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Reconocimiento a Belisario

Corresponde pues, ahora que se cierra el conflicto armado hacer este justo reconocimiento a Belisario Betancur. Quien al igual que Santos hoy no tuvo la comprensión necesaria por parte de sus contemporáneos.

Julia Londoño, Julia Londoño
30 de junio de 2017

El cese de la confrontación armada entre el Estado y la guerrilla de las FARC que se cerró esta semana con la entrega de las armas a las Naciones Unidas abre el camino para la construcción de la paz, tal como se diseñó en los contenidos del propio Acuerdo de Paz, y también abre la posibilidad de empezar a evaluar con cabeza fría lo que ha sido este período de la vida de Colombia.

Por paradójico que suene, la historia reconocerá la sensatez con la que actuamos los colombianos al permitir que en las últimas dos décadas se permitiera la reelección presidencial. Gracias a ella, los colombianos dimos continuidad a las políticas del Presidente que lideró la guerra (Alvaro Uribe) y al que consiguió la paz (Juan Manuel Santos). Sin esas dos reelecciones, no se habría podido culminar el conflicto armado, tal como hemos tenido ocasión de presenciar.

Cuando se empiece a reescribir nuestra historia reciente es muy probable que se reconozca que sin la andanada de la seguridad democrática uribista no habría sido posible conseguir que se modificara la correlación de fuerzas y por tanto quebrar el espíritu de lucha de las FARC. Lo que finalmente permitió que esa guerrilla se sentara a dialogar.

Pero la derrota de la guerrilla no se produjo nunca en el plano militar, de hecho, sin un proceso de paz realista como el que lideró el Presidente Santos, la guerrilla habría podido resistir muchos lustros más, aunque con mayores posibilidades de criminalizarse por completo que de ser doblegada militarmente.

La verdadera derrota de la guerrilla fue su pérdida de apoyo político y esta se produjo tres décadas atrás. Belisario Betancur, el más liberal de todos los conservadores, entendió que contrario a su predecesor, Julio César Turbay, el más conservador de los liberales, la solución al conflicto no se iba a producir mediante la confrontación militar. Belisario abrió el primer proceso de negociación política, cambiando de esa manera la lógica de relación del Estado con la guerrilla en un continuo ir y venir de diálogo y confrontación desde entonces.

Pero más importante que su intento fallido de negociación de paz, fue la lógica que desde ese momento impregnó a una buena parte del establecimiento, reconociendo que la apertura política y las modificaciones al sistema eran más importantes que la pura confrontación armada. El proceso de reformas no sólo quitó el piso a las banderas políticas de la guerrilla, sino que encauzó los malestares de la sociedad por las vías institucionales dejando sin piso las opciones por fuera del sistema.

Fueron las reformas políticas, no los cruces de balas, las que quitaron el respaldo popular a las guerrillas y las que generaron su perdida de legitimidad. Y fue Belisario Betancur el hombre que desde la Presidencia sentó las bases para mostrar que el Estado colombiano era capaz de reformarse y que en democracia se podían conseguir más cosas que impulsando una supuesta revolución.

El principal exponente de esa capacidad de la visión liberal y reformista de nuestros dirigentes políticos fue posteriormente César Gaviria con el impulso a la nueva Constitución política que terminó de dejar sin banderas a quienes se oponían al sistema mostrando que ex guerrilleros como los del M19 conseguían más cosas con votos que los que habían logrado en los años de guerra. De aquella época data la famosa carta de los intelectuales colombianos a la guerrilla en la que señalaban que su propuesta revolucionaria había perdido todo sentido histórico.

Corresponde pues, ahora que se cierra el conflicto armado hacer este justo reconocimiento a Belisario Betancur. Quien al igual que Santos hoy no tuvo la comprensión necesaria por parte de sus contemporáneos.

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