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Los medallistas olímpicos son héroes solitarios

Caterine Ibargüen dice que el país ha logrado tantas victorias “porque los deportistas se dieron cuenta que sí se puede con lo mucho o con lo poco que nos dan”.

Germán Manga, Germán Manga
19 de agosto de 2016

A pocas horas de la jornada histórica e inolvidable en la que ganó la medalla de oro en los juegos olímpicos, con la que hizo soñar, reír y llorar a todo un país, Caterine Ibargüen dijo que faltó respaldo para muchos de sus compañeros y recordó que algunos tuvieron dificultades para llegar en óptimas condiciones a Brasil.

“Tuve una gran preparación, por eso se notó la seguridad, pero no es solo para mí… Todos necesitan el mismo trato, cuando soy medalla de oro o cuando solo tengo un sueño por conseguirla” afirmó en la concurrida rueda de prensa de la victoria.

Caterine Ibargüen ya forma parte del reducido grupo de los colombianos excelsos, que con su talento y trabajo lograron conquistar el mundo, como García Márquez o Shakira. Pero sería injusto e inexacto decir que representa a las instituciones de nuestro deporte. Su triunfo, como el de los demás medallistas olímpicos de Londres y de Río, es personal y no puede generar aplausos ni felicitaciones, sino por el contrario, reflexiones, reclamos y ojalá cambios en el oscuro sistema que maneja el deporte en nuestro país.

Como ocurrió en Londres, los Juegos Olímpicos de Río son una inmensa fuente de felicidad para los colombianos. En 2012 obtuvimos una medalla de oro, tres platas y cuatro bronces. En Río ya vamos en 3 medallas de oro, 2 de plata y 3 de bronce. Aunque todavía estemos a distancia sideral de los grandes del deporte es emocionante verificar nuestra posición en la tabla, por encima de países como Ucrania, Polonia, Suiza, Sudáfrica y de todos los latinoamericanos con excepción de Brasil y Cuba.

Caterine Ibargüen dice que hemos logrado tantas medallas “porque los deportistas se dieron cuenta que sí se puede con lo mucho o con lo poco que nos dan”. Un comentario apropiado para poner los pies sobre la tierra. Que tengamos un importante cuadro de medallistas no es un logro del Comité Olímpico ni de Coldeportes. Tampoco resultado de un sistema nacional de deporte, sino otro triunfo específico y contundente de Antioquia y Valle. La mayoría de las medallas se relacionan puntualmente con las condiciones excepcionales de algunos deportistas del Pacífico. No hay medallistas de Bogotá, de la costa atlántica (salvo la de Oscar Muñoz en 2012, taekwondista del Cesar), de los santanderes, ni del eje cafetero. El cuadro de ganadores revela que tenemos medallistas olímpicos pero no deporte nacional.

El gobierno ha aumentado notablemente los presupuestos. Invierte en deporte menos que Brasil, Argentina o Chile, pero entre 2011 y 2015 destinó $1,7 billones y Coldeportes, que tenía un presupuesto de $140.000 millones en 2010, dispone de $450.000 millones para 2016. Sin embargo, ese esfuerzo no se refleja en resultados porque no hay política pública sobre deporte y el burocratismo, la ineficiencia y la corrupción corroen a Coldeportes y a muchas federaciones.

Nada desenmascara mejor la madeja de irresponsabilidad, clientelismo, apropiación y despilfarro de recursos públicos que envuelve al deporte como la historia de los Juegos Nacionales. La Contraloría adelanta por estos días investigaciones por 100 mil millones invertidos en Ibagué y 10.000 millones en Quibdó, para citar solo los más recientes. El país está lleno de costosos escenarios deportivos sin uso. Aún sitios como el Centro de Alto Rendimiento de Bogotá, uno de los mejores de Latinoamérica, no tiene el empleo adecuado y su potencial está desperdiciado.

Tampoco hay gerencia. Irresponsablemente el gobierno sacó de Coldeportes a un dirigente deportivo experimentado y respetable y le entregó la dirección, como cuota, a una controvertida y muy cuestionada política.

Si se quejan de falta de apoyo los deportistas de elite, es fácil deducir cómo es la situación de los deportistas o potenciales deportistas de las regiones apartadas.
Con la edad de nuestras actuales figuras es apremiante el reto de formar la generación de relevo, dar apoyo y formación a los niños deportistas y en general a los deportistas de todas las disciplinas, que aún en campos de tantos resultados como el ciclismo, a veces solo cuentan con su familia como único patrocinador. La deplorable y miserabilista práctica de ofrecer “casita” al ganador o a su familia, tiene que desaparecer. Los deportistas merecen y requieren buenas condiciones de vida, ingresos estables y futuro asegurado.

Reclamos recientes al propio Presidente Santos como el del ciclista Winner Anacona “nos hemos hecho solos en este bonito y duro deporte con la ayuda de pocos” o del pesista Oscar Figueroa “...ya hace cuatro años me había prometido lo del Coliseo y lo de la ley del deporte y quiero que cumpla esta vez porque todo eso va a beneficiar a los deportistas, campeones olímpicos y mundiales que ha dado el país”, muestran cómo anda la inconformidad por los incumplimientos.

El Congreso también les incumplió con la Ley del deporte radicada el 5 de agosto de 2015, que reglamentaba el funcionamiento de los clubes y federaciones, creaba estímulos para los jóvenes, incentivos de seguridad social, pensión para viejas glorias con problemas económicos, entre muchos otros temas, pero no fue debatida ni tramitada.

Esta hora de éxitos y de inmensas emociones, une a los colombianos y nos produce, con toda razón, orgullo por lo que puede lograr el talento de nuestra gente. Podría ser también el punto de partida para lograr que la lista de medallistas olímpicos crezca en el futuro a través de darle, por fin, un manejo serio e inteligente a los asuntos del deporte.

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