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Inseguridad y criminalidad en Bogotá

La estrategia de restarle importancia al incremento de la violencia no ha dado buenos resultados. La gente está verdaderamente alarmada y así lo refleja la encuesta de SEMANA.

León Valencia
11 de junio de 2011

El dato que trae la encuesta de Ipsos Napoleón Franco contratada por SEMANA es contundente: el 82 por ciento de los encuestados considera que el principal problema de Bogotá es la inseguridad y la violencia. La movilidad, que a simple vista debería ser la gran preocupación, solo reúne a un 30 por ciento de los consultados.

No es una percepción lejana de la realidad. El año pasado, la tasa de homicidios por cada cien mil habitantes dio un salto de más de tres puntos: pasó de 20 a 23,4. Así mismo, delitos de alto impacto como el hurto a personas y el de vehículos, residencias y establecimientos causaron grandes traumatismos en la ciudad.

Tampoco es una distorsión de los sentimientos humanos. Los estudios de las ansiedades y miedos en las grandes ciudades del mundo muestran que la zozobra causada por el incremento de los homicidios o la proliferación del robo y las agresiones supera con creces la que surge de otros problemas graves como el desempleo o la deficiencia en los servicios públicos.

Lo que ocurre en Bogotá obedece a mutaciones de la violencia en el país y a una recomposición de las estructuras criminales. Las mafias han perdido mercados internacionales de la droga y, para compensar la baja en la exportación de cocaína y alucinógenos, están incrementando el tráfico y la venta para consumo interno. Al mismo tiempo, los mandos medios y las estructuras paramilitares que no se desmovilizaron, o que volvieron a delinquir después de la reintegración, se están reorganizando y se están trasladando a las grandes ciudades.

Bogotá se ha convertido en la plaza más atractiva para el microtráfico y para el lavado de activos. Es la ciudad más poblada y la más rica. Antes, cuando las mafias tenían sus ojos puestos en los mercados internacionales, la capital del país no era tan importante, lo eran ciudades cercanas a las fronteras y a los cultivos, pero ahora este gran conglomerado humano afronta un enorme riesgo.

Las investigaciones realizadas por la Corporación Nuevo Arco Iris en los últimos dos años han mostrado que alrededor del microtráfico se han organizado siete 'ollas', o estructuras criminales, en lugares claves de la ciudad. Las más visibles están en Kennedy, Suba, San Cristóbal, Ciudad Bolívar y Barrios Unidos. Además del 'narcomenudeo', estas fuerzas controlan la extorsión, el asesinato por encargo, las redes de prostitución, los juegos de azar y las diversas modalidades de hurto.

No son bandas aisladas. Tienen una conexión con las grandes organizaciones criminales herederas de los paramilitares en todo el país. Solo así se puede entender que a la ciudad lleguen diariamente armas, cargamentos de drogas y otras mercancías ilegales. Tanto para la movilización de estas mercaderías como para la operación criminal en la ciudad, estas organizaciones requieren de una especial cooperación de miembros de la Policía, dirigentes políticos y operadores de la justicia.

La inseguridad, la violencia y las estructuras criminales aún no se han desbordado. Bogotá es todavía una ciudad con índices de homicidios y de criminalidad muy inferiores a Medellín y Cali. Pero si el gobierno nacional y la administración distrital no toman medidas extraordinarias, el fenómeno puede crecer hasta convertirse en tragedia.

En los últimos meses, el ministro de Defensa le ha restado importancia al incremento de la violencia en Bogotá y ha desdeñado la presencia de las llamadas bandas criminales en la ciudad. Entendemos que quería enviar un mensaje de tranquilidad a la ciudadanía. Pero la estrategia no ha dado buenos resultados. La gente está verdaderamente alarmada, y así lo refleja la encuesta de SEMANA.

La Secretaría de Gobierno del Distrito ha tenido la audacia y la valentía de aceptar los resultados de las investigaciones académicas y está buscando alternativas para poner freno a los graves brotes de criminalidad organizada y al crecimiento de los delitos de alto impacto. El gobierno nacional debería hacer lo mismo. También es un reto para los candidatos a la Alcaldía. El tema de la inseguridad estará en el centro de la campaña política.

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