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¿Habrá paz para la prensa?

La firma del acuerdo de paz y su puesta en marcha puede que traiga un alivio para la prensa. Después de todo, el conflicto ha tenido una cuota importante en la violencia contra el periodismo en las últimas décadas

FLIP ., FLIP .
8 de febrero de 2016

Mañana, 9 de febrero, es el día del periodista. Al mismo tiempo, falta poco más de un mes para que los titulares de todos los medios de comunicación se enfoquen en una sola noticia: el acuerdo de paz.

Poder cubrir ese momento histórico debe ser emocionante para muchos. Tal vez es el titular con el que más periodistas han soñado contar. Pero mientras tanto, el miedo sigue siendo dueño de las salas de redacción. Las agresiones físicas, la impunidad y las presiones económicas y judiciales están vivas.

Esto se ve reflejado en el informe anual de la Fundación para la Libertad de Prensa-FLIP: “Paz en los titulares, miedo en la redacción”. Ese informe, que se lanza hoy, muestra que el 2015 fue el más violento de los últimos 6 años para la libertad de prensa en el país: 147 casos con 232 víctimas.

Dos de los casos más destacados son los asesinatos de Luis Peralta, en El Doncello, Caquetá, y Flor Alba Ruiz, en Pitalito, Huila. El primero significó el fin de una voz veterana que trabajaba en el único programa informativo de su región. El segundo fue el silencio de una joven entusiasta que se esforzaba en dar a conocer injusticias e irregularidades que afectaban a su municipio. Junto a estos hechos también están, entre otros, 59 amenazas, el secuestro del entonces editor de Verdad Abierta, Juan Diego Restrepo en el Catatumbo, y el desplazamiento de Edison Bolaños en el Cauca.

La firma del acuerdo de paz y su puesta en marcha puede que traiga un alivio para la prensa. Después de todo, el conflicto ha tenido una cuota importante en la violencia contra el periodismo en las últimas décadas. Según el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica-CNMH, “La Palabra y El Silencio”, mientras los paramilitares tuvieron una participación determinante en las cifras de asesinatos, las guerrillas lo tuvieron en otros ataques como secuestros, atentados a infraestructuras y amenazas. Se podría pensar que el post conflicto traerá una reducción en este tipo de agresiones.

Pero la verdad es que no es fácil cantar victoria. Según el informe del CNMH, los funcionarios públicos y el narcotráfico también han aportado a debilitar la prensa. Los primeros, cuando tienen vínculos ilegales, hacen lo posible para que sus actuaciones no sean conocidas; los otros, prefieren el silencio de aquellos que denuncian hechos que pueden afectar su empresa. Lo más probable es que la paz traiga nuevos hechos para cubrir, buenos y malos. Y esto también traerá nuevos agresores y dificultades, como se ve en el documental “En el Medio”, realizado por la FLIP, cuyo lanzamiento se hace hoy. En él, se puede conocer que actualmente existen periodistas que deben pagarle a sus medios de comunicación para que los dejen trabajar o se muestra la forma en que una emisora estuvo tomada en diferentes momentos por las FARC y por el ejército y que hoy en día no existe.

Ejercer el periodismo va a seguir siendo difícil. Los periodistas deberán reportear sobre la paz, al mismo tiempo que algunos funcionarios públicos usan los recursos de publicidad de las entidades con el fin de premiar o castigar a los medios de comunicación. Si hablas bien de mí, te doy dinero. Si no lo haces, puedes buscar en otro lado o dejar de trabajar. Por otro lado, hay funcionarios públicos que han visto efectivo denunciar a los periodistas por los delitos de injuria y calumnia, incluso cuando no procede. De esta forma, la persona que debería estar revelando hechos de interés públicos, debe gastarse sus días en un asfixiante mundo de audiencias, papeles, polvo y paros judiciales.

El ambiente no ayuda. Funcionarios de alto nivel como el Fiscal General sacan declaraciones diciendo que entregar videos a la prensa es un delito; las chuzadas y seguimientos ilegales contra periodistas siguen ocurriendo; las mujeres periodistas deben afrontar todo tipo de discriminación en su trabajo, desde ser desconocidas como profesionales, pasando por ser alejadas de determinados temas o fuentes, hasta recibir insinuaciones que podrían calificarse como “otalorezcas”.

Todo esto es una serie de síntomas de que en Colombia se sigue viendo al periodismo como un botín o un instrumento. El interés en direccionar los contenidos sigue existiendo. Un ejemplo de esto es el proyecto de ley de reforma del Código de Procedimiento Penal, que establece que los medios de comunicación deben hacer una reproducción “fiel” de lo que ocurra en las audiencias penales. Y existe otro caso que deja un par de dudas: El proyecto de ley del plebiscito por la paz establece que los medios de comunicación deben ceder cinco minutos de primetime para hacer difusión de los acuerdos de paz. La Corte Constitucional debe aclarar que esto último no se puede convertir en una imposición de contenidos. Por muy valiosos y trascendentales que sean este tipo de hechos, no se puede ordenar a los medios qué es lo que deben decir.

Todos estos son factores que se deben valorar en la construcción de paz. Existen iniciativas que estarían encaminadas a atacar estos problemas. Ya sean los propios acuerdos entre las FARC y el Gobierno, que resaltan la importancia de los medios de comunicación “regionales, institucionales y comunitarios; el proceso de reparación colectiva que realiza la Unidad de Víctimas; o la política pública de libertad de expresión que está formulando el Ministerio del Interior. Las ideas existen, pero se necesita más compromiso de otros actores del Estado y de la sociedad. Si esto se logra, la prensa podrá cubrir en paz el postconflicto.

*Asesor de la Fundación para la Libertad de Prensa.

@EmmanuelVP

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