario posesionado, ¿por qué no poner a Uribe en esas mismas encuestas? El argumento es el mismo: Las inhabilidades son para ser presidente, no para ser candidato a la Presidencia.

Como están las cosas hoy, tienen la misma posibilidad de posesionarse los dos Petros: el perro de Vargas Lleras y el destructor de Bogotá. Viendo el éxito del gato Stubbs, ¡que nos pongan al perro en las encuestas! Ya están todos los sapos y lagartos, así que es el único que falta por lanzarse.

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