Home

Opinión

Artículo

Fallas de origen

Telesur no puede ser independiente. Cuando un gobierno puede influir en las noticias, la información desaparece y da paso a la propaganda

Daniel Coronell
30 de julio de 2005

Muchos de los argumentos para justificar la existencia de Telesur son válidos, pero su financiación lo condena a replicar y empeorar los vicios que pretende combatir. Es cierto que la visión del Primer Mundo predomina en la información internacional. Casi siempre nos enteramos de lo que sucede al lado -en Venezuela, por ejemplo- sólo después de que el reporte del periodista ha sido revisado y editado en Washington, Londres o París.

Somos menores de edad en el concierto de la información y nos llega únicamente lo que aprueban los grandes.

Además, quienes determinan qué es noticia, en las centrales de las agencias de prensa, suponen que lo que es bueno para sus mercados locales también lo es para el mundo entero.

Por eso en Colombia estamos más enterados de lo que pasó en el juicio a Michael Jackson que de lo que sucede con las maras en Centroamérica, las pandillas juveniles que son el azote de varios países y que se han nutrido, en buena medida, con desmovilizados de grupos armados ilegales. Saberlo nos permitiría aprender en cabeza ajena y tal vez evitar que esa situación se sume a los males que ya vivimos.

Es verdad también que el mundo no recibió información imparcial sobre la invasión a Irak, porque los periodistas internacionales viajaron con las tropas de ocupación y sólo vieron lo que les querían mostrar. Cada vez que la prensa sacrifica la verdad -en beneficio de los intereses nacionales, del patriotismo o de otros altos valores- la audiencia termina desinformada.

Lo que no es cierto, en cambio, es que todos los contenidos periodísticos que vienen de Estados Unidos y Europa hagan parte de un discurso único, como pretenden los impulsores de Telesur.

Por fortuna las democracias desarrolladas tienen en el pluralismo informativo uno de sus pilares. No es lo mismo FOX News que CBS, ni Reuters coincide en sus contenidos y enfoques con la Agencia Francesa de Prensa.

Esas visiones diversas garantizan al ciudadano el derecho a formarse un juicio sobre los hechos.

La libertad de información no es una prerrogativa de los medios sino un derecho de los ciudadanos. Sólo hay democracia cuando el hombre del común se entera de lo que pasa en los centros de poder que deciden sobre él. Conocer lo que está sucediendo permite a la gente ejercer el derecho democrático a disentir y a protestar. Así como el de cambiar, con su voto, las situaciones con las que no está de acuerdo.

La prensa está obligada a ser un contrapoder. Su función básica consiste en vigilar a los poderosos para encontrar lo que está funcionando mal, denunciarlo y abrir los ojos del ciudadano. Un deber ineludible y a veces ingrato. El periodismo -ni aquí, ni en Bagdad, ni en Caracas, ni en ninguna parte- le sirve a la gente si se convierte en vocero oficioso del poder. No se puede servir a dos señores.

Por esa razón, Telesur no será independiente. Cuando un gobierno puede influir en las noticias, la información desaparece y le da paso a la propaganda. Cualquier mandatario, incluso el más desinteresado, concibe la información como una herramienta para lograr -o aumentar- el apoyo ciudadano. Le interesa que se resalten unas cosas y se oculten, o disimulen, otras.

El predominio del gobierno venezolano en la propiedad del canal ya sería motivo suficiente de inquietud. El presidente Hugo Chávez compró con petrobolívares el 51 por ciento de las acciones. La prioridad de Chávez ciertamente no es la información. Su meta es reelegirse y ampliar su influencia en Latinoamérica. La ley de contenidos, que en Venezuela se conoce como 'ley mordaza', retrata su percepción del tema.

Como si fuera poco, nombró presidente de Telesur a su ministro de Comunicación e Información. Andrés Izarra, un día antes zar de propaganda del chavismo, declaró que se concentraría en su nueva labor y renunciaría al ministerio "para garantizar que no tuviera el gobierno venezolano injerencia directa sobre el canal y pudiéramos mantener una línea de cierta independencia".

Pero la historia ha demostrado que, cuando se trata de información, "cierta independencia" no sirve de nada.

Noticias Destacadas