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Hagamos las paces, Doctor Uribe

Gracias a usted los humoristas estamos felices en Colombia: Jeringa pudo volver a la finca, Juan Lozano llegó al Senado.

Daniel Samper Ospina
4 de diciembre de 2010

Me tiene deprimido una disputa que sostuve con el ex presidente Uribe a través de la red social Twitter a comienzos de la semana.

El ex presidente recomendó la lectura de una columna de Alfredo Rangel en la que defendía el asilo de la señora Hurtado, la ex directora del DAS conocida en los archivos de WikiLeaks como Mrs. Stolen.

Convencido de que el mayor aporte que podrán hacer a Colombia los altos funcionarios uribistas es irse a Panamá, agradecí al ex presidente el envío del artículo y le dije que tenía razón, que lo mejor era que todos se asilaran, incluyéndolo a él. Lo digo porque los quiero: arranquen, arranquen para allá. Llegó el momento de refundar la patria en Panamá. No hagan más política en este platanal desagradecido.

A pesar de mis buenas intenciones, el ex presidente me escribió lo siguiente:

@alvarouribevel: "Gracias a nuestra seguridad democrática aquí están felices los humoristas, así algunos sean parásitos. Siga así".

Le respondí con humildad que yo lo admiraba mucho, pero que no le dijera parásito a Alfredo Rangel. Finalmente de él era de quien estábamos hablando.

Con todo, agradecí la deferencia que tuvo al escribirme con todas las letras. Ante la limitante de caracteres de cada mensaje, Uribe suele escribir en Twitter como habla Navarro Wolf: se come las letras, se le pegan las consonantes. Es imposible entenderle.

Preso de la angustia de estar peleando con el gobernante más respetuoso de la historia de Colombia después de Pablo Morillo, recuerdo que aquella madrugada soñé con que el ex presidente me seguía escribiendo mensajes:

@alvarouribevel: "Ustd es un encpuchado de Lafar, trrrista! Sga así".

Yo intentaba calmarlo:

@danielsampero: "Doctor Uribe: si le digo que se vayan a Panamá es porque ese asilo es mejor que el de Sibaté, que es donde pueden terminar ustedes".

En este punto la pesadilla se desbordó y aquel Mesías reconocido por sus buenos modales me respondió enfurecido:

@alvarouribevel: "No me diga marica, no me diga paraco, sea varón, le voy a dar en la cara, marica".

Era un sueño, entiéndanme. Cualquiera sabe que el doctor Uribe jamás hablaría de esa forma tan burda.

Me desperté asustado. La verdad es que soy un poco cobarde. Imagino a Uribe instándome a pelear en plena calle y me paralizo del susto. Lo visualizo cara a cara frente a mí y me tiemblan las rodillas: se quita el poncho y el sombrero; se quita el reloj; se remanga la camisa; escupe un gargajo en el piso; traza una línea imaginaria con el pie y pone los puños en guardia mientras me reta:

-¡Venite ahora sí, gonorrea! ¡Seguí así!

No quiero llegar a eso. Por eso escribo esta columna, para pedirle perdón.

Presidente: yo lo quiero mucho. Mucho. Le debo toda mi carrera. Tiene razón: gracias a su gobierno los humoristas hemos estado felices: nunca antes nuestro trabajo había sido tan fácil.

Sí: tuvo dos periodos presidenciales y después de ellos la única doble calzada que hay en el país es una muela de José Galat. Pero esa es la prueba de que lo suyo no fue una dictadura, como afirman los terroristas. Las dictaduras espían a la oposición, pero dejan autopistas, aeropuertos, estadios. Y usted solo dejó unas trochas abiertas y arregló el orinal desportillado de un aeropuerto del Vichada.

Lo cual no es poco, no lo tome como una crítica.

Ahora bien: reconozco que no sé mucho de política. Hasta hace poco suponía que cuando hablaban de alias 'Fritanga' se estaban refiriendo a Angelino, y no a un señor relacionado con el hermano de su ministro de gobierno. Pero, más allá de eso, cualquiera sabe que el suyo fue un gobierno prístino, lleno de ministros intachables. Siga así.

Por lo demás, si le sugerí que se fuera a Panamá es porque me parte el corazón que un hombre como usted pueda acabar caminando descalzo y sucio por los andenes de la calle 19, con un palo en la mano y la ropa raída, mientras pide plata para sus amigos en los semáforos y grita que el suyo fue un gran gobierno.

Por mi parte, no dudo de su honestidad. En el remoto caso de que sus subalternos oyeran las grabaciones del DAS, seguro lo hacían a escondidas suyas. César Mauricio se quedaba en la puerta del despacho para alertarlos:

-Apaguen, apaguen que ahí viene el Número Uno -avisaba.

Me retracto si hice parte de esos terroristas que gozan acusándolo. Una mujer afirmó hace poco que usted la dejó embarazada a través del poder mental que ejerce sobre ella, aunque no se conocen en persona. ¿Qué puede nacer de ahí? Si el papá de uno es la mente suya y una señora cualquiera, ¿qué le pasa al bebé? ¿Lo bautizan con el nombre de José Obdulio?

Doctor Uribe: hagamos las paces. Camine le gasto en La Margarita del 8. Al menos acépteme un café. Diga usted sobre cuál yegua y en qué caballeriza. Ojalá no sea en las de Usaquén. Si no tiene tiempo, recíbame al menos para un tintico en un pony.

Gracias a usted los humoristas estamos felices en Colombia: Jeringa pudo volver a la finca; Juan Lozano llegó al Senado. Y sí: Twitter no es una red social, sino una red antisocial llena de terroristas encapuchados. Pero yo me desmarco de todos ellos. Estoy firme para apoyar el movimiento Causa Justa que recoge recursos para sus ex funcionarios. Cuente con cinco brazaletes electrónicos que les dono con todo y pilas para que vea que ya no sigo así.

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