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Doble rasero en la Cancillería

¿Por qué lo que en 2012 le pareció mal a la ministra María Ángela Holguín ahora le resulta normal?

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
24 de febrero de 2018

Cuando en 2012 la fiscalía ordenó la captura de Jorge Visbal, entonces embajador de Colombia ante Perú, la ministra de relaciones exteriores María Ángela Holguin declaró en la W radio que “Colombia quedó mal” y calificó el episodio de “desafortunado”.
Hoy, sin embargo, la que parece estar quedando mal es la propia doctora Holguín pues no solamente una sino dos de sus funcionarias consentidas están en el ojo del huracán tanto en la fiscalía como en la procuraduría y a nadie parece preocuparle. 
Me refiero a las diplomáticas Araminta Beltrán Urrego y María Margarita Salas; la primera, ministra consejera en el consulado de Colombia en Valencia y, la segunda, Cónsul General de Colombia en Madrid.
 
Ambas están formalmente vinculadas por sus actuaciones en la organización de la Cumbre de las Américas cuando ejercían como Directora Administrativa y Secretaria General del Ministerio respectivamente. Según las indagaciones iniciales, se encontraron irregularidades en un contrato que ascendió a los $43.500 millones con la Unión temporal de la que hacía parte la muy mencionada y poderosa compañía Market Medios de la familia de Roberto Prieto. 
 
Así, mientras a doña Araminta le imputaron cargos hace unos días, los procesos de la señora Salas avanzan raudos ante la Corte Suprema y sobre todo en la Procuraduría. 
Entretanto, la Canciller mira para otro lado. En una reciente entrevista con Yolanda Ruiz en RCN RADIO la señora Holguín dijo frente al dichoso contrato que “ahí no pasó nada” y, al momento de escribir esta columna, las señaladas funcionarias siguen tranquilas en sus cargos pues pareciera no importar que Colombia “quede mal” una vez más cuando o el ministerio público las destituya o la fiscalía pida sus capturas, si las cosas siguen como van.
Es cierto que nada las obliga a renunciar porque finalmente no están ni condenadas penalmente ni inhabilitadas disciplinariamente. Sin embargo, la experiencia -que conoce bien la señora Canciller por el caso Visbal- indica que es mejor prevenir que curar. 
Sería una vergüenza para el país que una señora como María Margarita Salas que saltó de la secretaría general de la Cancillería a un recién creado consulado general que algunos dicen, parecía hecho a su medida, con sueldo equivalente al de un embajador, residencia alquilada en un exclusivo sector de la capital española y suntuosos gastos de representación, tuviera que salir de su cargo en medio de una bochornosa sanción por los hechos ya descritos. 
Claro está que la citada cónsul parece intocable. Ya en 2016 el abogado Ramiro Bejarano había denunciado un hecho de “amiguismo” de la señora Salas quien terminó el contrato de más de 23 años con un reconocido abogado asesor para entregárselo a unos jurisconsultos que ni siquiera tenían los permisos para ejercer en España.
Entonces, igual que ahora, el ‘decoro selectivo’ de sus jefes en Bogotá pareció favorecerla. Es triste ver que una mujer como María Ángela Holguín, preparada, seria y aguerrida para denunciar el nepotismo con el que se manejaron algunos casos en el pasado gobierno, terminó en el actual de protectora de unas damas que le deben muchas explicaciones a la justicia y que tendrían que darlas por fuera de sus actuales cargos y no usándolos como escudo para eximirse de su responsabilidad. Mala cosa. 
Twitter @JoseMAcevedo

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