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¿Habrá sido Alfonso Cano un encapuchado despistado?

Las Farc pueden usar a jóvenes bolivarianos para, a bajo costo, mantener viva su amenaza en las ciudades.

Semana
1 de octubre de 2008

Creo que es equivocado que se minimice el potencial de infiltración de las Farc en las universidades como lo han hecho la mayoría de los analistas a propósito del debate planteado hace un par de semanas por la Senadora Gina Parody. Buena parte de dichos analistas se inclinaron por proteger al estudiantado de ser estigmatizado, lo cual comparto plenamente, y basaron sus argumentos en la actual precaria situación militar y política de las Farc que también reconozco plenamente.

Pero no por ello hay que desconocer el hecho real de que las Farc están adelantando una estrategia sistemática para penetrar en zonas urbanas a través del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, creado precisamente por Alfonso Cano, como medio para regresar a las ciudades “arropados en las masas”. Sabemos que este movimiento ya tiene adeptos en más de una decena de centros académicos públicos y privados en diversas ciudades del país. Pero no sabemos a ciencia cierta la magnitud del fenómeno.

Por su propia naturaleza, es extremadamente difícil de detectar pues se está anidando en medios como el universitario, donde predomina la apertura y la pluralidad, lo que hace que las audiencias no sean claramente identificables. Además, son nichos donde la posibilidad de injerencia de los organismos seguridad es tremendamente cuestionada y polariza, como se observó con el debate sobre los videos de los encapuchados en la Universidad Distrital.

En últimas, esta estrategia puede ser una forma fácil y barata de urbanizar el conflicto. Cuando menciono urbanizar el conflicto, no me refiero a la toma a sangre y fuego de las ciudades. Esta es una posibilidad que nunca ha estado al alcance de las Farc ni en sus momentos de mayor fortaleza militar, cuando sus jefes lo contemplaron como factible y envalentonados amenazaron al país con que “nos vemos en las ciudades”.

Es importante que leamos los posibles cursos de acción de las Farc a la luz de los sacudones que ha tenido la organización en el último quinquenio, pero no para minimizar la amenaza que se cierne sobre las zonas urbanas. Lo que salta a la vista es que pese a todo, no han abandonado su Plan Estratégico que precisamente contempla la penetración urbana, más aún ahora que ha ascendido en el Secretariado una mayoría de jefes de origen citadino.

Como están las cosas, la posibilidad de que sigan por la vía del terrorismo en zonas urbanas es la más plausible. No necesariamente hay que esperar actos indiscriminados como el del Club del Nogal, sino más bien incidentes que, a bajo costo, mantengan la amenaza viva en las ciudades. Prueba de ello es que tan solo en Bogotá en los últimos dos meses se han presentando una treintena de actos terroristas de menor calado.
 
Preocupa la instrumentalización de jóvenes adeptos al Movimiento Bolivariano con estos fines. De hecho en más de la mitad de los actos perpetrados en Bogotá participaron estudiantes. Además, un número indeterminado de jóvenes bolivarianos aparentemente han ingresando a las filas guerrilleras, según lo anuncian las propias Farc en comunicado del pasado mes de junio con ocasión del sexto aniversario del Movimiento Juvenil Bolivariano.

No se trata de ser alarmistas, pero basta con mirar la experiencia de un grupo minúsculo frente a las Farc, como es el grupo armado vasco ETA, que además no cuenta con una fuente de financiamiento permanente. Éste, a través del terrorismo de bajo costo ha logrado mantener la amenaza viva en España y con ello la posibilidad de forzar una negociación política.

Estamos en una etapa en el que todavía podemos gestionar la amenaza y sobre todo impedir el avance de las Farc en los medios estudiantiles. Clave para ello es evitar las mutuas recriminaciones entre directivas universitarias y organismos de seguridad que solo le dan ventaja a la organización en su propósito de polarizar. Se requiere sin duda avanzar en una estrategia de cooperación como bien lo ha planteado el ex alcalde Mockus. Convendría consultar con él lo antes posible sobre el particular.


*María Victoria Llorente es directora de la Fundación Ideas para la Paz.

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