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¡La micro-gerencia paga!

La lección que debería quedarle al presidente Santos del apagón que evitó es que cuando decide gobernar no lo hace tan mal

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
9 de abril de 2016

Aunque algunos agoreros insisten en que el peligro del apagón no ha pasado todavía, los expertos de verdad aseguran que la jugada del gobierno resultó y que su llamado a los colombianos para que ahorráramos en esta difícil temporada nos alejó definitivamente del fantasma del racionamiento. Por supuesto que quedan por evaluarse las responsabilidades pendientes, las negligencias y omisiones  de los funcionarios que pudieron hacer más y que no han de limitarse a la renuncia del fallido exministro Tomás González. Sin embargo, el manejo de crisis del gobierno fue el adecuado y debería dejarle una lección al presidente Santos: cuando decide coger el toro por los cachos y entender de verdad lo que es gobernar, las cosas no le salen tan mal.

Juan Manuel Santos siempre ha tenido fama de escoger bien a la gente de la que se rodea, de ser un buen armador de equipos y de delegar responsabilidades en un modelo de liderazgo compartido. No obstante, desde que llegó a la presidencia abusó de ese estilo y terminó dejando que sus ministros, muchas veces incompetentes, tomaran las grandes decisiones mientras él se ocupaba de los asuntos internacionales que tanto le gustan y del asunto de la paz que, con razón, le obsesiona. Entretanto, el resto de instituciones se le fueron descuadernando, la opinión pública construyó un concepto de presidente frío y lejano que ya a estas alturas es difícil de cambiar y la oposición, como lo hemos dicho tantas veces, le ha ido imponiendo su agenda y logra entramparlo en situaciones que él definitivamente no ha sabido manejar.

Todo esto sumado a la presencia de funcionarios con intereses propios distantes de los del primer mandatario, crearon la impresión de un gobierno fragmentado y de un piloto deliberadamente ausente que frente a las pugnas internas y los errores de sus más cercanos colaboradores, guardaba distancia como si le diera infinita ‘mamera’ todo aquello que implica ser Presidente de la República más allá de los honores y las cenas de Estado.  

La ‘situación límite’ del apagón que se veía venir si no se hacía nada al respecto, despertó, sin embargo, en el presidente la necesidad de reaccionar y apersonarse de la emergencia en la que estábamos. Secundado, cómo no, por la poderosa María Lorena Gutiérrez, Santos retomó lo que había evitado por años porque le recordaba la intensidad de su exjefe Álvaro Uribe: el concepto de micro-gerencia gubernamental. Hizo seguimiento de cada acción, intervino activamente en la campaña de ahorro, vio las cifras con cuidado y las transmitió asertivamente todos los días al país logrando que los medios de comunicación vieran a un mandatario al frente del timón e hicieran eco a cada una de sus apariciones y mensajes.

¡El apagón pagó…y la micro-gerencia también! Santos y su entorno debieron darse cuenta que cuando el gobernante decide gobernar con todo lo bueno y aburridor que ello implica, las cosas resultan mejor que cuando simplemente se decide delegar. Ojalá ese estilo micro-gerencial también lo aplicara a su relación con los partidos políticos ahora cuando más los va a necesitar alineados en el Congreso, al sector transporte, que con el paquete de ministra que tenemos está bastante enredado, a la economía de los de a pie y a la realidad regional que es donde finalmente se va a construir el tan mentado posconflicto.

¡Pierda el miedo a parecerse a Uribe en ese sentido señor presidente! Santos el micro-gerente que dejó ver la crisis energética, no lo hizo nada mal.

Twitter: @JoseMAcevedo

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