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JOSÉ MANUEL ACEVEDO M.

Gerlein y los cavernarios vergonzantes

El problema de nuestros dirigentes conservadores no está en que lo sean sino en que cuando les toca hablar esconden la cabeza o recurren al simplismo o al agravio. ¿Cuántos de ellos llevan un ‘Gerlein’ por dentro y simplemente pasan de agache?

José Manuel Acevedo M.
24 de noviembre de 2012

Sorprenderse a estas alturas con las declaraciones de Roberto Gerlein es tanto como aterrarse de los bandazos políticos de Roy Barreras. ¿No era acaso previsible que el mismo cavernario senador que en 1998 llamó a Piedad Córdoba y a Viviane Morales las ‘vaginas’ del Senado, apareciera ahora con una declaración como la que todos le oímos, o incluso peor?

Debe ser el mal de la corta memoria del que padecemos incurablemente los colombianos o quizás el morbo de la discusión sobre lo irrelevante alimentado en nuestros tiempos por las redes sociales. Nos llenamos de indignación y euforia en momentos como este, pero ¿quién mira más allá?

Las frases efectistas sustituyen los debates de fondo. Así, la legítima discusión sobre el matrimonio gay quedó reducida a lo dicho por el polémico senador Gerlein, de la misma manera que el debate de las basuras en Bogotá terminó resumido en una pelea política entre Gina Parody y Gustavo Petro.

Y es que, de vuelta al tema que nos ocupa, admitamos que ni siquiera hubo debate formal sobre este tipo de uniones en el parlamento. La sesión quedó aplazada y el país con los ojos puestos donde no toca.

Tradicionalmente el Congreso le ha sacado el quite al tema. No se debate ni para negarlo con fuertes convicciones ni para aprobarlo con razones. Al final, siempre quedamos en veremos, igual que ocurre con el aborto y la eutanasia.

Es más rentable para nuestros políticos sacarles el quite a estos espinosos asuntos que exponer públicamente lo que piensan sobre los mismos.

Bocones como Gerlein les hacen gran favor a los congresistas, pues los liberan de pronunciarse, de tomar posiciones sobre temas álgidos, de asumir con argumentos y sin pena sus posiciones.

Tan intolerable como las escatológicas declaraciones del senador Gerlein es el estruendoso silencio de quienes han evadido sistemáticamente los debates en el Congreso.

Les tengo más miedo a los ‘gerlein’ que no conozco que a los especímenes de caverna que revelan en público cuán retardatarios pueden ser, de tal suerte que ya vamos avisados con ellos.

Me molestan más los godos vergonzantes, sin duda. Los mismos que frente a las declaraciones del senador de marras se quedaron mudos y no nos dejaron saber si comparten o no la posición del parlamentario costeño y la forma como se expresó.

La discriminación silenciosa que se traduce en este caso en omisión legislativa ha hecho que la Corte Constitucional decida lo que al Legislativo corresponde.

No se trata de ‘liberalizarnos’ todos sino de dar la cara con argumentos y dejar de eludir discusiones por la cobardía o la comodidad del silencio.

El problema de nuestros dirigentes conservadores no está en que lo sean sino en que cuando les toca hablar esconden la cabeza o recurren al simplismo o al agravio. ¿Cuántos de ellos llevan un ‘Gerlein’ por dentro y simplemente pasan de agache?

Twitter @josemacevedom

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