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La caída de Óscar Iván Zuluaga

El caso Odebrecht deja otra vez al excandidato del Centro Democrático entre la ingenuidad y el pecado, dos terrenos en los que le resultará casi imposible rescatar su prestigio.

Germán Manga, Germán Manga
6 de febrero de 2017

El estallido en casa propia de otro capítulo colombiano del escándalo Odebrecht, uno de los más graves casos de corrupción en Latinoamérica, es un golpe demoledor para la carrera política del exministro de Hacienda Óscar Iván Zuluaga.

Es casi seguro que para preservar la estabilidad de su partido, el futuro político de sus seguidores y su relación con el expresidente Álvaro Uribe, no tenga otra opción que dar un paso al costado y enfrentar en solitario ese incendio que ya les está costando mucho al Centro Democrático y a sus dirigentes.

La explosiva declaración que según la revista Veja entregó a la justicia de Brasil el asesor político brasileño Eduardo Duda Mendonça, que recibió “por la puerta de atrás” un pago millonario de honorarios de Odebrecht por el trabajo que hizo en su campaña, deja otra vez a Zuluaga entre la ingenuidad y el pecado, dos terrenos en los que le resultará casi imposible rescatar su prestigio. Pero además ha desatado un enfrentamiento abierto y agresivo en el Centro Democrático que muestra que nunca se cerraron antiguas heridas que ocasionaron otros hechos ligados a la tormentosa historia de sus candidaturas.

La primera escisión del uribismo se produjo en octubre del 2013 con motivo de la controvertida e improvisada convención que dio la candidatura a Zuluaga. Fue una jugada compleja y discutida que causó resentimientos y rabias en los perdedores, que se hacen evidentes en el nuevo capítulo. Óscar Iván Zuluaga enfrenta ahora la resistencia de uribistas como Alicia Arango y José Obdulio Gaviria. Y la desconfianza de Iván Duque y Fabio Echeverri, que lo acompañaron en su primera aventura y no han disimulado el temor de ser víctimas de otra salida truculenta, respecto de lo cual venían presionando la imparcialidad del presidente Uribe.

Zuluaga recibió hace pocas semanas de la Fiscalía la buena noticia del archivo de su expediente en el caso del hacker Sepúlveda, que le permitió pasar de la defensa al ataque en la búsqueda de la candidatura. Pero fue una euforia efímera. Aun sin la pimienta envenenada de Odebrecht, lo sucedido, más la tormenta jurídica y mediática del escándalo -seis personas ya fueron condenadas por el caso- ocasionaron grandes daños al “asesor espiritual” Luis Alfonso Hoyos y a David Zuluaga, hijo del candidato, representante legal y gerente de la campaña, cuya situación jurídica todavía está a consideración de las autoridades.
El rocambolesco caso del hacker mostró falta de rigor y de autoridad en el manejo de la campaña, cuestionamientos que reviven inexorablemente con las noticias de Brasil. Desde el punto de vista humano es muy complejo para Zuluaga que la denuncia de Veja vuelva a poner en entredicho si fue una buena decisión entregar una empresa de tanta dificultad como una campaña presidencial a un hombre joven y sin experiencia como su hijo, en vez de alguien curtido en las lides políticas, que hubiera contenido y conjurado los peligros y las amenazas.

Pero la peor noticia para él en la semana fue el cambio de actitud del expresidente Uribe quien en menos de 24 horas pasó de exigir respuestas y explicaciones de Duda Mendonça a llevar el caso a la comisión de ética del Centro Democrático, lo que para muchos es la pérdida del respaldo político de su jefe y una especie de abandono abrupto en un mar con tiburones.

El objetivo de fondo para el expresidente Uribe y para el Centro Democrático es ganar la próxima presidencia con base en la buena dinámica política derivada de la victoria en el plebiscito. No les será fácil poner la casa en orden. Los cuestionamientos desde Brasil a la campaña de Óscar Iván Zuluaga tienen muchas respuestas pendientes. Y su eventual salida de la contienda no tranquilizará los ánimos. Sus seguidores acumulan y comienzan a expresar resentimientos por la conducta de Iván Duque en el proceso. Por el tono de sus declaraciones, por su resistencia a acudir a escenarios comunes, por su toma de distancia. Si se retira Zuluaga, es previsible que para enfrentar y contener el creciente liderazgo del joven senador, la respuesta de su gente sea aglutinarse en torno de una nueva opción, Luis Alfredo Ramos -si logra culminar los asuntos pendientes con la justicia- o el exprocurador Alejandro Ordoñez.

Odebrecht es un cataclismo en la política de Brasil y de todos los países por donde se regó su estela de sobornos. En Colombia revivió los debates de la financiación de las campañas como fuente principal de corrupción en nuestra política. Las acciones de la Fiscalía sobre el particular desatarán nuevas tormentas, afectarán los principales partidos y podrán revolucionar el panorama político del país, hastiado de la corrupción.

En el caso del Centro Democrático el talón de Aquiles está en la presencia en todas las historias de Daniel García, el controvertido exfuncionario, protagonista de Odebrecht tanto en el Gobierno como en la campaña, como en el partido, donde aún detenta una posición directiva. Zuluaga expresó hace pocos días en medios de comunicación su aprecio y reconocimiento por su antiguo colaborador, otra salida que creó desconcierto, confusión y nuevas preguntas que no tardarán en ser resueltas. Las investigaciones, indagatorias, capturas y demás decisiones judiciales que se produzcan en las próximas semanas aportarán las respuestas definitivas acerca de cómo se alinearan las fuerzas y si alguien logrará rescatar la candidatura del Centro Democrático del terreno cenagoso y turbio en que se encuentra ahora.

@germanmanga

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