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La Escombrera: zona de impunidad

La desaparición forzada en la comuna 13 de Medellín, luego de la llamada Operación Orión, se dio en medio de un sospechoso silencio de las autoridades civiles y militares.

Juan Diego Restrepo E., Juan Diego Restrepo E.
29 de julio de 2015

Retenidos en las callejuelas de algunos de los 23 barrios que conforman la comuna 13 de Medellín por comandos paramilitares, y ante una sospechosa actitud de negacionismo de las autoridades locales, decenas de ciudadanos fueron asesinados, descuartizados y enterrados en fosas comunes en una amplia zona boscosa de ese sector de la ciudad entre finales de 2002 y mediados de 2005.

Estaba en marcha una de las operaciones contrainsurgentes urbanas más cruentas del país a comienzos del siglo XXI, adelantada por el Bloque Cacique Nutibara de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) bajo el mando de Diego Fernando Murillo Bejarano, alias ‘Don Berna’. En la capital antioqueña las voces angustiantes de los pobladores de la comuna 13 eran ahogadas por las “versiones oficiales” que entregaban altos mandos militares y policiales, así como voceros de la Alcaldía, que lo negaban todo.

Las alertas se prendieron pocos días después de finalizada la llamada Operación Orión, una de las acciones estatales de carácter urbano de mayor envergadura conocidas hasta ese momento en el país, ordenada por el recién posesionado presidente Álvaro Uribe Vélez. Entre el 16 y el 19 de octubre de 2002, tropas del Ejército, comandos especiales de la Policía Nacional, agentes del DAS y del CTI de la Fiscalía y la Fuerza Aérea, se tomaron los barrios de esa comuna en busca de milicianos de las guerrillas de las FARC, el ELN y los CAP (Comandos Armados del Pueblo).

Uno de los resultados más visibles de esa acción estatal fue la consolidación del Bloque Cacique Nutibara de las AUC en esas laderas de la zona occidental de la ciudad. Su control fue total. Y su maquinaria de terror se instauró en sus callejuelas. Ante las denuncias ciudadanas, el entonces comandante de la IV Brigada del Ejército, general Mario Montoya, declaró al diario El Colombiano (8 de diciembre de 2002) que en este sector de la ciudad no había paramilitares: “Descarto totalmente esa posibilidad. Dentro de la comuna es improbable que haya autodefensas. Con ese cuentico nos van a seguir, que las autodefensas, que las autodefensas”.

Para la fecha de esa declaración había transcurrido más de un mes de finalizada la Operación Orión y ya la desaparición forzada se estaba imponiendo como estrategia de las huestes de alias ‘Don Berna’ contra supuestos milicianos de las guerrillas y sus presuntos auxiliadores, colaboradores, familiares y amigos. Diversos testimonios de exparamilitares permiten establecer los niveles de sevicia que alcanzó ese accionar armado: “En la comuna 13 el medio de desaparición que utilizábamos era la fosa. A la gente la picábamos con machetes o cuchillos”, se lee en alguno de los cientos de documentos que han intentado reconstruir lo ocurrido allí. Lo que se ha conocido a través de diversos testimonios es que había hombres de las AUC especializados en descuartizamiento.

De acuerdo con la versión de otro desmovilizado, la orden que tenían tras retener a alguien que fuera señalado como miliciano de la guerrilla o auxiliador “era cogerla, y si daba información se dejaba en la organización y si no se mandaba matar. Esa orden venía de los altos mandos, de los Castaño, y en el Cacique del comandante Adolfo Paz (alias ‘Don Berna’). Y la orden era seguir con la misma política de las desapariciones”.

Esa progresiva estrategia de guerra fue negada de manera persistente por las autoridades. Para febrero de 2003, el controvertido alcalde de la ciudad, Luis Pérez, también intentó contribuir al ocultamiento de las acciones de desaparición forzada que padecía la comuna 13. Ante el hallazgo de las primeras fosas con cuerpos de pobladores retenidos por las AUC en esta zona, el mandatario local aseveró al diario El Tiempo (17 de febrero de 2003) que allí no había dominio paramilitar y varios de los muertos hallados habrían sido asesinados antes de la Operación Orión: “Las fosas encontradas no son propiamente en la comuna 13 -dice-, sino en zona rural del corregimiento de San Cristóbal, cerca de un laboratorio de cocaína que la Fuerza Pública decomisó hace tres meses. Los cadáveres son de entre 6 y 18 meses, o sea que existe una alta probabilidad de que parte de esos cadáveres sean de los enfrentamientos que allí se producían hace más de un año”.

Negar el posicionamiento de las AUC en la comuna 13 fue la tendencia generalizada de las autoridades locales y contribuyó a que esa máquina de guerra desatada por alias ‘Don Berna’, se posicionara de manera impune y a través de ella se perpetraran cientos de desapariciones forzadas. ¿Había acuerdos entre unos y otros para ocultarlo todo?

Quizás la respuesta esté en una carta escrita por alias ‘Don Berna’, fechada el 27 de febrero de 2009 y enviada al juez Richard M. Berman, de la Corte Federal del Distrito Sur de New York, en Estados Unidos, que lo procesó por delitos asociados al narcotráfico y lo condenó a 33 años de prisión. En ella aseveró que la ocupación de la comuna 13 contó con la participación del Bloque Cacique Nutibara, pues “la comunidad y los organismos de seguridad del Estado les pidieron ayuda para librar la zona de la guerrilla”.

Es importante la decisión que tomó la Fiscalía General de la Nación, de manera conjunta con la Alcaldía de Medellín, de hurgar en las entrañas de La Escombrera para buscar los restos de todos aquellos ciudadanos que fueron asesinados por las AUC y fueron enterrados allí, pero también es necesario que se encuentren las sendas de la verdad y se establezcan las responsabilidades de quienes estuvieron detrás de esa estrategia de terror. Encontrar los restos óseos es un paso, el otro es juzgar a aquellos que permitieron tanta impunidad.

En Twitter: jdrestrepoe

(*) Periodista y docente universitario

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