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Ganar como sea

La pelea del uribismo y el santismo, la judicialización de la política y las movidas anticipadas de los candidatos a la presidencia harán que la renovación sea la gran sacrificada en los comicios de octubre.

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
30 de mayo de 2015

Son muy pocas las ciudades o departamentos que cuentan con candidatos cívicos alejados de la politiquería punteando en las encuestas para gobernaciones y alcaldías. En las regiones más importantes del país habrá más de lo mismo y el absurdo pero efectivo proceso de reciclaje en el que andan metidos los partidos tradicionales revivirá lo peor de cada comarca. Lo importante, al fin de cuentas, es ganar y tristemente ni los métodos ni la falta de coherencia serán un obstáculo a la hora de impulsar candidaturas para los comicios de octubre.

Lo que pasó con Cambio Radical en las últimas semanas es sólo un síntoma de lo que en realidad está ocurriendo con el resto de partidos políticos. Vargas Lleras necesita dejar cuadrada la costa para ir pavimentando ¡no las vías 3g! sino su elección en 2018. Si eso cuesta sacrificar a Carlos Fernando Galán en la dirección de Cambio Radical para no indisponer a sus socios, los Char, qué importa. Hay que ganar como sea, dirá.

A los liberales tampoco les importa lo que dijeron hace cuatro años y apoyarán al ‘inefable’ Luis Pérez a la gobernación de Antioquia, lo mismo que Cambio Radical y posiblemente los conservadores. En ese mismo departamento, el uribismo le apostó a una dirigente que representa la forma más tradicional de hacer política y que, encima de todo, justifica el machismo y el maltrato de género, como lo hace doña Liliana Rendón. ¡Hay que ganar!, dirán el expresidente y su nuevo mejor amigo Fabio Valencia Cossio. Lo demás, qué importa.

Como si fuera poco la política estará indeseablemente interferida por el poder judicial y cuentan los agudos reporteros judiciales que varios presidentes de distintos partidos han ido a hablar con el fiscal Montealegre para que acelere o archive investigaciones de tal forma que mueva el tablero electoral en varios departamentos.

¿Beneficiará, por ejemplo, la fiscalía al investigado candidato a la gobernación de Santander Didier Tavera, ahora aliado fiel de Horacio Serpa?¿Archivará el jefe del ente investigador –como también le han solicitado– el proceso contra la candidata a la gobernación del Valle Dilián Francisca Toro para que pueda ser la ‘parejita’ de Angelino Garzón?

También se dice que hay judicialización de la política en el Tolima pero contrario a Toro y a Tavera, los rumores sobre una posible orden de captura contra un candidato de apellido Barreto recorren las calles de Ibagué. Todo, dicen en los mentideros políticos, para dejarle despejado el camino a otro aspirante de una orilla contraria.

Pero hay más -como dirían en televentas y este ejercicio de la política no está muy lejos de ser un fraude igual-: tanto el vicepresidente, como el fiscal y el procurador se mueven como peces en el agua en estos temas electoreros que deberían serles completamente ajenos o al menos están dejando que usen sus nombres para avalar candidaturas locales sin que desmientan esos apetecidos ‘avales’. Las ganas que cada uno le tiene a la presidencia en 2018 los está poniendo a jugar un papel indeseable en la organización política regional y ellos, sedientos de poder, reparten guiños a quienes creen que les pueden ser más útiles en sus propósitos.

Asco debería darnos a los electores está mentalidad de la mayoría de políticos cuyo único fin en la vida es ganar como sea.

Una conclusión es previsible desde ya: la pelea del uribismo vs. el santismo en las regiones, lo mismo que la judicialización de la política y las movidas anticipadas de los candidatos a la presidencia harán que la renovación sea la gran sacrificada en esta sucia guerra por el poder. ¡Bienvenidos al pasado!


Twitter: @JoseMAcevedo

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