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La verdad de las mentiras de los niños de las FARC

Colombia se levantó indignada por la violación y el asesinato de la niña Yuliana Samboní. Causa estupor que a estas alturas no haya reacciones de esa dimensión ante los innumerables y graves crímenes de las FARC contra la niñez.

Germán Manga, Germán Manga
30 de enero de 2017

El desafiante y ofensivo incumplimiento de las FARC en la devolución de los últimos niños que vincularon -a las buenas o a las malas- a sus filas no se puede considerar otra más de las imperfecciones del proceso de paz. En el comunicado conjunto 70, del 15 de mayo del 2016, anunciaron el compromiso de sacarlos de los campamentos y facilitar su reinserción. Ocho meses después no han cumplido y el Gobierno no ha realizado ninguna acción para obligarlos.

El reclutamiento forzado, los abusos y atropellos contra menores de edad no son temas secundarios. Entre 1999 y el 2016 el ICBF acogió más de 6.000 niños reclutados por grupos armados ilegales. El 60 % provenían de las FARC.
Un estudio publicado por la Universidad Sergio Arboleda señala que el 47 % de los actuales integrantes de las FARC ingresaron a esa guerrilla cuando eran menores de edad. Muchos fueron separados de sus familias con amenazas o con engaños para vincularlos a actividades criminales –asaltos, emboscadas, siembra de minas, secuestros-. Les enseñaron a usar armas y a matar. Miles de niños que perdieron años irreemplazables, sumidos en una violencia que afectó y transformó sus vidas para siempre.

El Comité de la ONU para los Derechos de los Niños confirma en un documento una denuncia que lanzan reiteradamente diferentes ONG: "…Las niñas reclutadas son sometidas a violencia sexual, de forma sistemática y repetida, incluidos violación, esclavitud, embarazos forzados y abortos…".

Esta revista ha publicado testimonios y documentos de niñas que denunciaron promiscuidad y abuso de sus comandantes que las convirtieron en sus compañeras sexuales. Hay también pruebas documentadas de castigos que padecían en los frentes 35 y 58: “Por perder una gorra una niña de 16 años fue obligada a ir a una montaña y traer al hombro 150 viajes de leña. Otra estuvo amarrada durante dos días por robarse una panela y una bolsa de leche”.

Y lo peor, hay abundantes casos de niños y de niñas que fueron fusilados por “desmoralización” o por deserción.
Frente a estas realidades incontrastables es ridículo que Timochenko, Iván Márquez y otros jefes de las FARC asuman su defensa pasando de victimarios a benefactores.

Argumentan que los reclutados son niños víctimas de la pobreza, de violencia intrafamiliar o de abandono y que fueron acogidos por ellos. La realidad está contenida en expedientes judiciales. La Fiscalía General de la Nación tiene 11.000 casos reseñados y documentados de todo tipo de abusos y al menos 232 casos de niños y niñas que fueron víctimas de delitos sexuales por miembros de la guerrilla, incluidas 214 niñas que sufrieron violaciones, esterilización, abortos forzados y otras formas de violencia sexual. El propio Iván Márquez está señalado como responsable por 180 casos de reclutamiento forzado.

En el proceso de negociación en La Habana las FARC lograron doblegar al Gobierno en escoger como referente para la vinculación los 15 años de edad que determina el Derecho Internacional Humanitario y no los 18 años que establece el Protocolo Facultativo del 2.000 sobre los Derechos del Niño. Hasta ahora no han entregado a los niños, ni siquiera la lista, ni las edades. Cuando lo hagan se verificará si la demora estaba motivada en la espera a que un grupo de ellos cumplieran los 15 años.

Bajo la presión política y mediática de los últimos días las FARC tendrán que actuar. Sea cual sea su respuesta desde ya es inaceptable que afirmen que tienen apenas 23 niños menores de 15 años en sus filas. El ICBF y la Fiscalía coinciden en que son muchos más. Bastaría recordar que a lo largo de los cuatro años del proceso de paz fueron rescatados por las autoridades o lograron huir de las FARC un total de 880 niños que recibieron el amparo del ICBF.

Afortunadamente, ni en la cantidad de casos, ni en la gravedad de lo que hicieron, tienen grandes espacios para mentir. La supuesta indignación de Timochenko, las diatribas de Márquez, las mentiras de Alape y las declaraciones de otros dirigentes de las FARC sobre el tema se estrellan contra el muro de piedra de miles de testimonios de los niños rescatados o desmovilizados y de sus familias que ilustran, sin lugar a dudas, cómo se hicieron los reclutamientos, qué edades tenían cuando ocurrieron, la mala vida que llevaron en las filas y los abusos y vejaciones de que fueron objeto.

La habilidosa estrategia de negociación de las FARC, unida a la postración de los negociadores del Gobierno en algunos temas clave, hizo posible que lograran diluir varias de sus culpas mayores: narcotráfico, secuestro y minas antipersona “con cargo a la paz”.

Sería catastrófico para la sociedad que pasara lo mismo con su aterradora y extensa historia de atropellos contra miles de niños y niñas.
Colombia se levantó indignada hace varias semanas por la violación y asesinato de la niña Yuliana Samboni. Causa estupor que a estas alturas no haya reacciones de esa dimensión ante los innumerables y graves crímenes de las Farc contra la niñez.

La primera sentencia en la historia de la Corte Penal Internacional fue contra el congolés Thomas Lubanga, por reclutar forzosamente a niños, niñas y jóvenes menores de 15 años. En el largo plazo ese podría ser el mecanismo para que se haga justicia en los crímenes de las Farc contra los niños. No es descartable que alguna vez, cuando salgan de Colombia, sus dirigentes sean obligados a responder ante ese tribunal por tantos delitos de lesa humanidad que cometieron durante tiempo prolongado, sin consideración ni piedad y que como todos los que se cometen contra los niños, no tienen amnistía, perdón ni olvido.

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