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JIMMY - YORK, JIMMY - YORK

Semana
14 de enero de 1985

Toda comparación es odiosa, decía un famoso escritor, y sin embargo a veces no nos podemos sustraer de hacerlas. Es justo lo que pasa con Jimmy Salcedo. La última vez que escribí sobre su Show terminé comparandolo con un salón de belleza: "A simple vista parece descabellado. ¿Qué tiene que ver lo uno con lo otro? Sin embargo el problema no es de identidad sino de espíritu. En ambos casos hay algo de loco, de alegre, de formal, de irreal, de gracioso y pintoresco. Pero en ambos casos también se adivina que lograr esa apariencia descomplicada es el principal trabajo". Esta noche, viendo la nueva versión del Show de Jimmy se me antoja una comparación con Julio Iglesias, un cantante que hace noticia por haber conquistado el mercado norteamericano musical. Jimmy, guardadas proporciones, pretende lo mismo, sin embargo lo que invita a pensar simultáneamente en los dos personajes, es el observar cómo a través de los años ambos se han mantenido (dentro de sus diferentes círculos) en el mismo nivel a pesar de su intencional sencillez.
Julio Iglesias ni siquiera varía el color negro de su vestido para las presentaciones. Tal vez por eso resulta imposible imaginarlo con un puntiagudo mechón sobre la nuca al estilo Bose. Tampoco vendrían bien a sus largas piernas de futbolista lisiado esos pantalones de raso que se han puesto de moda para subir al escenario. A su show, que ha sido el mismo por años, apenas si le introduce brevísimas modificaciones: tres rubiecitas desabridas moviéndose al compás del "la la la la la tará", un corte más moderno en la solapa, alguna nueva canción... pero no más. El continúa cantando como siempre, cerrando los ojos cuando dice "no me vuelvo a enamorar" y moviendo el micrófono a base de impulsos, como si lo alentaran periódicos corrientazos. Ni siquiera en su video musical hizo algo estrafalario.
Jimmy, a su modo, también "sigue siendo el mismo". Lleva años tocando el ritmo sabrosón de su Onda Tres, y desde que es programador hace un musical de supernotas, secciones individuales, canciones sin coreografía, invitados especiales y breves cuadros de humor. Ahora, cuando se anuncia pomposamente que "El Show de Jimmy se toma a Nueva York", tampoco hace nada trascendental. Quienes imaginaron escenarios flotantes, juegos de luces, magos o equilibristas, estaban equivocados. Jimmy conserva su estilo, el corte de su programa que tiene algo de su propia personalidad, especialmente en el tipo de humor que hace. ¿Por qué funciona bien el humor en el Show de Jimmy cuando en otros musicales ha fracasado? Tengo la respuesta. Eso es por que su humor no es importado, es el humor de Jimmy. Al decirlo viene a mi mente cierto recuerdo. Sucedió hace unos años, cuando de común acuerdo con Alvaro Monroy iniciamos una serie de reportajes a los programadores. Buscábamos averiguar por qué la televisión dizque "vivía su peor crisis" (maña vieja no es resabio). Uno de nuestros entrevistados, fue justamente Jimmy Salcedo en su condición de gerente y programador. Atento como el mejor anfitrión, nos mostró las instalaciones y luego nos invitó a su despacho para hablar con más calma. Ya hablamos comenzado la entrevista cuando de repente en un gesto rápido e inesperado Jimmy se levanto y arrojó sobre la camisa blanquísima de Alvaro un frasco de tinta negra. Superada nuestra primera y sorprendida reacción, él todavía se sacudía de la risa explicando que todo era un truco. Efectivamente sólo unos segundos después la camisa había vuelto a su estado normal. Así es Jimmy, así es su Show, así han sido por años sus breves representaciones humorísticas.
Para esta nueva etapa El show de Jimmy ha reencauchado sus secciones. Quizás la más divertida sea la película de la semana que se presenta en tres o más actos así: Primer acto: un hombre sale masticando chicle. Segundo acto: el hombre hace bombitas con su chicle. Tercer acto: cae al suelo muerto. Título de la obra: La muerte de un chiclista. Estos chistes cuya estructura es tan vieja como el arte de caminar, se sienten sin embargo frescos porque se adivinan construidos para el programa. Igual sucede con los letreros de presentación donde se da crédito a gentes como "Acné Barros" "Hernán Newhouse" o "Maner Housenew". Otra sección que merece mencionarse es la que ha titulado: "Recordar es vivir" con cantantes invitados de la vieja guardia. Utilizando como escenario un rinconcito agradable, el viejo piano de cola, la araña de cristal, mientras Jimmy, de traje oscuro y corbatín, acompaña la melodía. Lo demás sigue igual y cambiarlo sería tanto como poner a Julio Iglesias a actuar como Bosé. Insisto, pues, en mi punto, Jimmy no hace nada especial pero a las cosas que hace les pone su inconfundible sello personal. Es eso lo que le ha permitido mantenerse donde está.

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