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Es mejor Bush

La familia Bush tiene millonarias inversiones en América Latina. O sea que Bush tendría gran interés en cuidar su patio trasero.

Semana
6 de noviembre de 2000

En Colombia ha existido el mito de que nos va mejor con un presidente de Estados Unidos demócrata que con uno republicano. Y si eso se cree es porque los grandes acercamientos con América Latina los han producido los presidentes demócratas, como el que hizo Roosevelt con su Política del Buen Vecino, o Kennedy con su Alianza para el Progreso, o Carter con su apoyo a la devolución del Canal de Panamá, para no mencionar el Plan Colombia, al que Clinton le puso todo su empeño.

¿Pero, significa esta tradición que a los colombianos nos conviene más que las próximas elecciones las gane Al Gore, el actual vicepresidente que irradia experiencia y domina magistralmente las cifras, y no George W. Bush, el gobernador de Texas que tiene —parece que más injusta que justamente— fama de bruto y de ignorante?

Pues parece que es todo lo contrario. Que a Colombia le va mejor con Bush que con Gore, por unas razones clarísimas.

En primer lugar, Gore es extremadamente sensible a los intereses de los sindicatos norteamericanos, que tienen una agenda claramente proteccionista, lo que es totalmente ajeno a los intereses comerciales de Colombia.

Así, mientras los republicanos hablan sin complejos de los “mercados globales”, los demócratas condicionan el comercio a todo tipo de requisitos laborales y ambientales. Y mientras en Gore es evidente la falta de interés por una estrategia comercial con América Latina, Bush se ha comprometido a pedirle al Congreso la autoridad para negociar por una vía rápida acuerdos comerciales con los países latinoamericanos.

En segundo lugar, en la agenda política de Al Gore figura Latinoamérica muy por debajo de temas como el del Medio Oriente y Europa. En contraste, tanto George Bush como su hermano Jeb son gobernadores de dos de los estados con mayor influencia latina, como son Texas y la Florida. El segundo de los hermanos está casado con mexicana, y la familia Bush tiene millonarias inversiones particulares en energía y comunicaciones en Latinoamérica. Como quien dice, Bush tendría gran interés en cuidar su patio trasero.

En tercer lugar, para Gore tiene prioridad el tema de los derechos humanos sobre los temas de orden y seguridad nacional. Ello, que le serviría más a las Farc que al gobierno colombiano, se manifiesta de manera totalmente contraria en Bush, para quien las consideraciones estratégicas no deben supeditarse automáticamente a los derechos humanos. Bush es menos sensible que Gore a las presiones de las organizaciones no gubernamentales, que por lo general ven la violación de los derechos humanos desde el lado estatal y no desde el lado de la subversión. Si tenemos en cuenta el artículo que sobre este punto y de manera muy estricta se incluyó en el texto del Plan Colombia para supeditar a su cumplimiento el desembolso de los fondos, resulta evidente que las cosas se complicarían mucho bajo un gobierno de Gore, al contrario de lo que sucedería en uno de Bush, que no sería tan exigente en este campo.

Pero en lo que los analistas coinciden casi por completo es en que si finalmente Al Gore gana las elecciones, lo que sí no puede sucedernos de ninguna manera es que el Congreso de Estados Unidos quede en manos demócratas.

Los congresistas norteamericanos tienen una enorme influencia en la política exterior de su país. Si las comisiones parlamentarias claves quedan en manos demócratas, es casi seguro que las cosas se le compliquen gravemente a Colombia, como se hizo evidente por la forma como los líderes de esta bancada se le atravesaron al Plan Colombia hasta el punto de que, de haber sido mayoría, lo habrían hundido.

Aunque sus enemigos han podido vender la imagen de que este ex entrenador deportivo, como decíamos atrás, es bruto e ignorante, Bush ha mostrado excelentes resultados como gobernador de Texas —lo que no es nada fácil de lograr, porque es un estado petrolero, fronterizo, de alta inmigración, de alta tecnología y de una extensión siete veces más grande que la de Colombia—, al punto de que sus enemigos no se han atrevido a atacarlo por su gestión.

Si a eso se une el hecho de que ha logrado mantener prácticamente un empate técnico en cuanto a las posibilidades de ser el próximo presidente de Estados Unidos frente a su poderoso rival, la conclusión es inevitable: el bruto es uno.





ENTRETANTO... A Alfredo Iriarte, que en su columna de El Tiempo Rosario Perlas, expresa su indignación con el verbo chatear, ¿cuando nos meliamos George Bush?

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