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Un Congreso más bueno que malo

Los escándalos por el ausentismo y el uso indebido de carros oficiales taparon los buenos resultados de la legislatura que termina.

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
18 de junio de 2016

Los ciudadanos tenemos derecho a desconfiar de nuestros congresistas. En el pasado nos han dado razones de sobra para reprochar sus conductas y asquearnos con la forma en que ciertas leyes son aprobadas siguiendo las lógicas del clientelismo más aberrante. Los medios de comunicación registramos con gran despliegue –y de eso se trata este oficio– cada uno de los escándalos que surgen en el Capitolio, desde el ausentismo parlamentario –que no es nuevo– hasta el uso indebido de carros oficiales en poder del Congreso que se destapó en estos últimos meses.

Enmermelados, vagos, sinvergüenzas son los epítetos preferidos de los colombianos para referirnos a estos ‘padres de la patria’ que en innumerables ocasiones dan papaya para ganarse cada uno de esos calificativos.

Sin embargo, no todo es malo en el Congreso de la República y aunque la espesa superficie de eventos lamentables no nos deje ver lo que se está haciendo bien, esta legislatura que termina no es tan mala como algunos la pintan y tiene elementos positivos que deberían ser considerados en los análisis de los colombianos y, sobre todo, en los espacios de los que tienen el privilegio de que su opinión la lean y la oigan miles.

Para empezar, me gusta mucho que sean los nuevos parlamentarios los que hayan brillado y adquirido protagonismo. Ese cuentico de que este iba a ser el Congreso de los veteranos como Uribe, Robledo o Serpa y que todos los demás eran fichas de quitar y poner ha quedado desvirtuado. Desde Iván Duque, Federico y Samuel Hoyos o Tatiana Cabello en el Centro Democrático, pasando por Claudia López y Angélica Lozano de los Verdes y llegando al otro extremo con congresistas del Polo como Alirio Uribe y Víctor Correa, los nuevos nos han demostrado que son ellos los que han elevado la calidad legislativa y no los dinosaurios reencauchados que en un principio llamaron tanto la atención.

Este periodo que concluye el 20 de junio tuvo debates, con ausentismo sí, pero también otros de calidad que terminaron en la aprobación de leyes como la de la marihuana medicinal de Juan Manuel Galán, la de donación de órganos de Rodrigo Lara, la que reduce costos financieros de David Barguil, la del empleo juvenil de los liberales, la de la prima para los empleados domésticos que empujó tanto Ángela Robledo o la que convierte en política de Estado la atención de la primera infancia que impulsaron esencialmente las mujeres congresistas.

Esta fue la legislatura en la que algunos vagos dejaron de ir al Congreso para quedarse viendo en sus casas los partidos de la Selección Colombia pero también fue la de los debates más serios que se hayan oído en los últimos años en materia de control político. De alquilar balcón estuvieron las intervenciones en el caso Reficar, o la moción de censura por la venta de Isagén o el debate sobre las madres comunitarias en el ICBF y todos aquellos concernientes al proceso de paz en los que fue posible ver a Uribe increpando a De la Calle o a la U respondiendo las críticas de la oposición en Colombia, sin disparar un solo tiro como debe ser en esa batalla de ideas incruenta que se llama democracia.

¡Obvio que existen congresistas obsecuentes entregados al gobierno o en oposición a él por razones banales!, pero también cabe reconocer –como lo han hecho todos los partidos– que hubo garantías y espacios de concertación promovidas por quien deja la presidencia del Congreso con un buen balance, hay que decirlo, como Luis Fernando Velasco.

Es muy fácil criticar cuando nos ponen en bandeja de plata tantas cosas para hacerlo. Bien ganado se tiene el órgano legislativo su mala imagen por una acumulación de errores que nos generan entendible desconfianza, pero cuando hay cosas buenas para rescatar –y esta legislatura las tiene– vale la pena hacerlo para exigirle con ello a los congresistas que no bajen el nivel sino que, al contrario, le sigan respondiendo a sus electores y sembrando una pequeña esperanza que nos indique que no todo está perdido en la política colombiana.

Aunque me lluevan rayos y centellas al final creo que, con esta legislatura que termina, es posible decir que este es un Congreso más bueno que malo. ¿Qué opinan ustedes?          

Twitter: @JoseMAcevedo

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