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Simón Trinidad

La presencia del Jefe guerrillero, en el desarme de las FARC, es una piedra en el zapato para el acuerdo de paz.

Javier Gómez, Javier Gómez
19 de julio de 2016

El presidente Santos llegará a instalar las sesiones del  Congreso este 20 de julio con otro as bajo la manga para legitimar el Proceso de paz con las FARC: el plebiscito.

Se abre, entonces, el camino para que los colombianos vayamos a las urnas a darle el sí o el no a la paz. Solo podrá haber plebiscito una vez se firmen los acuerdos en Cuba. Se advierte que divulgados los pactos de La Habana, las autoridades electorales se tomarán entre seis a siete semanas para convocar la consulta.

Todo bien hasta allí. Sin embargo, para explicitar la firma del acuerdo de paz Gobierno-FARC aún queda un camino breve pero difícil de perfilar pues es menester ajustar los mecanismos de implementación y verificación, y eso llevará tiempo. Ahora, no se trata de ser ave de mal agüero, pero la firma estará condicionada a superar un serio escollo: el regreso de  Simón Trinidad.

Las salvedades o pendientes que quedaron a la vera de los acuerdos  seguramente se evacuarán y las partes los conciliarán; pero el tema del jefe guerrillero detenido hace trece años en una cárcel de los Estados Unidos no es negociable, y la firma de la paz no se dará si este asunto no está garantizado.

Aunque los negociadores De La Calle y Jaramillo, siempre le han dicho  a las FARC que ese tema no depende del gobierno colombiano, ellos saben que este será, tal vez, el asunto más difícil a resolver en esta última etapa de la negociación. Para las FARC la presencia de Simón Trinidad es incuestionable, por una razón muy sencilla: se trata del comandante que liderará el proceso de desarme de la guerrilla y esa tarea no están dispuestos a delegarse a nadie.

Ese es un punto de honor para los negociadores de las FARC en La Habana. Santos se lo ha expuesto personalmente al presidente Obama, al parecer, sin respuesta alguna; y en la más reciente entrevista del Secretario de Estado John Kerry con los líderes de las FARC en Cuba, fue tema de discusión. Dentro del ambiente afable y respetuoso en que se desarrolló la reunión, pues Kerry siempre que se dirigió a Timochenko lo trató de comandante, no presentó soluciones al caso Trinidad, pero sí abogó por la firma de la paz para después solucionar el asunto.

No se trata de un escollo menor y de última hora, y el gobierno lo sabe. Desde un comienzo de las negociaciones Trinidad hizo parte de la mesa y públicamente lo conoce la opinión, luego en ese asunto las FARC no darán su brazo a torcer.

Hay quienes aseguran que esa será otra tarea que deberá asumir la Canciller, María Ángela Holguín. Su presencia en la mesa en Cuba cayó bien, y su gestión para resolver el tema sobre las zonas de ubicación de los guerrilleros fue exitosa. ¿Asumirá el reto de resolver el espinoso desafío sobre Simón Trinidad? ¿Habrá fórmulas desde los países garantes que destraben el asunto? ¿Servirán los protocolos de ginebra para darle viabilidad a una fórmula? Se necesita de mucha creatividad y filigrana diplomática, porque, insisto, es un asunto de honor para las FARC, y en eso no van a claudicar.  

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