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Isarael: la necesidad de la guerra

Israel utilizó el método de “llamar a la puerta”, o sea, advertir minutos antes del bombardeo para permitir la evacuación de civiles

Semana
31 de enero de 2009

Nada más difícil que justificar una guerra. Sobre todo cuando sus trágicos efectos sobre la población son expuestos profusa y descarnadamente por los medios de comunicación. Pero aun más cuando uno cree que el que tiene la razón es el fuerte que aplasta al débil, lo cual va contra el instinto humanitario de defender al débil contra el fuerte.

Pero no siempre el débil tiene la razón. La debilidad no la otorga, ni la fortaleza la quita, de manera automática. En el caso de la guerra de Gaza es Israel el que tiene la razón y ejecutó una guerra no sólo justa, sino necesaria. Y es el fundamentalismo islámico de Hamas el responsable de haber provocado el conflicto y de haber expuesto a la población civil palestina a sufrir los horrores de la guerra. Este grupo, incluido por la Unión Europea en la lista de organizaciones terroristas, convirtió a Gaza en la plataforma de lanzamiento de sus ataques indiscriminados contra la población civil israelí: 9.400 cohetes y morteros desde el año 2003; 6.500 desde el retiro de Israel de Gaza en 2005; 3.200 solamente el año pasado; 543 entre junio y diciembre de 2008, período de la tregua pactada con Israel que Hamas no quiso prolongar. Esos ataques han causado decenas de muertos y más de 1.000 heridos entre la población judía.

De nada sirvieron las reiteradas advertencias de Israel a Hamas para detener esos ataques. Hamas creyó que ponía a Israel ante los cuernos de un dilema: si no respondía los ataques, el gobierno israelí aparecía ante su propia población como débil e incompetente, incapaz de garantizarle la seguridad; pero si los respondía, se haría merecedor del repudio internacional y del de los palestinos. Dicho sea de paso, en la lógica terrorista de Hamas no importa la cantidad de víctimas civiles que ocasionen sus ataques, sean judíos o palestinos; por el contrario, mientras más víctimas genere su violencia, por acción propia o por reacción de su adversario, más se reforzará su causa. Es la lógica pura e inveterada del terrorismo.

Pero el cálculo les falló, como le falló a Hezbollah cuando atacaba a Israel desde el sur de Líbano. Ahora en Gaza, como antes en Líbano, Israel ha logrado la comprensión y la indulgencia diplomática de muchos países del mundo, incluidos Canadá, todos los países de Europa, la mayoría de los países árabes (excepto Siria, aliada de Irán), Rusia y hasta India. Para el mundo, Israel ya no es el malo de la película. Para las democracias occidentales y para los gobiernos árabes, los malos son ahora Hamas, Hezbollah, Al Qaeda y los demás grupos fundamentalistas que se niegan a cualquier acuerdo de paz y pretenden la destrucción de Israel, el exterminio total de los judíos, la recuperación de Al Andalus (España) y la imposición violenta de un Califato Mundial. Sin embargo, los que aún conservan un reflejo anti-israelí son muchos medios de comunicación occidentales e intelectuales "políticamente correctos", que comparten la judeofobia de esos grupos terroristas y de los gobiernos de Irán (que niega que el Holocausto hubiera ocurrido), Siria y… Venezuela.

Tal como ayer en Líbano, quienes critican la intervención de Israel en Gaza esgrimen como último argumento la "proporcionalidad". Pero la lucha de un Estado y su ejército regular contra un grupo terrorista o una guerrilla no puede ser "proporcional", es por naturaleza desigual en sus medios y en sus objetivos. Nuestro Ejército, por ejemplo, no puede responder con cilindros de gas a las Farc: lo hace con aviones y helicópteros. Aceptar la "proporcionalidad" es debilitar al Estado. Además, mientras el objetivo específico de los ataques de Hamas es la población israelí (incluso utilizando niños palestinos en ataques suicidas), los objetivos de Israel fueron depósitos de armas, túneles, centros de comunicaciones, etcétera, de Hamas. Las bajas civiles se debieron a que Hamas utilizó la población palestina como escudo humano. Israel incluso utilizó el método de "llamar a la puerta", o sea, advertir minutos antes del bombardeo de cualquier objetivo para permitir la evacuación de civiles.

A pesar de sus críticos, creo que Israel logró sus objetivos en Líbano: debilitó radicalmente a Hezbollah, mejoró la seguridad de los civiles israelíes y fortaleció su posición negociadora con el apoyo internacional. Pienso que un resultado similar tendrá Israel en Gaza luego de su ataque contra Hamas. Pero la paz no está cerca. Parafraseando a Golda Meir, ésta se logrará cuando los fundamentalistas palestinos quieran más a sus hijos que lo que odian a los judíos. Pasarán varias generaciones.

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