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O hacemos la paz en La Habana o nos “reconciliamos” con el Centro Democrático

No le pedimos mucho al presidente: sólo que sea leal a sus ideales de paz y no se enamore de los “vestidos” del Centro Democrático.

Semana.Com
9 de noviembre de 2015

El Señor presidente Santos la semana pasada hizo un llamado para que cesara “la polarización” en beneficio de “la reconciliación”. Es un llamado gemelo de aquel que sostiene en ciertos medios masivos de comunicación que no es posible hacer la paz en La Habana sin previamente hacerla en Bogotá.

Es un llamamiento extraño. Señalar la actividad opositora como una actividad de guerra que requiere un acuerdo de paz, es darle tratamiento de enemigos alzados en armas a quienes practican la oposición, cuando de verdad son apenas adversarios que adelantan pacíficamente su quehacer político y que en consecuencia no necesitan ni desmovilizarse ni reconciliarse. En una democracia la oposición es tan legítima como el gobierno. Y el tratamiento moderado que el gobierno debe darle es esencial para el desarrollo civilizado de la contienda política.

Pero ese afán de que no haya oposición al actual gobierno en su proceso de paz, encierra un enorme peligro para dicho proceso, porque la paz no es posible hacerla con las tesis del Centro Democrático. De ahí que la adopción por el gobierno, en los últimos meses, de algunas posiciones propias de este partido, que son absolutamente legítimas, pero que no conducen a un cese del conflicto armado por la vía del diálogo y los acuerdos con la guerrilla, no puede menos que suscitar inquietudes respecto del éxito final del proceso. Es el caso del incremento de condiciones para el cese bilateral del fuego, sin el cual el proceso está permanentemente sometido a amenazas mortales. La semana pasada fueron “neutralizados” seis guerrilleros. Hay que evitar más muertes de un lado y del otro. Por eso hay que precipitar el cese bilateral al fuego y el cese de hostilidades para que ni la población civil sufra extorsiones ni los guerrilleros muertes.

Sir Robert Peel, cuando era primer ministro de Gran Bretaña fue acusado por Benjamín Disraeli de “hacer un llamamiento a la lealtad de los ´tories´ para hacerlos votar ciertas medidas ´whigs´” y agregó “El muy honorable ´gentleman´(Robert Peel) ha sorprendido a los ´whigs´ mientras se bañaban y se ha llevado sus vestidos” (André Maurois, Disraeli , Décimosexta Edición, Espasa Calpe Argentina, p.119).

No le pedimos mucho al presidente: sólo que sea leal a sus ideales de paz y no se enamore de los “vestidos” del Centro Democrático. Y que tenga claro que la disyuntiva es inexorable: o hace la paz con las FARC en La Habana, o se empeña en la misión imposible de lograr que el Centro Democrático abandone la oposición. Lo cual además no es conveniente.

Debería recordar el señor presidente que no hay nada como una buena oposición para que los gobiernos sean mejores. Ya es un lugar común la célebre frase de Disraeli: “Ningún gobierno puede mantenerse sólido mucho tiempo sin una oposición temible”.

*Constituyente 1.991

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