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¿Uribe y Cepeda marchando juntos?

Antanas Mockus es un conciliador por vocación. Por eso no caza peleas, y busca apagar incendios cuando el fuego amenaza la vida.

Semana.Com
18 de febrero de 2015

En su recordada conferencia de 1997 Jaime Garzón se burlaba del Artículo 11 de la Constitución, del cual citaba: “nadie podrá ser sometido a pena cruel, trato inhumano o desaparición forzada, ¡imagínese esa vaina! que en una constitución de un país diga eso. Eso es algo así como si uno llega a una casa de vista y dice: ¡por favor no se suene con el mantel!”, decía. Imposible no pensar en la célebre frase de Bertolt Brecht quien medio siglo antes exclamó “Qué tiempos estos que vivimos, en los que hay que defender lo obvio”.

Ese es el objetivo del profesor Antanas Mockus, quien sorprendió al país invitando a marchar a los senadores Iván Cepeda y Álvaro Uribe, como un gesto nacional de reafirmación del valor de la vida. Toda vida es sagrada y todo colombiano es semilla. De fondo es un llamado de atención al relativismo moral de condenar sólo unas muertes violentas y no otras. Las estadísticas demuestran que la guerra que más víctimas produce en Colombia se desarrolla en las calles, al interior de las casas, en las esquinas, en los bares. Preservar la vida tiene que ser la premisa de toda organización política y civil, pero más que eso debe ser el axioma de la vida en comunidad. Por ello la carga simbólica de tener a los máximos contradictores de la política colombiana marchando por la misma causa es tan importante.

Primero, pretende recordarle al país esa obviedad que parece necesario defender: “La vida es sagrada”. Ante las alarmantes cifras de homicidios en nuestro país resulta imperativo reconstruir un tabú alrededor de la vida, o mejor frente al acto de imponer la muerte. Mientras que la tasa mundial está cerca de seis homicidios por cada 100.000 habitantes, en Colombia esa tasa alcanzó los treinta casos por la misma cantidad de habitantes en el 2013. 

Segundo, busca ennoblecer la política a partir de dignificar al contradictor. La intención es acercar dos polos opuestos para que, desde un mínimo común, ratifiquen que la violencia política es inaceptable y que al interior del Estado también es necesario un ejercicio de reconciliación. Es necesaria una condena explícita a la violencia desde los que participan de la política en Colombia.

Tercero, es un mensaje de optimismo, porque éste no es un elemento menor en los destinos de las sociedades. Antanas Mockus es un conciliador por vocación. Por eso no caza peleas, y se ofrece siempre como lo que él llama ‘bombero cultural’. Busca apagar incendios cuando el fuego amenaza la vida. Si Mockus logra reunir a los senadores Uribe y Cepeda por el mínimo común e innegociable de que la vida está por encima de todo, se daría un ejemplo histórico a la ciudadanía. Todo colombiano es semilla, y nunca es tarde para que una semilla malograda empiece a germinar.

* Sociólogo e investigador de Corpovisonarios