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Escuchar más y hablar menos es de personas prudentes y sabias

El don divino que la sabia naturaleza y el Dios de los cielos nos han dado al dotarnos de dos oídos y una sola lengua, en la vida real se traduce en que los seres humanos tenemos los oídos para escucharnos más y una sola lengua para hablar lo menos posible.

4 de abril de 2024

Desafortunadamente, tanto en Colombia como en otras partes del mundo, viene sucediendo todo lo contrario, principalmente con algunos gobernantes, servidores públicos y personas con responsabilidades sociales, empresariales y políticas.

Un ejemplo de ello lo constituye el actual Presidente de la hermana República de Argentina, Javier Milei, que equivocadamente se considera el portador de la verdad o el “sumo pontífice” de la libertad y violenta no solo los principios básicos del estado social de derecho, sino también la dignidad del pueblo colombiano y de México al ofender a sus presidentes, quienes, así como él, han sido elegidos democráticamente. En esa misma línea de conducta viene actuando, entre otros, el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, que poco escucha las opiniones críticas o contrarias a su gobierno, respondiendo siempre con la descalificación.

Lo mismo está pasando en Colombia, cuando algunas personas de todos los colores políticos o sociales, de izquierda o de derecha, empezando por el Presidente de la República, y algunos de sus inmediatos colaboradores, frecuentemente descalifican a personas por el solo hecho de tener opiniones críticas a sus actuaciones, por no pensar como ellos o por venir de otras experiencias políticas y sociales.

Lo que más necesitamos en la vida son gobernantes y servidores públicos, a nivel nacional, regional y local, que tengan siempre oídos abiertos para escuchar principalmente las opiniones de personas que piensan diferente a ellos y poder construir coincidencias alrededor de las iniciativas que necesita el país para su desarrollo y bienestar. No olvidemos que saber escuchar más y hablar menos es de personas prudentes y sabias.

En ese camino democrático, decirle al Presidente Petro que escuche más a las personas y hable menos, no significa desconocer los propósitos positivos y la necesidad de que existan cambios políticos, económicos y sociales para lograr una Colombia más justa, democrática y reconciliada.

Lo que pasa es que, si el Presidente de la República y su equipo de gobierno no rinden cuentas públicas de los logros más importantes que han tenido en los 20 meses que llevan gobernando y menos escuchan a la gente, muy difícilmente se pueden valorar avances positivos, como la reactivación del sistema de transporte férreo, el fortalecimiento del poder adquisitivo del peso colombiano con relación al dólar, la baja en los índices relacionados con el costo de vida, como también su empeño en destinar más recursos económicos para la salud, la educación y las comunidades rurales y étnicas.

Esos logros que son palpables, difieren de las propuestas faraónicas como el denominado tren elevado de Buenaventura a Barranquilla o el tren alterno al canal de Panamá, que iría desde el puerto de Turbo, ubicado en la desembocadura del río Atrato en el caribe colombiano hasta Bahía Cupica en el pacífico colombiano. Es de anotar que dicho proyecto férreo tendría un trayecto de unos 200 kilómetros y su construcción, además de ir en contra vía de aspectos ambientales contenidos en el Acuerdo de Escazú, si todo marcha bien, podría tardar hasta el año 2050.

Coincido con el Presidente Petro en sus propósitos de reivindicar el derecho de la población de Buenaventura, del pacífico colombiano y del Chocó a vivir mejor. Aquí lo fundamental es invertir más en educación, cultura, salud, y ante todo tener una política de cero tolerancia con la corrupción, la discriminación y la violencia. De igual manera, contemplar la iniciativa de construir un puerto intermodal que conecte el Caribe al Pacífico colombiano, aprovechando las ventajas naturales que ofrecen los ríos Atrato y San Juan y la comunicación terrestre de 70 km que ya está hecha entre Quibdó e Istmina, en el Chocó. De ahí, en barco, se puede llegar en unas cinco horas a Buenaventura. Para ello, es importante la colaboración de los gobernadores del Valle del Cauca, Risaralda, Chocó y Antioquia, como también de la Armada Nacional.

En esos propósitos, mi recomendación tanto para el Presidente Petro como al Presidente que elijamos en Colombia en el 2026, así como para todos los servidores públicos, incluyendo a los gobernadores departamentales y alcaldes municipales, es que por favor escuchen más a la gente, que hablen menos y que sean conscientes que gobernar tiene sentido si primero es la gente que vive en la parte urbana y rural de cada una de las regiones de Colombia.

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