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Unidos-Podemos

Unidos-Podemos irrumpió en la política española hace cinco años tras la movilización de los indignados, y supo catalizar ese descontento popular para construir, desde ahí, una propuesta que se desmarcó del viejo régimen.

Javier Gómez, Javier Gómez
14 de junio de 2016

España afronta una interesante disputa política a las puertas de unas elecciones atípicas, con el resurgimiento de la izquierda como alternativa de poder. Pero no la izquierda representada en el decadente PSOE (Partido Socialista de los Trabadores), sino en la vigorosa propuesta de Unidos-Podemos, que sin ambigüedad ideológica se desmarca de la derecha representada en el PP (Partido Popular) y Ciudadanos.  

Hoy todas las encuestas en el país ibérico ponen a Unidos-Podemos en la antesala del poder y con la firme opción de gobernar. Claro, si el PSOE, su aliado más afín, se lo permite. Las Toldas socialistas viven su propia encrucijada en el alma. Si los vaticinios de los sondeos públicos y privados se cumplen (coinciden en que UP será la segunda fuerza política del país), los liderados por Pedro Sánchez, tendrán que elegir con quien pactar: Unidos-Podemos o el Partido Popular, su principal antagonista en los 40 años de historia democrática. Lo coherente y políticamente correcto sería que el PSOE optara por el grupo de Pablo Iglesias.

El pacto para conformar Gobierno en España, por tratarse de un régimen parlamentario, es necesario si ninguna de las formaciones obtiene la mayoría absoluta.

Unidos-Podemos irrumpió en la política española hace cinco años tras la movilización de los indignados, y supo catalizar ese descontento popular para construir, desde ahí, una propuesta que se desmarcó del viejo régimen, con un lenguaje que hizo explícitas las falencias de la política económica del gobierno de Mariano Rajoy, que apostó por una austeridad asfixiante para los cientos de miles de hogares españoles. Aterrizar el mensaje y hablarle sin tapujos a la gente sobre los corruptos en el poder, de las puertas giratorias, de los privilegios de las élites, de las alianzas de los políticos con los cárteles de la contratación y develar sus piruetas, es parte del éxito de Unidos-Podemos; pero además, entre otras iniciativas, propone gobernar sin recortes, erradicar la corrupción, y que sean los grandes capitales los que paguen impuestos: “El que gane más que pague más que el que gane menos”, recalcan.

Interesante el debate proselitista en España. Ya no es el bipartidismo (PP-PSOE) el que alienta la política ibérica, es una variedad de fuerzas con claras tendencias de la que disponen los españoles para optar, el 26 de junio, por la mejor propuesta. Son cuatro partidos definidos, con militancia y bases organizadas las que se disputan el poder; además de una porción pequeña de grupos políticos que representan comunidades autónomas.

La inesperada irrupción de Podemos en alianza con Izquierda Unida, desplazará, al parecer, al PSOE como fuerza antagónica de la derecha española, hecho que prendió las alarmas en la dirigencia tradicional pues las posibilidades de incidir en el poder crecieron. Es tal la popularidad y el repunte en los sondeos de Unidos-Podemos que la campaña mediática contra este grupo ha sido innoble gracias al matrimonio indisoluble entre periodismo y vieja política. Es difícil encontrar en los medios escritos y de televisión reflexiones sensatas y neutrales sobre la valoración que hacen de, tal vez, el suceso político más importante de ese país desde que dejaron a un lado la dictadura franquista.

Qué paradoja, mientras desde Europa se mira con cierto agrado los supuestos fracasos de la izquierda en América Latina, en la cuarta economía de ese continente, como lo es España, la posibilidad de que un partido de esa tendencia ideológica logre el poder, es real. Amanecerá y veremos, dicen por ahí.

*Periodista