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¿Hubo fraude?

Es más eficiente la concepción de primivotante que tienen los uribistas: ser primo de Mario Uribe, como el Presidente, o de Pablo Escobar, como José Obdulio.

Daniel Samper Ospina
12 de junio de 2010

Iba a felicitar al Registrador de la Nación porque hasta ahora había mostrado un comportamiento envidiable: en la primera vuelta, por ejemplo, la Policía selló varios establecimientos que violaban la ley seca y, para orgullo patrio de todos, ninguno de ellos fue de la Registraduría.

Sin embargo, esta semana un primivotante me advirtió que en una página de Facebook había pruebas de fraude.

-¡Lástima no poder comparar los resultados! -se quejó-. ¡Lástima que estén prohibidas las encuestas a boca de urna!

-¡Respete! -le dije-: ¡no le diga así al señor Registrador!

Y lo digo en serio: no estoy de acuerdo con decirle 'Bocadeurna'a nuestro hombre pez, el doctor Carlos Ariel, no solo porque todos los servidores públicos merecen respeto, sino porque se presta a equívocos: uno no sabe si están hablando de él o de Angelino.

Ahora bien: yo no sé si hubo fraude, pero no era necesario hacerlo.

Hago un recuento de todo: en un primer momento, la ola verde parecía imparable. El triunfo se daba por descontado. Lucho ya tenía visto el andén en el que iba a celebrar y el hidrante al que iba a abrazar cuando decretaran la victoria verde.

Pero repentinamente todo cambió. Juan Manuel contrató a un genio del mal y ató su suerte a la popularidad de Uribe, y eso les gustó a los colombianos, que piden continuidad en programas del gobierno tan exitosos como el de los falsos positivos, que ha ayudado a disminuir el número de pobres en Ocaña.

Sucedió también que mientras Mockus se hacía autogoles, la campaña de Santos lanzó propuestas demagógicas que calaron en la población: Angelino prometió irresponsablemente operaciones maxilares para todo el mundo, y recuperó algo del voto belfo que se había ido con el profesor. Y Santos dijo que no quitará los parafiscales, lo cual es obvio porque muchos de sus apoyos son parapolíticos, y al parapolítico le gusta que lo juzgue un parafiscal, ojalá adscrito a la rama ejecutiva, que es lo que Juan Manuel ya propuso.

Los impuestos fueron un tema crucial. Sincero, Mockus dijo que los subiría; más táctico, Juan Manuel advirtió que ni siquiera les pondría IVA a los votos que comprara el PIN.

Y mientras Juan Manuel tenía garantizado el apoyo de la maquinaria, al profesor le fallaron los primivotantes. ¿Qué son los primivotantes? Son estos jóvenes mechudos que se ponen solo la parte de arriba de la sudadera  y se la pasan conectados a Internet. En la emoción que al comienzo despertó la ola verde, yo mismo me volví un primivotante. No volví a afeitarme. Comencé a usar el verbo 'parchar'. Me saqué la camisa de los pantalones. Abrí cuenta en Twitter. Me puse pulseras de Mockus. Lo único que me faltó para ser un primivotante de verdad fue no salir de la casa el día de las elecciones.

En eso, es más eficiente la concepción de primivotante que tienen los uribistas, para quienes el término no proviene de algo que se haga por primera vez, sino del parentesco que existe entre primos: ser primo de Mario Uribe, como el Presidente, o de Pablo Escobar, como José Obdulio.

Ahora bien: Mockus se mostró excesivamente filosófico: en lugar de seducir al votante de Santos, trató de entenderlo con preguntas ontológicas: ¿El santista nace o se hace? ¿Nace bueno pero la sociedad lo corrompe? ¿El santista es lobo para el hombre? ¿O el lobo para el hombre es Roy Barreras, que se pone zapatos blancos? ¿El santista es malo por naturaleza? Yo creo que no: no todos los santistas son politiqueros corruptos, pero casi todos los politiqueros corruptos son santistas.

Ante la ventaja de Santos, Mockus prefirió morir en su ley y no hacer alianzas con el Polo. Lo aplaudo. No hay que confundir a un mamerto con un primivotante, pese a que comparten una apariencia de desaseo parecida. Ambos se bañan poco. Pero mientras el mamerto anda de mochila y zapatos de gamuza, el primivotante usa tenis Adidas. Y mientras el primivotante tiene una barba máximo de tres días, la barba del mamerto es más descuidada, como la de Iván Cepeda o Clara López.

La gran pregunta es: ¿por qué no votaron todos los primivotantes? Y algo más grave: ¿dónde guardan los pantalones de las sudaderas? ¿No temen que en unos años, al volverse a poner las dos prendas para hacer mercado, una se vea más desteñida que la otra?

Como ven, todo se puede explicar por sí solo, y la de Santos ha sido una campaña pulcra. Hombre, sí, con un leve apoyo de Uribe; y un pequeño impulso del PIN; y un chantaje liviano con lo de Familias en Acción; y algo de comercio de votos, pero a muy buen precio ¿Y qué querían, acaso? ¿Cambiar esta clase dirigente por otra? ¿Ver unas páginas sociales en las que en lugar de Carlos Mattos salieran un poco de profesores con cuello de tortuga que en vez de whisky toman tinto en vaso de icopor?

Sin embargo, en caso de que se demuestre un fraude, ya no liberaría al Registrador. Pensaba hacerlo después del 20. Ya alquilé una cabaña en el Irotama. Pienso ir con mi mujer y mis hijas, y, en medio de los arreboles de un atardecer, alzarlo en los brazos, llevarlo a la orilla del mar y meterlo en el agua.

-¡Anda, Carlos Ariel! ¡Nada! -voy a gritarle desde la arena-: ¡Vete, vete con los tuyos que te lo mereces!

Después voy a quedarme en la orilla abrazando a mi familia mientras el sol se oculta en el horizonte y el Registrador da un par de brincos en las olas antes de perderse para siempre.

Ojalá lo pueda hacer. Ojalá se lo merezca.

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