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Presidente Santos, pase a la historia

Presidente Santos: si tuvo la osadía de negociar la paz no obstante la más feroz oposición de algunos sectores recalcitrantes de la sociedad colombiana, tampoco le debe temblar la mano para, vía decretos con fuerza de ley, expedir las normas que consoliden el acuerdo en materia de reforma rural integral.

Javier Gómez, Javier Gómez
16 de mayo de 2017

Esas facultades, señor presidente, las otorga el acto legislativo número uno del 2016, cuando a través de un artículo transitorio consigna: “Facultades presidenciales para la paz” autorizándolo “expedir los decretos con fuerza de ley cuyo contenido tendrá por objeto facilitar y asegurar la implementación y desarrollo normativo del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera”.

Lo anterior tiene sustento en lo siguiente, señor Presidente: No es conveniente, por ningún motivo, que temas como el fondo de tierras, el catastro rural y la recuperación de los terrenos baldíos, entre otros, sean tramitados por el Congreso, en donde, sin rubor alguno, legislan muchos terratenientes de este país; ya con la ley Zidres este Congreso le dio una estocada al acuerdo agrario. Asuma el compromiso adquirido y retire el proyecto sobre tierras. Sería un gran homenaje a las más de ocho millones de víctimas.

No hay duda que además de la JEP la propiedad de la tierra es también motivo de gran preocupación por parte de quienes se oponen abiertamente al acuerdo de paz, llámense ganaderos, mineras, connotados finqueros, etc. Presidente Santos, usted debe comprender, y así lo ameritan estos tiempos de paz, que Colombia está en un proceso de TRANSICIÓN POLÍTICA que implica cambios y reformas, en particular en un sector rural en el cual la propiedad de la tierra está en un nivel de concentración extremadamente alto.

Aquí, presidente Santos, no cabe “La Pausa” que en su momento concedió su tío abuelo el expresidente Eduardo Santos al poder Conservador en cabeza de Laureano Gómez; su temor a la extrema derecha lo obligó a engavetar la ley 200 sobre reforma agraria propuesta por Alfonso López Pumarejo. Dijo Usted recién posesionado en el 2010: “seré un traidor de mi clase”. En este caso la pusilanimidad no cabe, Presidente Santos. Otra “Pausa” acabaría por conformar un legado nefasto de la familia Santos para la Historia de Colombia.

Es claro que las fuerzas políticas tradicionales le apuestan al debilitamiento sistemático de esta orientación renovadora que nos plantea el acuerdo de paz y buscan, por todos los medios, oponerse a la democratización de la tierra en Colombia. Sin tocar otras puertas, mire usted la airada respuesta del expresidente Uribe a los señalamientos de la Contraloría sobre el aprovechamiento de terrenos baldíos de propiedad del Estado, y sus vagas explicaciones ante un hecho que puso en evidencia el derroche usurpador de quienes han tenido las riendas del poder bajo control.

Presidente Santos, es obsceno que el hombre más rico de Colombia, dueño de la banca para más señas, Luis Carlos Sarmiento Angulo, sea además propietario de cerca trece mil hectáreas en los municipio de Puerto López y Puerto Gaitán, en el Meta, violando cortapisas que, por ley, contemplan las Unidades Agrícolas Familiares, según denunció en su oportunidad el entonces representante del Polo Wilson Arias, en un debate en el Congreso.

Podemos seguir hurgando en los anales de las injusticias agrarias y la tinta no alcanzará para escribir los inveterados atropellos contra los campesinos, indígenas y afrodescendientes de este país en materia de despojo de tierras. Está en sus manos, presidente Santos, pasar a la historia para que sea recordado como el gran transformador, como el hombre de la paz. No como el (otro) presidente de la “Pausa”. Hágalo Señor Presidente, ¿O mató el tigre y se va a asustar con el cuero?

@jairotevi

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