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Eurocrisis: El nuevo rescate a Grecia. ¿Se queda corto?

El 21 de Julio el Consejo de la Unión Europea produjo un documento en el que se lanza un salvavidas a Grecia, Irlanda y Portugal. Es un primer paso, dubitativo, en la dirección de una reforma estructural a la eurozona.

Periodista
28 de julio de 2011

El 21 de Julio el Consejo de la Unión Europea produjo un documento en el que se lanza un salvavidas a Grecia, Irlanda y Portugal. Es un primer paso, dubitativo, en la dirección de una reforma estructural a la eurozona.

Han pasado 15 meses desde el primer rescate a Grecia, y sólo por concepto de planes de salvamento se han desembolsado 273,000 millones de euros a los tres países que peor librados han salido de esta crisis de deuda – Grecia, Irlanda y Portugal. Aun así, esta suma de dinero no ha hecho mella en las expectativas de los mercados financieros que perciben a Europa como un lugar riesgoso para invertir.

Las últimas semanas han sido particularmente estresantes en los mercados: los precios de los bonos soberanos de Grecia, Irlanda y Portugal cayeron a niveles nunca vistos en la historia de la eurozona, fenómeno que se contagió al mercado de bonos español e italiano, dos plazas donde los inversionistas, hasta hace poco, se sentían seguros. Por otra parte el precio del oro continúa subiendo – hasta los US$1,625 por onza – y los índices bursátiles de todo el planeta han estado en rojo desde hace semanas.

A los mercados no les importó que en junio de este año el gobierno griego aprobara un paquete de medidas de austeridad por 78,000 millones de euros adicionales para el año entrante. Implacable, Fitch Ratings bajó de nuevo la calificación de riesgo griega al peor nivel disponible antes del de default, lo que cayó como un baldado de agua fría en Francia y Alemania cuyos bancos tienen en su activo más del 50 por ciento de los 200 millardos de euros que adeuda el gobierno griego. Mientras esto sucedía Jean Claude Trichet, gerente del Banco Central Europeo, salió a defender la fortaleza del euro como moneda, y Ángela Merkel, canciller alemana, reiteró el compromiso alemán con la eurozona.

Nada de eso bastó, los inversionistas siguieron castigando la deuda griega, los precios de los seguros sobre ésta subieron hasta indicar que la probabilidad estimada de cesación de pagos era del 90 por ciento para los próximos cinco años. Lo anterior obligó al Consejo de la Unión Europea, órgano en el que participan todos los Jefes de Estado y de Gobierno de la UE, a reunirse el jueves 21 de julio para discutir un nuevo plan de rescate al gobierno helénico.

El plan de rescate ofrecido por el Consejo Europeo tiene tres componentes claves. El primero, igual que los rescates anteriores son 109 millardos de dólares que ofrece la troika en proporciones de participación aun desconocidas. Estos consistirán en créditos de largo plazo (hasta 30 años) a tasas de interés cercanas al 3.5 por ciento anual. Además se suavizan las condiciones de rescates anteriores en términos de plazo y costo, medida que no sólo beneficia al gobierno helénico; también aplica para Irlanda y Portugal.

El segundo componente es una modificación del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera – EFSF por su nombre en inglés – cuyo valor es de 440 millardos de euros. Este fondo, cuya finalidad era atender las necesidades de financiación directa de los países, ahora se puede utilizar también para recapitalizar instituciones financieras con problemas de solvencia y para recomprar bonos soberanos en el mercado secundario como medida para prevenir el contagio del que han sido víctima países como España e Italia.

En tercer lugar – y esta es la verdadera innovación en el paquete de rescate – el sector privado entrará a aportar 54,000 millones de euros durante los próximos 3 años a través de recompras de deuda y sustitución de bonos por otros de mayor plazo, menores tasas a cambio de mejores garantías. Así, los bancos que tengan en su activo bonos del gobierno griego se comprometen a reducir su valor en un 21 por ciento lo que se traduce en una pérdida esperada de 20.6 millardos de euros para estas instituciones. Esta es la primera vez, en los 21 meses que ha durado la crisis de deuda soberana europea, que se involucra al sector privado en un rescate. Esto es un logro, principalmente del gobierno Alemán, en el entendido que no es justo socializar las pérdidas de los inversionistas sin que estos paguen al menos una parte, pues de lo contrario existirán incentivos para que continúen asumiendo riesgos excesivos en el futuro.

En la declaración conjunta en que se reveló el plan de rescate los Jefes de Estado aplaudieron las medidas de austeridad emprendidas por el gobierno griego como necesarias para el desarrollo sostenible del país y se comprometieron a “relanzar la economía griega” – sin especificar el significado de dicha intención. Además declararon que todos los países de la eurozona se comprometen, inexorablemente, a pagar sus deudas y a reducir sus déficits fiscales por debajo del 3 por ciento del PIB antes de 2013. Si bien lo anterior es una declaración de buena voluntad, ni siquiera en las proyecciones del FMI – que se caracterizan por su alegre sesgo al alza – se ve que países como Chipre, España, Eslovaquia, Eslovenia, Francia y Malta vayan a lograr el cometido.

Los mercados recibieron el paquete con cauteloso optimismo. Si bien la probabilidad de default griego en los próximos cinco años se redujo al 72 por ciento Fitch Ratings no hizo esperar una nueva bajada de calificación de la deuda soberana griega al nivel de default selectivo, al menos hasta que se implemente el paquete. A pesar de un aumento en los precios de los bonos europeos, los mercados tienen un mal sabor de boca ante el programa propuesto. La principal preocupación es que el actual tamaño del EFSF no permite prevenir un potencial ataque especulativo contra los bonos españoles e italianos. Por tanto el objetivo del rescate que era resolver la crisis de deuda de una vez por todas se ve truncado.

Una segunda problemática radica en la necesidad de que el paquete de ayuda sea aprobado por todos los parlamentos europeos. Ya ha surgido oposición en Eslovaquia y puede presentarse en Holanda, Finlandia y Alemania, legislativos que tradicionalmente han estado en contra de programas similares pues los acusan de incentivar la indisciplina presupuestal, problema de riesgo moral que se dispara al momento de rescatar a los países fiscalmente irresponsables.

La tercera dificultad tiene que ver con la participación de las instituciones financieras en el rescate. Hasta ahora el Institute of International Finance, entidad que representa a cientos de bancos ante el FMI, ha logrado que 18 bancos europeos se unan al plan de rescate a Grecia. El objetivo es que se unan los tenedores del 90 por ciento de la deuda griega para que la participación del sector privado sea “suficiente”. Si bien, al menos de palabra, los bancos están comprometidos, algunos tienen un incentivo perverso para dejar el rescate en manos de otras instituciones y, al quedarse por fuera, recuperar una mayor proporción de su inversión de la que esperarían obtener si se unieran al rescate.

Hasta el 2 de agosto los mercados tendrán los ojos puestos en Estados Unidos y su irracional techo al endeudamiento. Aun así, en las próximas semanas puede que los mercados europeos vuelvan a sufrir un ataque. Será entonces cuando se evidencie que la crisis exige una reforma profunda que incluya una mayor unidad fiscal y un único mercado de deuda. Eso, sin embargo, es tema de otra columna.

* Profesional en Finanzas y Relaciones Internacionales. Master of Science en finanzas de la Universidad Pompeu Fabra. Profesor Investigador Cipe – Universidad Externado de Colombia.

Twitter: @GermanForeroL

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