OPINIÓN ON-LINE
Gente tóxica
El problema no está en Santos, ni en Uribe, ni en Timochenko, ni en Ordoñez, sino en la gente tóxica que les rodea.
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Pónganle ustedes los nombres. Seguro que saben a quiénes me refiero. Se pasean por los micrófonos con un discurso constructivo, magnánimo, pero en la intimidad, al lado de quien dicen asesorar, tienen otro; uno que envenena y confunde, uno que adula y miente, uno que nos está haciendo perder la oportunidad de un verdadero acuerdo nacional alrededor de una paz posible. He llegado a la conclusión de que el problema no son Santos, ni Uribe, ni Timochenko, ni Ordóñez, sino la gente tóxica que les rodea.
Del lado de Uribe, son los más radicales y los más oportunistas. Los que quieren llevar esta discusión a un escenario electoral lo suficientemente lejos para que el cese al fuego se quiebre pero lo suficientemente cerca para enredar el asunto de la paz con el de los votos. No creo que sean Zuluaga, Trujillo o Duque los que estén en ese plan a pesar de que sean ellos las caras visibles de las candidaturas del Centro Democrático. No. Quienes más le echan leña al fuego no aspiran ser por sí mismos presidentes de Colombia pero sí llegar a controlarlos, tener contratos e incidir en el rumbo de este país en cuerpo ajeno. Son tan tóxicos que no les importaría meternos de nuevo en una guerra que tampoco librarán ni ellos ni sus hijos pero ahí terminaremos si Uribe no es capaz de desprenderse de una vez por todas de esos personajillos. La gente tóxica que rodea al expresidente es la misma que hace parecer que las declaraciones de Pacho Santos llamando a la cordura son un himno a la traición cuando en realidad son un asunto de moderación y construcción de confianza necesarios.
Al lado de Juan Manuel Santos también habita gente tóxica. La misma que le hizo creer que un acuerdo rápido era preferible a un mejor acuerdo. La que llegó en paracaídas dizque a salvar la negociación y terminó tirando por la borda el esfuerzo serio de De la Calle y Jaramillo en los aspectos más sensibles y cruciales del proceso de paz. Esa gente tóxica que hizo del acuerdo en materia de justicia y participación en política un festín de concesiones que se habría podido evitar si, por ejemplo, a Jaramillo y a su equipo jurídico le hubieran dado unas semanas más para lograr fórmulas que resultaran universalmente aceptables y no éstas que llevaron a la gente con indignación a votar No en las urnas. Los tóxicos del presidente no son solamente políticos, también visten de abogados que ahora fungen como enlace con los magistrados de la Corte Constitucional y que diseñan planes jurídicos alternativos creyendo que esto es un asunto de incisos cuando en realidad toda solución de fondo pasa por el plano político.
Finalmente, rodeando a las Farc, también se encuentran los de siempre: los que les desconectan de la realidad con cantos de constituyente, los que les hacen creer que tienen la sartén por el mango y los que ahora les piden que no cedan, igual que en su momento les pidieron que no entregaran a los secuestrados porque eran su mejor moneda de cambio.
Los tóxicos que le hablan al oído a ‘Timo’ y a Iván Márquez son los mismos que pagados por gobiernos extranjeros les han llevado al absurdo de creer que el único blindaje posible en el largo plazo es el jurídico olvidándose que la legitimidad de los acuerdos reside en muy otro lugar. La gente más tóxica en las filas de las Farc, curiosamente no es la que ha matado más sino la que con asesorías amañadas ahora tiene trancada esta paz que, como dijo Rodrigo Uprimny, está de un cacho pero de un hilo.
Ojalá en vez de seguir oyendo a todos esos tóxicos, Uribe y Santos, Timochenko y Ordóñez, Marta Lucía y Pastrana, se sentaran solos a entender que son más las cosas que los unen en este punto que aquellas que los dividen. Y ojalá los colombianos sigamos presionándolos para que así lo entiendan. Todo lo demás, es literatura.
En Twitter: @JoseMAcevedo