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Sincerar la mermelada

Ya que Santos dijo a qué partido pertenecen los ministros, ¿no podrá hacer lo mismo con los directores del ICBF donde los niños se mueren de hambre?

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
30 de abril de 2016

‘No es un problema de puestos sino de representación política’, fue la frase con la que Horacio Serpa intentó aromatizar el apetito burocrático de los liberales que al final se quedaron viendo un chispero con el nuevo gabinete. Es legítimo que un partido político que siente que se la ha jugado por la paz y ha apoyado incondicionalmente al primer mandatario en los momentos difíciles pida más ‘representación’ y es preferible que los dirigentes lo expresen públicamente y no por debajo de la mesa como creyéndonos tontos a los colombianos.

Hubiera sido deseable, por ejemplo, que Serpa pidiera de frente y sin agüero los cargos que quería, lo mismo que Vargas Lleras ha debido salir a plantear en público el ultimátum que en privado le tiró en la cara al presidente: “si no ternan a Néstor Humberto, me voy del gobierno”, le habría dicho.

Pero no. Aquí las cosas o se hacen por debajo de la mesa o se dicen siempre a medias. El presidente Santos que más que un gabinete por la paz recompuso su equipo de colaboradores con milimetría y cálculo político, presentó a cada uno de sus nuevos ministros como cuota de alguna colectividad. Con ese mismo pragmatismo, uno esperaría que Santos le contara al país de quién es el ICBF de cada región de Colombia que también está repartido a conveniencia entre los políticos que respaldaron al primer mandatario en su búsqueda por la reelección.

¿Será mucho pedirle al presidente que nos diga, como hizo con los ministros, de qué partido son los directores del ICBF de la Guajira o del Atlántico en donde se mueren todos los días niños literalmente de hambre? ¿Será demasiado solicitarle al jefe de Estado que nos cuente a qué movimiento le corresponden ciertos contratos millonarios o direcciones regionales del SENA?

Si la política se hace así y todo el mundo lo sabe, ¿no nos habrá llegado la hora de sincerar la mermelada y crear un sistema público y transparente para saber cómo está repartida la burocracia del Estado? ¿No sería deseable que en vez de acordar los dichosos cupos indicativos a puerta cerrada en el despacho del ministro de hacienda entre los senadores y los políticos de provincia, se contara abiertamente quién se queda con cada uno de ellos y que la gente pudiera fiscalizarlos para saber si se invirtieron bien o se dilapidaron?

¡Volvamos visible la mermelada! En vez de rasgarnos las vestiduras por algo que sabemos que pasa subrepticiamente, transparentémoslo todo para que los ciudadanos podamos atribuir las responsabilidades políticas a quienes toca y evitar que terminen diluidas como suele ocurrir por cuenta de que no sabemos quién maneja nuestra plata y nuestras instituciones.

No está mal saber a quién le toca cada pedazo de esta inmensa torta que se llama Estado de la que todos quieren comer. Sincerar la mermelada no sólo nos permitiría ver con precisión a quienes lo hacen mal sino también a quienes sobresalen en su gestión con la cuota que recibieron.

Si la repartición de los cargos del Estado es pública y abierta, los partidos tendrán más incentivos para hacerlo bien y si ello ocurre se ganarán los votos limpiamente pues los ciudadanos premiarán a los mejores y lógicamente castigarán a quienes les queden grandes las cuotas de poder que recibieron.

Presidente Santos: ahora que anda en plan de adalid de la lucha contra la corrupción y que encabezará el evento mundial sobre este tema en Londres, denos a sus gobernados la posibilidad de conocer cómo están organizadas sus cuentas burocráticas. ¡Sinceremos la mermelada en Colombia!

Twitter: @JoseMAcevedo

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