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Especulaciones de la víspera

La conclusión es que el presidente Uribe logró sostener entre los colombianos la sensación de que entiende sus problemas y siente sus dolores

Semana
27 de mayo de 2006

Escribir columnas antes de conocer los resultados electorales es más peligroso que comerse una paleta de vendedor ambulante en las playas de Cartagena.

Esta, por ejemplo, se escribió el viernes.

Al ex ministro Armando Benedetti le sucedió hace ocho años: una columna suya apareció en El Tiempo el lunes después del domingo de elecciones, dando por hecho que Serpa le

había ganado la presidencia a Andrés Pastrana. Qué oso.

Pero es un oso del que ninguno de los que ejerce este oficio está exento. No hay más remedio que lanzarse al agua y yo lo hago en esta víspera de elecciones, asumiendo que los resultados van a ser como lo predijeron las encuestas.

Si no hay segunda vuelta, el presidente Uribe gana aunque pierda, Serpa pierde aunque gane y Carlos Gaviria gana perdiendo o ganando.

La única apuesta sobre el presidente Uribe que queda por hacer, distinta a la de si ganará en primera vuelta, es si logrará remontar el 53 por ciento de la votación que obtuvo hace cuatro años.

Si no lo hace, pues indudablemente arranca en situación desventajosa, pero eso no logrará bajarlo del pedestal de gran ganador. Por segunda vez obtener la presidencia en primera vuelta es un triunfo incontrovertible. Pero si saca menos votos que en su primera elección, que lo veo poco probable, la culpa la tendrán tres graves errores que cometió durante su campaña: el complot contra Rafael Pardo, cuya autoría aún se desconoce. Haber desempolvado el vetusto enfrentamiento entre comunistas y anti comunistas, que le dio un aire de extrema derecha que cayó muy gordo entre la juventud colombiana. Y haber dejado la sensación de que eludió cualquier enfrentamiento con sus adversarios en un debate de cara al país, lo que jamás lograré entender: ¿Por qué fue capaz de enfrentarse a los más duros interrogantes de los periodistas y no a los de Serpa y Gaviria?

Pasando a Horacio Serpa, ni siquiera ganando, gana. Es decir, que pierde aunque logre quedar por encima de Carlos Gaviria, o sea de segundo y no de tercero. La situación de Serpa fue siempre desastrosa y produjo una estampida interna de su partido hacia otras toldas que al final se volvió casi caricaturesca, porque dejó al descubierto cómo se comporta la naturaleza humana ante los vaivenes de la política. Hasta desertaron de sus filas sus dos anteriores candidatos ¡a vicepresidente!, María Emma Mejía y José Gregorio Hernández.

Lo de Carlos Gaviria es harina de otro costal. Hasta última hora se le vaticinaba una votación cercana a los dos millones. Más sería la locura. Menos, por ejemplo un millón y medio de votos, aún sería extraordinaria, como votación de la izquierda en Colombia. Es una situación gana-gana aunque pierda, así quede de segundo o de tercero.

La conclusión es que el presidente Uribe logró sostener entre los colombianos no la sensación de que entiende sus problemas, sino una más profunda: la de que siente sus dolores. Pero serán cuatro años mucho más difíciles que sus cuatro primeros.

El futuro de Horacio Serpa lo veo muy confuso: Rafael Pardo y Rodrigo Rivera tienen todo planeado para adueñarse de lo que quede del Partido Liberal, con el propósito de recuperar el centro, que se perdió en los coqueteos con el Polo. Pero el ex fiscal Alfonso Gómez y Piedad Córdoba no se quedarán con los brazos cruzados. Y no veo a Serpa jugando papel alguno en esta disputa por la legitimidad del liderazgo liberal.

Pero el de Carlos Gaviria no es más claro: pasado el guayabo del triunfo electoral de la izquierda, las profundas diferencias ideológicas y las rivalidades que habitan en el Polo saldrán inevitablemente a flote, y no hay ninguna razón para que ellas no salpiquen a 'Papá Noel' por cuenta del dilema de las futuras opciones políticas del Partido. Tampoco queda claro que Carlos Gaviria tenga el propósito de retirarse a los confines de su biblioteca con dos millones de votos entre el bolsillo.

Si nada de lo anteriormente analizado resulta, es decir, si se da la improbabilísima posibilidad de que haya segunda vuelta, me queda un consuelo: el de que el ex ministro Armando Benedetti sigue siendo columnista de El Tiempo, aun después del triunfo presidencial, hace ocho años, de Horacio Serpa.

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