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GOL DE TUNEL

Semana
19 de octubre de 1998

Le faltaron rapidez mental y astucia (y algo de estilo) al presidente Andrés Pastrana al responder la semana pasada la carta del Fiscal General de la Nación. En el cruce de mensaje se abrió la posibilidad de establecer mucho más que la órbita de operación de la Fiscalía y la Presidencia frente al tema de la paz, pero el Presidente decidió reducirla a una discusión en ese único terreno. Todo empezó cuando una revista argentina publicó una entrevista con 'Tirofijo', en la cual el guerrillero cuenta detalles de su encuentro con Pastrana, y en ese marco sostiene que el Fiscal es enemigo de la paz porque insiste en mantenerle una boleta de captura a Alvaro Leyva Durán por el delito de enriquecimiento ilícito. Para Manuel Marulanda Vélez la importancia de Leyva en una eventual negociación es muy superior al peso que le otorga a un simple auto de detención. Alfonso Gómez Méndez le escribió una carta al Presidente fijando su posición personal e institucional frente al proceso de paz, carta que a mi juicio desestimó, no entendió o desaprovechó Andrés Pastrana. El Fiscal pregunta por detalles de la conversación de Pastrana con Marulanda sobre Alvaro Leyva con el obvio propósito de hacer claridad pública acerca de su incapacidad como Fiscal para impedir ese proceso judicial. Pero para un buen entendedor la lectura política de la carta debería haber sido la de que lo que el Fiscal quiere es enviar el mensaje de que es partidario de la negociación política del conflicto armado y que está dispuesto a colaborar hasta donde las normas se lo permitan. El Presidente, en cambio, siente que el solo hecho de que el Fiscal indague sobre el contenido de la charla con el guerrillero es una intromisión institucional de la Fiscalía en un terreno que, como el de la paz, sólo le corresponde al primer mandatario. Y le responde, con dos piedras en la mano, que "hubiera preferido de su parte un canal más directo para tratar temas tan delicados", como diciéndole: "Hombre, Alfonso, me hubieras pegado mejor una llamadita".La pregunta de Gómez Méndez no parecía buscar entrometerse en el proceso de paz ni usurparle espacios al Ejecutivo, y la prueba es que la preocupación del Fiscal se limita a un asunto que tiene implicaciones en un proceso penal, esto sí del resorte de la Fiscalía. Pero el Presidente dejó pasar el gran mensaje de la carta de Gómez Méndez. El Fiscal abrió las puertas de par en par cuando por la vía del ejemplo de lo que haría con Leyva, si se lo pidieran, fijó una posición fundamental para el desarrollo futuro del proceso de paz: a todos los negociadores oficiales de la guerrilla la Fiscalía les suspenderá sus procesos judiciales para facilitar los acuerdos.En todo esto hay algunas actitudes comprensibles. Se entiende que 'Tirofijo', un hombre que ha estado por fuera de la ley durante 50 años y no lo han podido atrapar, considere que una orden de captura no puede ser obstáculo para nada, y mucho menos para negociar con el Presidente de la República. Se entiende también que el Fiscal se ponga nervioso cuando en la prensa internacional aparece mencionado como el gran enemigo de la paz; y se entiende que el presidente Pastrana aproveche la oportunidad que le brindan para marcar su territorio con una entidad tan poderosa como la Fiscalía. Lo que se entiende menos es que se desaprovechen oportunidades de unir fuerzas en la búsqueda de un objetivo común, como la paz, sobre cuya complejidad es inútil hablar por ser tan evidente. Eso fue lo que pasó en este caso. Este episodio no tiene nada que ver con un choque de poderes, y ni siquiera con que la Fiscalía se vaya a convertir en la piedra en el zapato del proceso de paz, como se ha insinuado. Pero sí sirve de enseñanza para situaciones futuras de la misma naturaleza que se tendrán que presentar a lo largo de este complicado camino de negociaciones

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