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¿Hay punto medio entre Claudia Gurisatti y alias ‘Timochenko’?

A ella poco le gusta el proceso de paz tal como está confeccionado; a él no le gusta que a sus hombres les escriban la palabra ‘alias’ antes de sus nombres de guerra. Dos extremos del país.

Juan Diego Restrepo E., Juan Diego Restrepo E.
17 de junio de 2015

El 23 de marzo de 2014, a las 3 y 43 de la tarde, la periodista Claudia Gurisatti escribió en su cuenta de Twitter: “Las Farc estaban condenadas al olvido hasta que @JuanManSantos les otorgó despeje mediático, político y moral en La Habana. Y de la paz nada!”. Una frase sincera, sin duda, expresada con una convicción que no deja espacios a las ambigüedades ni a posibles interpretaciones.

Quince meses después, el máximo jefe de la guerrilla de las FARC, Rodrigo Londoño Echeverri, conocido con los alias de ‘Timoleón Jiménez’ o ‘Timochenko’, sentó su posición sobre lo que él considera debe ser el papel de la prensa en los actuales momentos del país, donde se discute cómo cerrar una confrontación armada de 51 años con ese grupo subversivo. A través de un comunicado, este jefe insurgente cuestionó al diario El Espectador entre otras cosas por utilizar la palabra ‘alias’ para referirse a uno de sus hombres, “como para señalar su condición de malvado delincuente sin mayor crédito”.

Ambas posturas reflejan los extremos de un país que aún no logra ponerse de acuerdo en el camino a seguir para superar una guerra que ha desangrado a comunidades enteras; desplazado a cientos de miles de colombianos, del campo y de la ciudad; desaparecido a miles de hombres y mujeres… La lista de hechos luctuosos es interminable. Gurisatti intenta recoger todo ese dolor para transformarlo en odio colectivo hacia el grupo guerrillero.

Por su parte, alias ‘Timoleón Jiménez’ o ‘Timochenko’, pretende convencernos de que lo ocurrido en 51 años de confrontación ‘fariana’ contra el Estado y la sociedad colombiana está legitimado y, por tanto, su discurso es el que debe imponerse en las planas de los periódicos, en las emisiones de los noticieros televisivos y radiales, y en las páginas de medios en Internet. Con sus argumentos, pretende que los colombianos dejen de odiarlos. Y por ello se queja de que no se transmiten bien sus mensajes.

En una y otra postura hay intereses claros y por ello hablar de “objetividad” es un absurdo, el concepto, por demás, fue erradicado hace muchos años del ejercicio periodístico. ¿Puede fundamentarse que los intereses de Claudia Gurisatti son más “oscuros” que los de alias ‘Timoleón Jiménez’ o ‘Timochenko’? ¿Quién puede determinar con precisión esas intenciones? Algunas estrategias metodológicas podrían darnos algo de claridad al respecto, pero es fácil determinar que tanto el discurso de la periodista como el del jefe guerrillero ofrecen una visión distorsionada de la realidad.

Y ocurre que entre ambas posturas, desde sus extremos, representan también la lucha por el poder. Aquí es importante citar a Manuel Castells: “la lucha por el poder es por generar, difundir e imponer códigos”. ¿Qué códigos representa Claudia Gurisatti? En sus puestas en escena informativa prevalece el odio y el dolor que, exacerbados, conducen al anhelo de venganza y eso es lo que hoy mueve a buena parte de los colombianos.

Del otro lado, están los códigos que intenta imponer alias ‘Timoleón Jiménez’ o ‘Timochenko’, el de su condición de víctimas, obligados a confrontar el Estado porque se convirtió en su peor enemigo. Y en su discurso pretenden acoger a todos aquellos ciudadanos pobres, excluidos, marginales. Es por ellos, dice, que se alzaron en armas también. La culpa de millones de colombianos afectados por sus armas es de otros. Pero pocos le creen al jefe insurgente.

El escenario es claro: ni Claudia Gurisatti cambiará de postura de idea de la noche a la mañana, ni alias ‘Timoleón Jiménez’ o ‘Timochenko’ dará su brazo a torcer en su concepción de cómo se informa sobre la guerra. Estamos pues frente a una pugna de poder que reflejan el momento que vive el país. Hay que admitir que en tiempos de guerra es inútil exigir una información fiel a los hechos. Cada bando en confrontación tiene sus visiones y desde allí narra los sucesos. Por ello Patrick Charaudeau considera que, estas circunstancias, “ninguna información puede reivindicar transparencia, neutralidad o facticidad”.

¿Cómo encontrar un punto medio entre ambas posturas? ¿Qué se requiere para lograrlo? ¿Cómo superar ese conflicto, tan anacrónico ya, tan inútil? ¿Qué estrategias discursivas son necesarias en este momento para eliminar las distancias que representan Claudia Gurisatti y alias ‘Timoleón Jiménez’ o ‘Timochenko’?

Hay quienes aseveran que por la vía de las historias de vida, particularmente de las víctimas, se pueden eliminar esas diferencias, pues ofrecen un enfoque más humano de las cruentas consecuencias que genera la guerra; otros insisten en la necesidad de difundir historias de superación personal y colectiva, que contengan un enfoque esperanzador en medio de la confrontación armada; y unos más proponen un ejercicio descriptivo de contextos que permitan entender lo que sucede. Sin embargo, son ejercicios periodísticos muy esporádicos e inconsistentes. Hay contadas excepciones, claro, pero no son tan influyentes como para posicionar sus códigos en una gran mayoría de ciudadanos.

En el ejercicio de informar hay un proceso de elección. Al respecto, los análisis del discurso que ha realizado el profesor holandés Teun Van Dijk sobre la prensa, particularmente de la europea, dan pistas de las tensiones que se viven en Colombia alrededor de los medios de comunicación y el conflicto armado: “La elección de las palabras específicas puede señalar el grado de formalidad, la relación entre los participantes en el habla, la inserción institucional o grupal del discurso, y en especial las actitudes y, en consecuencia, las ideologías de los hablantes”.

Charaudeau, por su parte, asevera que esa elección contiene “efectos de sentido para influir sobre el otro, es decir, a fin de cuentas, elección de estrategias discursivas”.

Claudia Gurisatti tiene su propia estrategia, es clara, no admite dudas y tiende a reproducirse en otros medios; alias ‘Timoleón Jiménez’ o ‘Timochenko’ pretende con su cátedra, que los periodistas asumamos otra, la suya, la de su organización armada, y hay quienes siguen esa pauta. Ambas son problemáticas, una contiene un espíritu contrainsurgente que no es nuevo, lleva varias décadas instalado en las salas de redacción y en aquellos que las financian; el otro pretende posicionar un discurso insurgente que, en diversos círculos se camufla como “alternativo”, pero que se traiciona a sí mismo cuando las acciones armadas se dirigen contra la población civil.

Ambos discursos hay que superarlos e insistir en la búsqueda de un punto medio que le permita a la ciudadanía tener más y mejor información. No podemos perder de vista que, a futuro, tendremos que refrendar unos acuerdos y si no hay suficientes elementos de juicio para valorarlos, iremos de cabezas hacia el fracaso de una negociación. Y nos costará muchos años recuperarnos.

En Twitter: jdrestrepoe
(*) Periodista y docente universitario

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