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Interrogantes sin responder

En ninguna parte le explican al país las razones por las cuales se abstuvieron de descalificar a los Nule, aunque su propuesta incluía información inexacta.

María Jimena Duzán
2 de abril de 2011

Araíz de mi columna de la semana pasada, en la que me referí al proceso de adjudicación del aeropuerto El Dorado, fui contactada por el doctor Juan Emilio Posada, quien fue socio del grupo de los aeropuertos de la China en esa licitación. Me informó que él no participó en la propuesta para la adjudicación de la concesión del aeropuerto de Rionegro con sus antiguos socios, aclaración que hago con gusto y que en nada cambia la esencia fundamental de la columna.
 
El doctor Posada no desmintió la diferencia de esos 11 puntos exactos entre la propuesta de Odinsa y aquella en la que él participó para la licitación del aeropuerto de Bogotá, ni el hecho de que, a la postre, uno de esos grupos, Odinsa, terminó con el aeropuerto de Bogotá y el otro, con el aeropuerto de Rionegro. La única diferencia, repito, es que el doctor Posada no participó en ese último grupo como socio, pero sí la mayoría de los que estaban con él en la licitación del aeropuerto de Bogotá. En esa ocasión sus socios fueron: el grupo de los aeropuertos de la China, el grupo liderado por el empresario Mario Fernando Pinzón y el grupo de Fernando Mazuera y compañía, entre otros. Al anterior grupo se sumó, para la propuesta del aeropuerto de Rionegro, la Organización Olímpica, de la familia Char, y posteriormente se vinculó, según información dada por el doctor Posada, el exitoso empresario José Roberto Arango.

De otra parte, el director de esta revista recibió una comunicación firmada por tres exfuncionarios del gobierno Uribe: el exdirector de la Aerocivil Fernando Sanclemente, el exvicepresidente Francisco Santos y el exministro de Transporte Andrés Uriel Gallego. En una extensa carta, los exfuncionarios pretenden defender la transparencia del proceso de adjudicación de la millonaria concesión sin entrar a desvirtuar ninguna de las afirmaciones fácticas que contenía la columna. En ninguna parte le explican al país las razones por las cuales se abstuvieron de descalificar a los Nule, cuando han debido hacerlo toda vez que su propuesta incluía información inexacta. No explican cómo les acreditaron como experiencia válida contratos a precios unitarios fijos con la Alcaldía de Pasto, donde no tenían la participación mayoritaria que les permitiera acreditar las obras como propias. También se abstienen de explicar por qué no se tuvieron en consideración toda una serie de causales de descalificación ventiladas en las audiencias públicas. Sorprendentemente pasaron por alto la explicación detallada que merecen los colombianos sobre la improbabilidad matemática de la coincidencia numérica entre la propuesta de Odinsa y la del grupo de aeropuertos de la China y de los empresarios colombianos que, a la postre, formaron el grupo controlante del consorcio al que le fue adjudicado el aeropuerto de Rionegro. ¿No es acaso el exministro de Transporte un reconocido profesor de Ingeniería, de Matemáticas y de Cálculo? Por lo pronto podría comenzar por explicarle al exvicepresidente Santos cómo se determina una mediana y cuáles son las probabilidades de coincidencia numérica de los dígitos 0,16 en alternativas de 0 a 100 con, exactamente, 11 puntos de diferencia. Lo digo porque el doctor Santos reclamaba en su Twitter de esta semana no haber entendido la explicación de la fórmula matemática que sustentó la licitación, contenida en la columna.

Por lo demás, los tres firmantes de la carta no solo no aceptan su responsabilidad en la adjudicación, sino que pretenden escudarse en el análisis de "un grupo autónomo e independiente conformado por más de veinte especialistas… acompañado de expertos, entre ellos, el tratadista y doctor en Derecho Administrativo José Luis Benavides y el especialista financiero Juan Carlos Echeverry…". Pasan por alto que los comités asesores son eso: asesores. Su función es la de asesorar a quienes deben tomar la decisión final y esas personas eran precisamente los tres ilustres firmantes de la carta. Tampoco ponen de presente en su comunicación que la mayoría de los integrantes de ese "grupo autónomo e independiente" eran subalternos de alguno de los tres firmantes de la carta.

Finalmente, esta columna no afirmó de manera categórica la existencia de una colusión, como ellos afirman, sino que se refirió a una posible colusión que ameritaría ser investigada por las autoridades competentes. Ese es uno de los deberes que tiene que asumir el periodismo cuando no lo hacen quienes son los responsables gubernamentales. Si el proceso fue transparente, como ellos dicen, no tienen nada que temerle a la Fiscalía, a la Contraloría y a la Procuraduría, que es lo único que pidió esta columna.

Doctora Viviane Morales, doctora Sandra Morelli y doctor Alejandro Ordóñez: como si se tratara del programa Quién quiere ser millonario, les corresponde a ustedes determinar quién tiene la última palabra.