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A gusto del consumidor

Hay también quienes dicen que esta vez los responsables son agentes de la ultraderecha, interesada en estorbar las posibles, aunque no confirmadas, iniciativas clandestinas de paz con las guerrillas.

Antonio Caballero
19 de mayo de 2012

Tradicionalmente ha sido un tema de comedia de enredo: Como gustéis, de Shakespeare, o Así es, si así os parece, de Pirandello. Lo resumió Campoamor: "Todo es según el color / del cristal con que se mira". Pero aquí es tragedia. De enredo. ¿Quién atentó contra el exministro Fernando Londoño? (Y de paso mató a dos de sus guardaespaldas, y dejó heridos a 20 transeúntes). No se sabe. Depende de quién opina.

"Fue la FAR" -es decir, fueron las Farc- asegura por la televisión el expresidente Álvaro Uribe, de quien Londoño fue ministro del Interior (y de Justicia:increíble). Londoño piensa lo mismo. Y sí, son las primeras y más inmediatas sospechosas, aunque, siguiendo su costumbre, se demoren en reconocer sus acciones de terrorismo urbano. Los partidarios de esa tesis señalan que la bomba-lapa usada en el atentado es una técnica conocida en atentados de la ETA vasca; aunque hay que señalar también que es la misma que han utilizado los servicios secretos de Israel para matar a científicos nucleares iraníes. La tecnología del asesinato no tiene ideología. Por eso hay también quienes dicen que esta vez los responsables son agentes de la ultraderecha, interesada en desestabilizar al gobierno de Juan Manuel Santos para estorbar sus posibles, aunque no confirmadas, iniciativas clandestinas de paz pactada con las guerrillas. De ultraderecha es, claro, el mismo Fernando Londoño. Dados los resultados, no estoy insinuando aquí que se trate de un autoatentado como los que le organizaba a Uribe, cuando era candidato, el buen muchacho de Jorge Noguera, premiado con la dirección del DAS (y luego con la cárcel). Pero sí es cierto que la ultraderecha colombiana nunca ha tenido más escrúpulos que la ultraizquierda. Versiones de prensa han sugerido que la bomba a Londoño fue obra del uribismo extremo, interesado en quitarle protagonismo al gobierno de Santos y a sus anuncios demagógicos demostrando que la inseguridad ha crecido, y olvidando los muchos atentados que hubo bajo el de Uribe.

(Uno de ellos, contra el hoy ministro Germán Vargas Lleras, fue atribuido por el entonces presidente Uribe a "la FAR". Su víctima no creía que así fuera).

También se ha hablado de las 'bacrim', o bandas criminales al servicio del narcotráfico, esa perífrasis que se inventaron para no tener que reconocer que los narcoparamilitares que se iban a desmovilizar no se desmovilizaron nunca. Se arguye que las tales 'bacrim' están preocupadas porque el absurdo engendro de impunidad llamado 'marco para la paz' que cursa en el Congreso (que es copia exacta de aquella 'ley de justicia y paz' que impulsó Londoño bajo el gobierno de Uribe y que me permití llamar aquí 'ley de injusticia y guerra') no las cobija lo bastante; y querían, con el atentado, amedrentar a los parlamentarios. Pero no se necesitaba ahora eso, como lo necesitaron los narcos en tiempos de Pablo Escobar para que fuera rechazada la extradición: la prueba es que el tal 'marco' respaldado por el gobierno estaba siendo aprobado en sexto debate en la Cámara por arrolladora mayoría (127 votos a favor y solo cuatro en contra).

Se han lanzado todas las hipótesis posibles. Inclusive la de un atentado "contra la libertad de prensa". Y sí, claro: Londoño, desde que tuvo que dejar su carrera política por el turbio negocio de Invercolsa, ha sido periodista radial y columnista de periódico sin pelos en la lengua ni en la pluma: desfachatado pico de oro de la extrema derecha. No estoy seguro, sin embargo, de que eso justifique un atentado -ni diez guardaespaldas, ni tres camionetas blindadas-, aunque no sé. Todo puede pasar en este país, por absurdo que parezca.

Porque aquí a nadie le ha temblado nunca la mano para ordenar los más espantosos crímenes, desde la izquierda o desde la derecha. El magnicidio: exitoso como en el caso del mariscal Sucre, del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán o del conservador Álvaro Gómez; o fallido como en el de Simón Bolívar o el del presidente Rafael Reyes. O el genocidio. No voy a agotar los renglones de este artículo enumerando todos los que han tenido lugar a partir del genocidio fundacional de la Conquista y hasta el que acaba de emprenderse contra los campesinos beneficiados (es un decir) por la restitución de las tierras robadas al amparo de ese otro genocidio que... Para qué seguir: todos son el mismo.

Y no tienen cara de agotarse pronto. Desde la clínica en donde se recupera de las heridas sufridas, Fernando Londoño anuncia que seguirá "luchando por la verdad". Por su verdad. Pues como sucede con los actos de violencia, aquí hay verdades para todos los gustos.

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