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Hay festival, para imaginar un mundo mejor

Como todos los años, el pensamiento se tomó Cartagena. Durante cuatro días, escritores, idealistas y pragmáticos, se reunieron para imaginar un mundo mejor.

Rafael Rodríguez-Jaraba
29 de enero de 2013

Más que un culto a las letras, el Hay Festival es una oda a la libertad, un homenaje a la inteligencia y un reconocimiento a la capacidad creativa de la mente humana.

Como siempre sucede, la última versión del festival es la mejor, y la que acaba de concluir, de lejos superó todos los antecedentes y expectativas.

De lo sucedido merece mención:

La intervención del escritor irlandés Colum McCann, máximo exponente de la literatura urbana.

La disertación del chileno Arturo Fontaine, autor de la novela La Vida Doble, basada en hechos reales que demuestran la utopía de la sedición en la democracia.

La visión integracionista del español Javier Cercas, y su versión sobre la no-violencia en la postguerra civil española.

La genialidad contestataria del también español Fernando Savater, enemigo de ideologías y nacionalismos impuestos.

Por su parte, la escritora rumana Herta Müller, Premio Nobel de Literatura 2009, libertaria apasionada y crítica irreductible de los regímenes totalitarios, estremeció con su testimonio sobre la censura y la represión que soportó durante la dictadura de Ceaucescu.

A su vez, Mario Vargas Llosa estuvo colosal e inmenso. Embriagó con su esclarecida inteligencia, defendió la democracia y reprochó la ambigüedad y el utilitarismo de los gobiernos populistas.

David Grossman, pacifista y quizás el mejor escritor de la literatura contemporánea israelí, disertó sobre su más reciente obra, La Vida Eterna, que narra la vivencia de una madre que emprende un interminable viaje por Israel para evitar recibir la infausta noticia de la muerte de su hijo.

Para Grossman, solo la negociación hará posible la paz en el medio oriente, lo que induce a pensar que la Academia Sueca pronto reconocerá su obra, y con ello (y de nuevo), estimulará el diálogo entre Israel y Palestina.   

Finalmente, Sergio Ramírez, insuperable soñador de una América Latina progresista y sostenible, abogó por la reconversión de su educación y por el regreso de la ética a su política.

Como en años anteriores, se evidenció el monoteísmo casi generalizado que profesan los nuevos escritores colombianos por la narconovela, género, que por extravagante y predecible, ya no concita el interés del gran público, y por ende, no es elegible para hacer parte del nuevo boom de la literatura latinoamericana.

Terminado el Hay Festival, debo regresar a mi bufete de abogado a prevenir y resolver problemas ajenos, y a seguir imaginando y ayudando a forjar un mundo mejor.

Mientras haya Festival, habrá esperanza de lograrlo.

*Consultor Jurídico y Corporativo. Director de Rodríguez-Jaraba & Asociados.

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