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¿Se va o se queda?

Ni los amigos del Procurador ni sus enemigos pueden cantar victoria en una pelea que, por ahora, va en tablas.

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
18 de julio de 2015

Evidentemente esta es la primera vez que en la Procuraduría se sienten los nervios por cuenta de la demanda en contra de la reelección de Alejandro Ordóñez. Las salidas del procurador para hablar de complots y de interferencias indebidas en el proceso que se lleva en el Consejo de Estado evidencian que la situación es crítica y que quedarse quieto no es una opción.

Del otro lado, sus contradictores parecen demasiado confiados. Con triunfalismo se les oye en conversaciones privadas decir que es un hecho que Ordóñez dejará el Ministerio Público pronto y la verdad es que la cosa no parece tan sencilla para ninguno de los dos bandos.

La falta de magistrados en propiedad que entren a decidir el asunto y la ambigüedad de quienes han estado en las discusiones previas, sumados a los trámites propios del proceso que aún quedan pendientes y que sorpresivamente han ido apareciendo, hacen que no sea posible predecir con total certeza lo que va a ocurrir ni cuándo va a suceder en relación con el Procurador.

Quienes han afirmado que la suerte del Procurador está echada por un revés que tuvo cuando pidió quitarle la ponencia de su caso al consejero de estado Alberto Yepes en una reñida votación que quedó 14 votos contra 13, olvidan que varios de los magistrados que apoyaron a Yepes lo hicieron simplemente por solidaridad con su colega y para evitar una dilación en el proceso, y no precisamente porque quieran apoyar la ponencia que pide anular la reelección de Ordóñez. Entre esos 14 que dejaron las cosas como estaban, puede haber algunos que acompañen a última hora al procurador. De hecho, se sabe que como no están todos los consejeros de estado nombrados y se ha necesitado un grupo de conjueces que entren a decidir el caso, al menos la mitad de estos últimos están con Ordóñez y la otra mitad en su contra, otra razón para pensar que nada está decidido aún.

Para quienes están con Ordóñez el panorama tampoco es claro: el Procurador ha perdido aliados importantes como Marco Velilla, Susana Buitrago y Alfonso Vargas que por vencimiento de su periodo ya están por fuera del Consejo de Estado. De hecho, el día que Ordóñez más necesitó del voto del consejero Vargas para quitarle la ponencia a su contradictor Alberto Yepes, Vargas nunca apareció. Hoy, cuando ya salió del Consejo de Estado, cuentan algunos que Alfonso Vargas, el examigo del procurador, ya tiene contratos asegurados en algunas entidades del Estado poco afectas a Ordóñez. ¿Simple coincidencia o jugada para desestabilizar el bloque que apoyaba al Procurador?

Ciertamente los 'ordoñistas' tampoco pueden respirar tranquilos porque a esa corporación ha llegado un nuevo miembro que no es de su cuerda. Carmelo Perdomo, como explica  La Silla Vacía, entró a finales de la semana pasada a suplir una de las vacantes y por su historial es posible prever que jugará en contra de Ordóñez.

Como ven, las cosas hoy están más empatadas que nunca. Hay tantas evidencias para creer que Ordóñez se va como para pensar que puede seguir en su cargo. El tema de los tiempos tampoco está resuelto porque antes de ir al fondo de la cuestión siguen estando pendientes por resolverse varias recusaciones contra magistrados que votan en este caso y un par de nulidades, lo que puede tomar varias semanas o meses más.

En cualquier caso, lo deseable es que este tema fuera fallado en derecho. La discusión es suficientemente apasionante desde el enfoque del derecho constitucional y administrativo como para engolosinarse con los juegos de poder y los asuntos extrajurídicos. Infortunadamente, como van las cosas, la decisión de que el procurador se vaya o se queda va a responder más a estos últimos factores que a un debate intelectual sólido.

Los allegados de Ordóñez esperan que aparezca el audio proveniente de una supuesta interceptación entre guerrilleros en el que hablan de cómo el Gobierno prometió que haría lo posible por sacar al procurador de su cargo para poder demostrar su tesis del complot. Los del bando contrario buscan entretanto candidatos a ocupar las ocho vacantes en el Consejo de Estado cuyo único requisito es que odien a Ordóñez y así puedan inclinar la balanza.

Al final, en medio de los intereses particulares de unos y otros, los jueces están sucumbiendo a esa idea de que en Colombia el sistema judicial hace primero política y luego, en sus ratos libres, imparte justicia. ¡Y así nos va!, queridos lectores...

Twitter @josemacevedo

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