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S.O.S por la Justicia

No puede ser que a los problemas que ya tenemos les agreguemos el de la indiferencia de una nueva generación de abogados que deberíamos salir a protestar.

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
21 de marzo de 2015

Los días pasan, los hechos son cada vez más graves y por cada solución que aparece frente a la crisis de la justicia, surgen varios problemas que nos llevan a pensar que nos encontramos en un auténtico laberinto sin salida. Vean ustedes:

Solución 1: Que el Congreso de la República tramite una reforma integral a la justicia. Después del osazo de la reforma intentada en el 2012, ¡quién puede volver a creer que el parlamento va a ser capaz de cambiar nada! Sin castigo por el engendro al que casi logran darle vida, senadores y representantes siguieron alegres su camino y ahora en la reforma de equilibrio de poderes les va a importar un pepino volver a quedarles mal a los colombianos. Pero además, con dos cuchillos en el cuello –uno de la Corte Suprema, que los puede meter a la cárcel si se portan mal, y otro del Consejo de Estado, que les puede quitar la investidura si no hacen lo que ellos quieren– ¿cuántos congresistas van a atreverse a meter en cintura a los magistrados de las altas cortes?

Solución 2: Que se convoque a un referendo a los ciudadanos para que voten una reforma estructural a la justicia. En algún momento creí que con un formulario de preguntas concretas, bien diseñadas por la academia y un momento de indignación colectiva como el que vivimos, un referendo podría ser la alternativa. Sin embargo, lo que pasó con la revocatoria de Petro me confirma que la democracia participativa en Colombia es una completa farsa: pasaron tres años después del intento truncado de unos ciudadanos de llevar a las urnas la decisión de quitarle el mandato al acalde de Bogotá. Ahora cuando sólo faltan seis meses para que Petro termine su período, ¡oh sorpresa!, la Corte Constitucional dice que nunca se debió frenar esa revocatoria y que ahora es tiempo de convocarla, cuando ya para qué. Imagínense todas las trabas que le pondrían a un referendo para cambiar la justicia, que tiene que pasar por el Congreso y tener el visto bueno de la Corte.

Solución 3: Que se convoque a una asamblea constituyente para reformar específicamente el sistema de justicia. Juan Manuel Charry, presidente del Instituto de Libertad y Progreso, lo mismo que el periódico especializado Ámbito Jurídico, contemplan esta como una salida realista al problema. Dicen que el artículo 376 de la Constitución permite acotar la constituyente de manera que no se abra una caja de pandora. En medio de la revoltura del proceso de paz, con tantos intereses cruzados de los ‘líderes’ del momento, ¿será que el país político se da la pela de una reforma por esta vía? Creo que muchos lo pensarían dos veces…

Solución 4: Que se revoque a todos los magistrados de las altas cortes. Tanto Ramiro Bejarano como el periódico El Espectador han insistido en esta propuesta, pero técnicamente, ¿quién puede echar a los magistrados? ¿Tendríamos que esperar a que en un gesto de grandeza, ellos decidieran renunciar? Sé que algunos lo harían y así lo han manifestado, pero pedirles a otros tantos ‘honorables’ magistrados que se bajen de sus carros blindados y rechacen el poder electoral que en mala hora la Constitución les confirió va a ser imposible.

Y entonces, ¿qué carajos hacemos con la justicia?... Me pregunto si este es un tema que inquieta a los miles de estudiantes de derecho que saldrán de las cientos de facultades de derecho que existen en el país.

Si algo les importara su futuro a estos jóvenes –que debería importarles y mucho-, tendríamos que pedirles que promuevan una revolución desde las aulas. No puede ser que a los problemas que ya tenemos les agreguemos el de la indiferencia de una nueva generación de abogados que deberíamos estar protestando ya por el país que nos van a dejar los más viejos.

Por eso hago un llamado para que los abogados más jóvenes y los que están por graduarse nos levantemos y juntos gritemos que este remedo de justicia tiene que cambiar. Empecemos por un reproche social efectivo y una sanción social que sientan nuestros magistrados y jueces. Luego, abramos un espacio de propuestas serias enfocadas a resolverle los líos al ciudadano de a pie, que es, a la larga, de lo que menos se habla y lo que más importa. Queda pues lanzado este S.O.S por la Justicia. ¡Por algo tendremos que comenzar!
 
Twitter: @JoseMAcevedo

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