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Cuenta regresiva para el ELN

El fin de la negociación con las FARC abre las puertas de una nueva etapa para Colombia. Pero lo ideal para cerrar el ciclo es que el ELN ofrezca su intención de paz.

Julia Londoño, Julia Londoño
26 de agosto de 2016

El fin de la negociación con las FARC abre las puertas de una nueva etapa para Colombia. Cierra el ciclo de la guerra con la organización subversiva más activa y feroz. Pero lo ideal para que cerremos el ciclo de la violencia política es que el ELN entienda el momento histórico que vive el país y que ofrezca muestras claras de su intención de paz.

Sin el ELN, las opciones de despliegue del concepto de paz territorial y el disfrute de los beneficios de la paz para los pobladores de los sitios donde ha ejercido su presencia quedará en riesgo. Hasta ahora parece que los líderes de esa organización han querido asumir una actitud de cautela, quizás para ver como les iba a las FARC con su negociación; pero una vez se apruebe el plebiscito no debe quedar mucho margen para el escepticismo por su parte. Continuar en esa tónica los puede llevar a durar meses o años en el plan de observadores de la evolución de las FARC en la vida civil y el tiempo empieza a correr en su contra.

El problema para el ELN es que el margen de maniobra del gobierno se va agotando. En la práctica quedan unos cuantos meses para que empiece la campaña presidencial de 2018 cuyo partidor oficial será el día que el actual vice presidente presente su renuncia y asuma el control de su campaña. Ese día todas las fichas políticas empezarán a moverse y en medio de ese frenesí no será fácil para el presidente mantener unas conversaciones en neutro con los herederos del cura Pérez.

No cabe duda que sin el ELN en medio de una conversación de paz seria y andando al margen de maniobra, se aumentarán las voces que dirán que si es cierto que los Acuerdos con las FARC realmente son el cierre del conflicto no hay cabida para renegociar temas con el ELN y que lo único procedente para el Estado será combatirlos. Y no será solamente el uribismo el que esgrima ese argumento, otros candidatos tratarán de mostrar su corazón grande con la guerrilla que se atrevió a firmar la paz y la mano fuerte con quienes se quedaron por fuera.

Muchos de los temas que se acordaron con las FARC quedaron cerrados, no sólo por la obligación moral de cumplirle a esa guerrilla a cambio de su desmovilización, sino porque una vez se plasmen en Actos Legislativos y reformas legales no se podrán estar modificando so pena de desbaratar el conjunto de diseños para la transición a la paz. Baste pensar en el Tribunal Especial de Paz, que una vez conformado tendrá a su cargo la tarea de juzgar a todos los protagonistas del conflicto, incluidos los miembros del ELN si se incorporan a un verdadero proceso de paz.

El Presidente Santos ha gastado su popularidad sacando adelante la negociación con las FARC. Se ha empleado a fondo y ha jugado los restos de su capital político para conseguir el objetivo de la paz, será muy difícil que pueda asumir costos similares con el ELN. El desgaste político de un nuevo proceso de diálogo seguramente será tarea de su sucesor, pero eso solo sucederá si el proceso está en marcha y si la opinión pública percibe que es sólido. En ese escenario un nuevo gobernante no podrá echar marcha atrás, pero para ello el ELN debe entender que empezó su cuenta regresiva.

Antonio García, yo sé que usted leerá esta columna. No dude más. Atrévase a dar el paso y lograr que usted y los suyos tengan un espacio en esta nueva etapa de Colombia. Estoy seguro que es mucho más lo que van a aportar sin armas que permaneciendo en una guerra sin presente y sin futuro. Aún hay espacio para la generosidad de los colombianos, no lo desperdicie.

Ex Vice Ministro del Interior - @JuanFdoLondono

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