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Impuestos y corrupción

Gran parte del problema de Colombia es que los sectores más ricos no sólo no tributan más, sino que se ven enormemente favorecidos por los beneficios y vacíos de la legislación.

Julia Londoño
7 de noviembre de 2016

Uno de los argumentos más comunes para oponerse a los aumentos de impuestos es la corrupción. Desde distintos sectores, grupos interesados y liderazgos populistas se señala con énfasis que el gobierno no debería subir los impuestos hasta que se acabe o por lo menos se combata eficazmente la corrupcion. Muchos ciudadanos a su vez consideran injusto pagar impuestos cuando hay tanto desvio de los recursos. Incluso otros grupos apelan a ello para justificar sus propias acciones en materia de evasión y elusión.

La verdad es que en el tema de la relacion entre impuestos y corrupción el asunto funciona al contrario, esto es, el aumento de impuestos es lo que provoca reducciones en la corrupcion. Los países que tienen los menors niveles de corrupción, como por ejemplo, los nórdicos y otros más de la esfera de la OECD tienen a su vez los mayores niveles de tributación y gracias a esos ingresos pueden financiar los servicios públicos que el Estado provee y que permite los altos niveles de bienestar de que gozan quienes habitan en ellos.

De otro lado, los países con mayores niveles de corrupción corresponden a Estados que no recaudan pero tienen recursos suficientes para entregar a los ciudadanos ciertas condiciones básicas de vida, un ejemplo muy claro es Venezuela, que usa los recursos del petroleo para brindar subsidios que permiten a las elites mantener el apoyo político mientras los gobernantes y sus cercanos se apropian de grandes cantidades de dinero. Los países autenticamente más pobres no presentan niveles tan altos de desviación de los recursos por la simple razón de que hay menos recursos para desviar.

Lastimosamente, el asunto no funciona tan facilmente cuando se trata de asegurar que mayores impuestos se traduzcan en acciones más efectivas del Estado. Para ello se requiere que la sociedad active diversos mecanismos de control social y rendición efectiva de cuentas. Para que esto suceda es muy importante que los ricos paguen efetivamente más impuestos y que los impuestos directos sean claros y relevantes. Son los impuestos directos los que generan una sensación de expropiación del esfuerzo propio que obliga a los afectados a preocuparse por el control de la destinación y uso efectivo de los recursos. Si alguien adquiere una fortuna con gran sacrificio no estará dispuesto a que otro más se aproveche de su esfuerzo, incluso si es el Estado.

Gran parte del problema de Colombia es que los sectores más ricos no sólo no tributan más, sino que se ven enormemente favorecidos por los beneficios y vacíos de la legislación. Esto genera dos situaciones, uno, la ausencia de autoridad moral de estos mismos sectores para emprender o financiar acciones de control, pues cualquiera iniciativa que tomen en esa dirección puede propiciar retaliaciones de parte de los agentes politicos y por lo tanto la accion se devuelve como un bumerán que afecta sus propios beneficios económicos. Segundo, la lógica con la que actúan muchos sectores poderosos es que resulta mejor usar el sistema para sacar tajada en lugar de actuar quisquillosamente con respecto a la corrupción.

Cuando la gente paga más impuestos está más atenta y dispuesta a asegurarse que los representantes politicos rindan cuentas sobre el uso que los gobierno hacen de los recursos y solo cuando los ciudadadanos, especialmente los más ricos e influyentes –que son quienes pueden dedicar mayor tiempo y energía a controlar a los otros poderosos de la sociedad- empiezan a actuar de esa manera la corrupción empieza a ceder.

Mientras en Colombia existan tantos beneficios para los ricos en las regulaciones tributarias será muy dificil que la lucha contra la corrupción realmente prospere.

*Ex viceministro del Interior
Director Centro de Análisis y Asuntos Públicos
@JuanFdoLondono